El Espectador le explica lo que está pasando con la inseguridad en Bogotá

Es miércoles, día de El Espectador le explica. Encender el radio en la mañana y escuchar la voz del reportero contando la historia del robo de la noche, de la víctima a la que le quitaron su camioneta justo a la entrada de la casa. En la televisión registran otro de una bicicleta y una más sobre una patineta en una ciclorruta. Las imágenes son lamentables. Al día siguiente, en el periódico, se lee la historia del comerciante que dice que lo están extorsionando. El de la otra víctima que le quitaron el teléfono celular mientras cenaba en un restaurante. A la que se lo raparon cuando caminaba por la calle. En redes sociales aparece una mujer llorando, contando cómo abordó un taxi en la calle y la terminaron atracando cuando un delincuente salió del baúl para amedrentarla. Y así, todos los días sale algún uniformado o autoridad distrital tratando de dar explicaciones. Hablan de cifras, de percepción. Los más especializados hablan de bandas organizadas. De multinacionales del crimen. Y ya vamos hasta en sicariato en una de las zonas más exclusivas de la capital de Colombia.

Es miércoles, día de El Espectador le explica. Encender el radio en la mañana y escuchar la voz del reportero contando la historia del robo de la noche, de la víctima a la que le quitaron su camioneta justo a la entrada de la casa. En la televisión registran otro de una bicicleta y una más sobre una patineta en una ciclorruta. Las imágenes son lamentables. Al día siguiente, en el periódico, se lee la historia del comerciante que dice que lo están extorsionando. El de la otra víctima que le quitaron el teléfono celular mientras cenaba en un restaurante. A la que se lo raparon cuando caminaba por la calle. En redes sociales aparece una mujer llorando, contando cómo abordó un taxi en la calle y la terminaron atracando cuando un delincuente salió del baúl para amedrentarla. Y así, todos los días sale algún uniformado o autoridad distrital tratando de dar explicaciones. Hablan de cifras, de percepción. Los más especializados hablan de bandas organizadas. De multinacionales del crimen. Y ya vamos hasta en sicariato en una de las zonas más exclusivas de la capital de Colombia.

La situación está difícil. Y todo es lejano cuando no nos toca, por supuesto. Pero cuando lo vivimos de cerca es cuando más intimida. Quien escribe este texto, por ejemplo, estaba el sábado pasado al lado de una mujer a la que le robaron sus aretes y cuando ella intentó reaccionar, otro delincuente la amenazó con un cuchillo. Todos quedamos inmóviles. La agresión se siente como propia y es imposible no sentir miedo, zozobra. Caminar por un sendero ecológico ya se volvió un deporte de alto riesgo. Y no precisamente por las condiciones geográficas. Montar en bicicleta el fin de semana ya requiere de que el grupo de amigos haga vaca y contrate a un escolta. Hemos visto casos, incluso, de empresarios en carros blindados que son atracados, de personas armadas que en defensa propia han disparado en contra de los agresores. Y la lista podría seguir, porque todos estos casos son los que se registran ante las autoridades, o se hacen virales en redes sociales. Pero ¿cuántos quedan por fuera de los anaqueles oficiales?

Por eso, ya con dos meses de la nueva administración distrital al frente de la ciudad, pero con la percepción entre los habitantes de que más y más casos están sucediendo, incluso al lado de uno, le pedimos a nuestros compañeros de la redacción Bogotá todas las publicaciones que hemos hecho en El Espectador para tratar de entender qué es lo que está pasando, pues hasta el presidente Gustavo Petro entró a ofrecer la ayuda del Gobierno Nacional para atacar esta ola de inseguridad que, aunque algunas autoridades adviertan que en las cifras otro es el escenario que se lee, basta con salir a cualquier calle de Bogotá para sentir temor. Recomendamos entrar a todos los enlaces para entender cada detalle, leer la posición de la Policía, qué dicen los analistas de seguridad y, sobre todo, detallar cuál es la estrategia de Carlos Fernando Galán, el alcalde la capital, para tratar de regresarnos la tranquilidad. Comencemos.

