El duro reto de la reactivación de Bogotá
Con programas como “Bogotá a cielo abierto”, la Secretaría de Desarrollo Económico dio los primeros pasos para tratar de recuperar la economía de la capital en medio de la pandemia.
Diego Ojeda
En marzo, las calles de Bogotá estaban prácticamente desocupadas, pues solo un pequeño grupo de personas tenían autorización para movilizarse en medio de la cuarentena estricta. Un reflejo de lo que para entonces estaba pasando con la economía no solo de la capital, sino de todo el país.
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En marzo, las calles de Bogotá estaban prácticamente desocupadas, pues solo un pequeño grupo de personas tenían autorización para movilizarse en medio de la cuarentena estricta. Un reflejo de lo que para entonces estaba pasando con la economía no solo de la capital, sino de todo el país.
Antes de entrar en cuarentena muchos estaban preocupados por un posible desabastecimiento, razón por la cual (los que podían) decidieron mercar como nunca, dejando las góndolas de los supermercados casi que desocupadas. Más de uno recordará la crisis que, decían por esos días, había con el papel higiénico y la amenaza de que productos como el huevo subieran de precio.
Fue desde ese momento que la Secretaría de Desarrollo Económico empleó una de sus primeras acciones en el contexto de la pandemia: llevar el registro de las toneladas de comida que diariamente ingresaban a la capital, en parte, para tranquilizar a la ciudadanía y dar el mensaje de que habría comida suficiente para todos. Para entonces, casi los únicos autorizados a trabajar eran los negocios que vendían productos de primera necesidad.
Con el pasar de las semanas la capital comenzó a sentir el coletazo económico del COVID-19. Muchas empresas empezaron a quebrar y miles de personas a engrosar la tasa de desempleo en la capital. Fue hacia finales de abril que, por mandato presidencial, se puso en marcha la denominada reactivación económica, iniciando con el sector de la construcción y nueve subdivisiones de la manufactura.
Para ese momento la administración se dedicó a recibir las solicitudes de las empresas autorizadas para la reactivación, amén de verificar que cumplieran todos los requisitos que se les demanda, como la implementación de los protocolos de bioseguridad y un plan de transporte que le quitara presión al uso de Transmilenio.
A partir de ahí comenzó un proceso que ha sido complejo y que se ha venido desarrollado paso a paso, el cual comenzó con la delimitación de cuatro grupos, seleccionados según la capacidad operativa de cada renglón de la economía, con base en el riesgo de propagación del virus. El primero, que siempre ha estado activo, lo integraron personas que contaban con excepción a la cuarentena estricta como profesionales de la salud y las actividades relacionadas con la venta y transporte de alimentos; en el segundo, aquellos que teletrabajan, como los operarios de call center; en el tercero, los que requerían presencialidad y que bajo protocolos de bioseguridad podían retornar a sus labores, como los zapateros y los comerciantes, y en el último los relacionados con trabajos con aglomeraciones y alta interacción con los consumidores, como el turismo, restaurantes, gimnasios y cines.
Esta tarea se convirtió en uno de los pilares este año en materia de desarrollo económico, sector que a la fecha se ha contabilizado la reapertura de más de 108.300 empresas, a través de las cuales cerca de 867.000 personas han retornado a sus trabajos. Si bien el golpe en el bolsillo todavía se siente, las proyecciones de crecimiento se incumplieron y muchos insisten en que falta para recuperar la senda que se traía antes de la emergencia, los esfuerzos vienen dando frutos.
Con el paso de los meses se fueron reabriendo sectores como comercio, servicios y actividades culturales y recreativas. De estos, servicios es el que más agrupa hoy puestos de trabajo, con más de 302.426 colaboradores. A este le siguen comercio (228.977), manufactura (181.513), construcción (135.262) y actividades culturales y creativas (20.525). A pesar de estos esfuerzos, vale resaltar, Bogotá continúa registrando una alta tasa de desempleo, la cual en octubre fue del 17,5 %, lo que se traduce en 3,8 millones de ocupados y 815.000 desempleados.
De la mano de agremiaciones como Fenalco se avanzó en la adopción de protocolos de bioseguridad y medidas para permitir que cada uno de estos sectores pudiera atender al público, alcanzando casi que una reactivación total. Lo anterior también se logró gracias a la ampliación del cupo epidemiológico que comenzó a registrar la ciudad, pues se habilitaron más unidades de cuidados intensivos, hasta alcanzar las 2.215 en diciembre.
Parte de los avances más protagónicos fue el de “Bogotá a cielo abierto”, el cual permitió que restaurantes, artesanos, grupos artísticos y grandes espectáculos, entre otros negocios, pudieran atender a su público al aire libre. Aquí el Distrito invirtió en infraestructuras como mesas, señalizaciones, alumbrados y hasta obras arquitectónicas, como la que está en la plaza de mercado de La Perseverancia, para facilitar la operación de estas empresas.
Paralelamente, se implementaron estrategias que beneficiaron a los más afectados, como los campesinos de las zonas rurales de la ciudad, los cuales se cobijaron bajo el programa de “Mercados campesinos”. Mediante este lograron ventas por $653,3 millones, con el plus de eliminar a intermediarios en la cadena de comercialización.
También se trabajó en “Mi Bogotá Week”, programa con el que los micro y pequeños empresarios recibieron el acompañamiento y la capacitación para promocionar sus productos en Mercado Libre, ampliando así su grupo de potenciales clientes a toda América Latina. En este se han comercializado más de 15.801 productos, dejando ventas cercanas a los $930 millones, unos 3.800 vendedores exitosos y seis ferias promocionales realizadas.
Finalmente está “Bogotá despega”, estrategia desarrollada con Cívico, que ayuda a la digitalización de las empresas, lo cual les permite acceder a más clientes, al igual que recibir capacitaciones y opciones de financiación. Aquí ya se han consolidado más de 19.700 negocios con venta online, de los cuales el 84 % dispone de herramientas digitales y pago electrónico.
En suma, esta Secretaría ha invertido casi $32.000 millones en temas relacionados con la mitigación del virus y reactivación de la economía, estimando la generación de un retorno superior a los $350.000 millones. 2021 se viene cargado de retos, pues se espera que continúe la senda de recuperación y la ardua labor de velar por cuidar a las empresas que se han mantenido a flote y de recuperar a aquellas que el COVID-19 logró opacar.