El disgusto de Camacol por limitaciones a construcción de apartaestudios
Aseguran que con el POT no se podrá construir apartamentos de una habitación, lo que desconoce el crecimiento de los hogares unipersonales. Sin embargo, algunos aseguran que esta apuesta dignifica la calidad de la vivienda en Bogotá.
Diego Ojeda
Continúan los esfuerzos de la administración de Claudia López por sacar adelante el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), una deuda histórica que no ha logrado avanzar durante casi dos décadas.
La construcción de vivienda es uno de los puntos claves a los que apunta este plan, dejando claro que parte importante de la visión de ciudad de López es la renovación urbana. En esta estrategia hay ciertas especificaciones que no han sido del agrado del gremio de la construcción en la capital, Camacol.
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Su gerente, Alejandro Callejas, asegura que en el documento del POT que fue presentado al Concejo de Bogotá hay un artículo que pasó de agache, pues nunca lo discutieron en las reuniones que tuvieron con la alcaldesa y su gabinete. Se trata de uno que establece que, para la construcción de vivienda, esta no puede tener un área habitable menor a los 42 metros cuadrados, y debe disponer de por lo menos dos habitaciones.
“En Bogotá tenemos que el 24 % de los hogares son unipersonales. En algunas localidades, como Chapinero, la cifra alcanza el 33 %. Además, hay que tener en cuenta que los apartamentos de un solo cuarto también atienden las necesidades habitacionales de parejas, y si uno mira el porcentaje de hogares entre una y dos personas en Bogotá, pues la cifra llega al 44 %. Se estima que en 2032 esta estará por encima del 50 %. Toda esa gente se va a quedar sin oferta”, aseguró el líder gremial en entrevista con Blu Radio.
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Para él, no debería haber una limitación en cuanto al número de habitaciones pues, como lo asegura echando mano de cifras, no atiende al panorama de cómo se está viviendo en Bogotá. Además, tampoco respondería a la realidad del valor del metro cuadrado, lo que redundaría en la expulsión de personas con bajos recursos hacia los extremos de la ciudad, y en una contradicción al sueño de que la capital sea una ciudad de 30 minutos.
No obstante, los reparos de Camacol pueden ser debatidos por algunos expertos urbanistas, quienes consideran que, contrario al negativo panorama que se plantea, lo que busca el POT de Claudia López es mejorar la calidad de las viviendas en Bogotá, las cuales se han ganado el despreciable calificativo de “cajas de fósforos”.
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Parte de esta visión la comparte Doris Tarchópulos, quien es profesora titular de la Pontificia Universidad Javeriana. “Creo que al determinar el asunto de que haya dos habitaciones, de alguna manera se está cualificando la vivienda, porque exige más área para que no sean habitaciones de hotel. Está bien que el POT no solo hable de densidad, sino que tenga en cuenta los índices de ocupación. Es un POT que se compromete más con la calidad del producto”, asegura.
Aclara que no es que el sector de la construcción no sepa hacer viviendas de calidad, porque las hace, sino que en culturas como la nuestra nadie se aguanta vivir en un apartamento de una sola habitación durante tanto tiempo, aún cuando se ofrezcan contraprestaciones como zonas de coworking y gimnasios.
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A esto añade que los apartamentos de una sola habitación tienen la particularidad de experimentar una alta rotación, pues por lo general son habitados por estudiantes, jóvenes que recién se han independizado de sus padres, personas que se han divorciado o adultos mayores. “Todas estas son cuestiones de paso, no se van a quedar ahí toda la vida”, detalla.
Además, asegura que los apartamentos de una sola habitación no responden a las necesidades de los hogares con más bajos recursos en la ciudad, los cuales, asegura, están conformados generalmente por entre cuatro a seis integrantes.” Ninguno de estos se va a ir a un apartamento de 35 metros cuadrados. Lo que hemos visto que pasa es que compran en el mercado informal y van construyendo poco a poco. En contraste, sí son un atractivo para personas con recursos de más que están buscando en dónde invertir y han encontrado en este tipo de viviendas un nicho que les genera rentabilidad”, añade.
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También está el tema de que la subdivisión exagerada de unidades de vivienda en un terreno tiende al encarecimiento del mismo, ya que no es lo mismo dividirlo en 200 apartamentos, que hacerlo para 1.000.