Vayamos un poco atrás, como todos estos boletines, con un poco de contexto y un caso que nos permitía hacer un corte de cuentas. El 23 de octubre de 2023, en la localidad de Teusaquillo, tres menores de edad junto con dos adultos, cuchillos en mano y una pistola, atracaron a todos los usuarios de un bus del SITP. La Policía, cuando los delincuentes estaban a punto de huir, reaccionó y los capturó. Para ese momento, según los datos oficiales y, “de acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad del Distrito, durante los primeros nueve meses del 2023 se registraron 109.921 robos a personas, lo que representaba un aumento del 17,6 % en comparación con el mismo periodo del año anterior, cuando se reportaron 93.443 casos”. El hurto a residencias había pasado de 5.078 a 5.507 casos. Y el de vehículos aumentaba un 6,6%. Solo dos bajaban para ese instante: los robos a establecimientos comerciales (-15%) y en motocicletas, que se había pasado de 3.808 a 3.695.

El 10 de noviembre la ciudad se enteraba de que un menor de edad en la localidad de Bosa era apuñaleado cerca de su colegio, justo después de terminar su jornada escolar. El agresor agredió al joven, lo esculcó y como no encontró nada, salió corriendo. “La verdad no sabemos qué hacer para estar tranquilos con la seguridad de nuestros niños. Nos toca llevarlos al colegio, recogerlos, acompañarlos a todo lado porque la inseguridad es tenaz. Se aprovechan de ellos y les salen cerca a los colegios para atracarlos”, le dijo uno de los familiares a los reporteros de El Espectador. Una semana antes, en la misma zona, un estudiante del Sena, de 19 años, había sido asesinado cuando el ladrón le propinó una puñalada en el pecho justo después del quitarle la billetera.

El año iba cerrando, Claudia López culminaba su periodo, los casos reportados no paraban:

Bogotá

Caen ladrones que, a palazos y patadas, roban a pareja de biciusuarios en Engativá

Bogotá

Cayó delincuente que se la tenía velada a pasajeros de buses en Soacha

Bogotá

Nueva modalidad de robo de carros en Bogotá: así están operando los delincuentes

Bogotá

Juan Ariza, el estudiante que está en UCI tras ser apuñalado en medio de un atraco

El presidente Gustavo Petro, comenzando diciembre, se refería al asunto: “Donde está aumentando la inseguridad es en las grandes ciudades. En Bogotá, lamentablemente, venía disminuyendo, y ese era uno de sus éxitos, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes desde el año 93, permanentemente, hasta hace poco; ha tenido un repunte (SIC)”.

Para el 19 de diciembre, según las mismas cifras de la Secretaría de Seguridad, “cada día se producen alrededor de 400 robos en la capital. El hurto callejero a personas, así como el robo de automotores y a viviendas, son las modalidades que encabezan los escalafones de inseguridad”, contaba la redacción Bogotá. Y allí, en la misma noticia que daban cuenta del atraco a una actriz y uno de sus amigos, registraban que para ese instante en la capital de los colombianos ya se contaban 122.968 robos a personas, “lo cual representa un aumento frente al mismo periodo del año 2022, cuando se reportaron 109.538 casos”.

Sí, casos, como ya lo dicen las cifras de las autoridades, se cuentan por cientos. Entonces Juan Camilo Parra, de la redacción Bogotá de El Espectador, hizo un balance con la salida de la administración anterior que tituló “Las deudas en seguridad que deja Claudia López”. Allí, sin olvidar los varios casos de cuerpos desmembrados y embolsados que fueron encontrados el año pasado, fue soltando información con datos en mano: “Los homicidios y la extorsión aumentaron 5 %, los hurtos, 12,3 %; los feminicidios crecieron 46 % con respecto al 2022, y existen al menos 19 bandas caracterizadas que continúan sembrando terror en la capital”.

En aquel reportaje explicaron que, en cuatro años de esa Alcaldía, cerca de 460.000 personas denunciaron haber sido víctimas de hurto (210.500 robos a celulares), lo que equivale a que el 5 % de los bogotanos fueron víctimas de los ladrones, analizaba Juan Camilo Parra. “Bogotá se encuentra en cuidados intensivos. La seguridad no es de izquierda ni de derecha, es un derecho”, agregaba el concejal Juan Felipe Grillo. Allí también se contaron los resultados de la encuesta que hacen periódicamente los comerciantes. El 90% de los encuestados por el gremio, Fenalco, sentían que la inseguridad empeoró, de ellos “el 35 % dijeron haber sido víctimas de algún delito, el 25 % de hurto a los establecimientos y el 10 % de extorsión, este último que creció 5 %”, representando un obstáculo para el crecimiento económico.

En ese momento el general en retiro Óscar Gómez Heredia, excomandante de la Policía Metropolitana de Bogotá y quien era el secretario distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia, advertía sobre el pie de fuerza, que seguía en déficit de cara al 2024. “Tenemos 8.000 hombres y mujeres menos para suplir las necesidades de seguridad”, decía. Y que en la lista de problemas -pero que allí preferían llamar retos- estaban: “La transformación de bandas criminales, la cultura de ilegalidad, que permea a una fracción de la sociedad; y el componente de justicia —ocho de cada diez capturados quedan libres— siguen siendo un contrapeso negativo a los esfuerzos de la ciudad”.

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Se hablaba entonces de la importancia de los 1.012 frentes de seguridad que hay en Bogotá como una de las estrategias para combatir la inseguridad, junto con las redes ciudadanas, por supuesto. La misma López reconocía que su gran frustración era que “la seguridad no mejoró”. Camilo Tovar Puentes, en otro detallado reportaje, puso sobre la mesa la encuesta de “Bogotá cómo vamos”, donde el 52,4% de los encuestados dijo sentirse inseguro en la ciudad, un 33,4% señaló que se sentía inseguro incluso en su barrio, y la mayoría señalaba el transporte público como uno de los espacios donde la ciudadanía se sentía más vulnerable. El texto completo aparece aquí.

Sobre todas estas redes de apoyo, no hay nada nuevo, pues son estrategias con varias décadas, pero hay que destacar la posibilidad que tenemos todos a la hora de ayudar y ser empáticos. “Se estima que las redes ciudadanas reúnen más de 6.000 personas. La localidad que más redes tiene es Suba, con 100; continúa Bosa, con 79, y Ciudad Bolívar, con 63. Toda red pasa por un proceso de cinco pasos: la convocatoria (cualquier grupo interesado puede crearla); una reunión con el Distrito, para sentar objetivos en común y, una vez cursado este trámite, se procede con la creación de la red y se le asigna un código único, que permite el contacto directo con el C4 de la Secretaría de Seguridad o con el cuadrante”. Este es un buen momento para preguntarse si en su barrio existe una red de este tipo o si incluso existiendo, usted no está enterado. Sin embargo, advertía Camilo Tovar en su reportaje, “el impacto real que los frentes y las redes de seguridad han tenido en la reducción de la criminalidad ha sido etéreo y no se conoce a carta cabal”.

Y entonces llegamos a la nueva administración, la de Carlos Fernando Galán, con cifras de hurtos disparadas, con reclamos evidentes, con una nueva esperanza de que se combatiera con contundencia a la delincuencia:

Bogotá

La gente está cansada de que los responsables de la seguridad se tiren la pelota: Galán

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El plan de Galán y el comandante Gualdrón para recuperar la seguridad de Bogotá

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Galán se reunió con las autoridades para diseñar plan de seguridad

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Galán lanza plan de seguridad con 21 acciones contra el homicidio, tráfico y extorsión

¿Qué decía el nuevo alcalde de la ciudad? “Vamos a implementar un plan integral contra el crimen organizado para atacar estas estructuras y afectar sus finanzas”, aseguraba. Calificaba la situación como “delicada”. Se apostaba por la tecnología y focalización del crimen sin aumentar el pie de fuerza. El general William René Salamanca, director General de la Policía Nacional, decía ese mismo día: “Es una prioridad terminar de desarticular las estructuras criminales como el Tren de Aragua, Los Satanás, Los Maracuchos y Los Mesa”. Acto seguido: “Bogotá es una ciudad que debe recomponer su norte en materia de seguridad”. Los encuentros con comandantes de brigadas del Ejercito también fueron registradas. Allí se buscaba conocer sobre la presencia de grupos armados ilegales en las faldas de la ciudad.