Lo cierto es que Bogotá continúa experimentando un déficit cualitativo y cuantitativo de vivienda, lo que se traduce en un impacto en la calidad de vida de los hogares. Llegar a un equilibrio es lo que se busca, mediante un acertado debate en el concejo.
Continúan los esfuerzos de la administración de Claudia López por sacar adelante el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), una deuda histórica que no ha logrado avanzar durante casi dos décadas.
La construcción de vivienda es uno de los puntos claves a los que apunta este plan, dejando claro que parte importante de la visión de ciudad de López es la renovación urbana. En esta estrategia hay ciertas especificaciones que no han sido del agrado del gremio de la construcción en la capital, Camacol.
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Su gerente, Alejandro Callejas, asegura que en el documento del POT que fue presentado al Concejo de Bogotá hay un artículo que pasó de agache, pues nunca lo discutieron en las reuniones que tuvieron con la alcaldesa y su gabinete. Se trata de uno que establece que, para la construcción de vivienda, esta no puede tener un área habitable menor a los 42 metros cuadrados, y debe disponer de por lo menos dos habitaciones.
“En Bogotá tenemos que el 24 % de los hogares son unipersonales. En algunas localidades, como Chapinero, la cifra alcanza el 33 %. Además, hay que tener en cuenta que los apartamentos de un solo cuarto también atienden las necesidades habitacionales de parejas, y si uno mira el porcentaje de hogares entre una y dos personas en Bogotá, pues la cifra llega al 44 %. Se estima que en 2032 esta estará por encima del 50 %. Toda esa gente se va a quedar sin oferta”, aseguró el líder gremial en entrevista con Blu Radio.
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Para él, no debería haber una limitación en cuanto al número de habitaciones pues, como lo asegura echando mano de cifras, no atiende al panorama de cómo se está viviendo en Bogotá. Además, tampoco respondería a la realidad del valor del metro cuadrado, lo que redundaría en la expulsión de personas con bajos recursos hacia los extremos de la ciudad, y en una contradicción al sueño de que la capital sea una ciudad de 30 minutos.
No obstante, los reparos de Camacol pueden ser debatidos por algunos expertos urbanistas, quienes consideran que, contrario al negativo panorama que se plantea, lo que busca el POT de Claudia López es mejorar la calidad de las viviendas en Bogotá, las cuales se han ganado el despreciable calificativo de “cajas de fósforos”.
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Parte de esta visión la comparte Doris Tarchópulos, quien es profesora titular de la Pontificia Universidad Javeriana. “Creo que al determinar el asunto de que haya dos habitaciones, de alguna manera se está cualificando la vivienda, porque exige más área para que no sean habitaciones de hotel. Está bien que el POT no solo hable de densidad, sino que tenga en cuenta los índices de ocupación. Es un POT que se compromete más con la calidad del producto”, asegura.
Aclara que no es que el sector de la construcción no sepa hacer viviendas de calidad, porque las hace, sino que en culturas como la nuestra nadie se aguanta vivir en un apartamento de una sola habitación durante tanto tiempo, aún cuando se ofrezcan contraprestaciones como zonas de coworking y gimnasios.
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A esto añade que los apartamentos de una sola habitación tienen la particularidad de experimentar una alta rotación, pues por lo general son habitados por estudiantes, jóvenes que recién se han independizado de sus padres, personas que se han divorciado o adultos mayores. “Todas estas son cuestiones de paso, no se van a quedar ahí toda la vida”, detalla.
Además, asegura que los apartamentos de una sola habitación no responden a las necesidades de los hogares con más bajos recursos en la ciudad, los cuales, asegura, están conformados generalmente por entre cuatro a seis integrantes.” Ninguno de estos se va a ir a un apartamento de 35 metros cuadrados. Lo que hemos visto que pasa es que compran en el mercado informal y van construyendo poco a poco. En contraste, sí son un atractivo para personas con recursos de más que están buscando en dónde invertir y han encontrado en este tipo de viviendas un nicho que les genera rentabilidad”, añade.
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También está el tema de que la subdivisión exagerada de unidades de vivienda en un terreno tiende al encarecimiento del mismo, ya que no es lo mismo dividirlo en 200 apartamentos, que hacerlo para 1.000.
Lo cierto es que Bogotá continúa experimentando un déficit cualitativo y cuantitativo de vivienda, lo que se traduce en un impacto en la calidad de vida de los hogares. Llegar a un equilibrio es lo que se busca, mediante un acertado debate en el concejo.