Entonces como nuevo comandante de la Policía de Bogotá asumía el general José Daniel Gualdrón Moreno. En el plan, Gualdrón dijo que para los 100 primeros días del año se harían operativos para desarticular diez bandas que operan en Kennedy, Bosa, Suba, San Cristóbal y Usaquén. Que ya se tenía un plan para ejecutar en El Amparo, en Kennedy, catalogado el nuevo Bronx de la ciudad. Y, en paralelo, el hurto que afecta al ciudadano de a pie en “Chapinero, la calle 72 con Caracas, la carrera Séptima y en Usaquén”. Ya han pasado 31 días de enero y 28 de febrero. Los casos alarmantes de atracos seguían a diario. César Restrepo legaba como secretario de Seguridad.

Para el 16 de enero ya hicieron anuncios y lanzaron el AIDE (Asistencia Integral a la Denuncia), un programa “que integra un equipo especializado en atención de denuncias” y que será una “herramienta con la que el Distrito busca contrarrestar el delito haciendo uso de capacidades tecnológicas”. ¿Cómo? “Sin la denuncia, las autoridades no pueden iniciar la aplicación de la ley. La denuncia permite conocer los detalles del caso. Con AIDE, con nuestros servidores de la Secretaría de Seguridad, vamos a las casas de las víctimas para apoyar todo el proceso de denuncia y con la Policía, el Ejército y la Fiscalía tomar las acciones para que Bogotá vuelva a caminar segura”, dijo Restrepo. Ese mismo grupo también asumió la tarea de verificar la autenticidad de las denuncias ciudadanas que se hacen por medio de redes sociales estableciendo contacto con los ciudadanos afectados.

Y para el 17 de enero de 20124, Galán, Restrepo y Gualdrón, en una rueda de prensa, informaron que la Policía optimizará la acción operativa y priorizará las llamadas zonas ‘calientes’ para contrarrestar los delitos de alto impacto. Pero que “el cambio no se hará de la noche a la mañana”. Gualdrón declaró que ya han “sacado 11 líneas de acción operacionales encaminadas a la identificación y focalización del delito, analizando la data histórica del homicidio, la extorsión, el hurto y el microtráfico. Esta focalización se concentra en 8 localidades que concentran la mayoría de los hurtos, 5 en homicidios y con 75 cuadrantes identificados”.

A esas 11 acciones les llamaron Patrullas gourmet, Bicicuadrante, Microcuadrantes, Grupo antiextorsión, Grupo Gema, Megatomas, Puentes Seguros, Tramos lineales, Burbujas operacionales, Plan Frontera y Plan Arcángel. Y se creaba grupo especial de 390 policías para identificación de actores criminales, Prevención y disuasión focalizada, Integración de inteligencia e investigación criminal, además de Seguimiento y evaluación de la Gestión Operacional. A estos equipos les asignaron 30 vehículos, 178 motocicletas, 46 bicicletas, 2 drones y un helicóptero Halcón. Mientras tanto, se seguían reportando casos de robos a diarios.

¿Qué se venía para Transmilenio? ¿Qué para los entornos escolares? ¿Quién era la víctima del ataque sicarial en el sur de Bogotá? ¿Cuál era la condena que se celebraba ante tanta inseguridad?

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Condenan a 22 años de cárcel a banda que hurtaba en Sitp y a taxistas con armas

En 17 días de enero las cosas parecían no ir bien. Juan Camilo Parra, quien ha seguido no solo los anuncios del Distrito sino muchos de los casos que se reportan a diario, hacía un primer balance: “La inseguridad no da tregua en Bogotá. Así lo evidencian las cifras y los hechos en los primeros 17 días de 2024, tiempo en el que asesinaron a 30 personas (la mitad víctimas del sicariato); José Manuel Vera, alias Satanás, siguió delinquiendo desde la cárcel; dos criminales conocidos como Moisés y Pedrito extorsionaban a comerciantes a nombre de la banda los Lobos, y en el norte de Bogotá los ladrones hicieron de las suyas con un asalto masivo en un Starbucks”.

Sobre Transmilenio, nos contaba la redacción Bogotá, hay varios temas por citar. Un informe de la Personería Distrital de finales de junio de 2023 revelaba que el 81,91% de los usuarios dijeron sentirse inseguros dentro del sistema. “Transmilenio hoy cuenta con 138 estaciones, 20 de ellas priorizadas, pues es allí donde se comete un 43% de la totalidad de los hurtos y casos de evasión que se registran en el sistema. De esas 20, las estaciones Jiménez, Marly, Universidades y Calle 72 ya están siendo intervenidas con mayor énfasis debido a los altos índices de criminalidad que allí se presentan. Por otro lado, de los 9 portales del sistema, los portales Norte, Américas, Usme, Tunal y 20 de julio también están priorizados, dado que un 20% de los delitos que afectan la seguridad ciudadana se cometen allí, detallaron los colegas de la sección. Aquí está todo el contenido completo sobre las acciones, pues también hay acciones sobre el acoso al interior del sistema y el tema económico de los colados.

“La priorización de portales y estaciones se basa en un trabajo articulado con el Distrito en el cual vamos a tener mayor número de reguladores, mayor presencia de Policía en esos portales durante las horas de más afluencia de usuarios, además de trabajo con vendedores informales. En estos sitios priorizados, además, se instalarán más cámaras de seguridad que estarán siendo monitoreadas constantemente en tiempo real”, explicó el coronel Jader Llerena, comandante de la policía de Transmilenio.

La estrategia de la nueva administración se iba presentando poco a poco y aunque el mismo Galán ha sido claro que cambiar la situación no será de la noche a la mañana, la realidad es que en la calle se siente el miedo. Y entrar a un local para tomarse un café o pedir la comida también genera angustia. Es imposible no estar mirando todo el tiempo para la puerta. Entonces Alexánder Marín Correa, editor de la sección Bogotá de El Espectador, entrevistó a César Restrepo, nuevo secretario de Seguridad de Bogotá, quien “evidenció los vacíos de la estrategia de la pasada administración y habló de su plan para recomponer el rumbo”. Cree que la “alianza entre autoridades, sector privado y ciudadanía” es “la clave”. El texto completo está aquí, pero les dejamos algunos apartados a continuación:

¿Qué encontró? “Una gestión desarticulada, actores dispersos y una visión de seguridad fragmentada. Ante esto, lo que se viene haciendo es reunir a los actores para integrar diferentes visiones y crear un modelo que permita transformar las condiciones de seguridad. Nuestro principio de gestión es que no vamos a administrar inseguridad, sino a construir seguridad”. Y, en la práctica, ¿qué van a hacer? “Buscamos las zonas de mayor incidencia de hurto y la idea es cerrarles el espacio. Además, identificar los núcleos dinamizadores del delito, como sitios de receptación. Con este delito puedo explicar nuestra línea de trabajo: atender lo urgente, para transformar lo estructural”.

¿Qué dijo sobre las bandas criminales? “Esas bandas han sido golpeadas. El tema es que quedan agentes que crean una nueva generación. De ahí que sea clave transformar la dinámica del territorio para quitarle el espacio para reagruparse. En los esfuerzos contra Los Camilos, Los Maracuchos o El Tren de Aragua no lograron recuperar el territorio. Ahora, con la Policía y la Brigada 13, apuntaremos a debilitarlos y evitar que se reordenen”.

Ahora, bien lo enseñan en las clases de administración: una cosa es planear una estrategia, otra ejecutarla y más aún, conseguir resultados con ella. Por ahora los bogotanos seguimos esperando que, más allá de los anuncios y las ideas, las autoridades logren ofrecer la tranquilidad de que los ciudadanos podamos caminar tranquilos por la calle, llegar a nuestras casas sin ser atracados en la puerta o tomarnos un café sin miedo a ser robados en un restaurante.

Mientras tanto, las autoridades seguían haciendo anuncios, como el del uso de la tecnología para registrar, perseguir, judicializar y sacar de las calles a los delincuentes (aunque el paso que sigue ya está en manos del aparato judicial). Pero ese mismo día, otra vez, en una de las panaderías de la marca Masa, donde ya se había registrado otro robo, volvió a suceder. Zona exclusiva, llena de escoltas, de restaurantes de alto perfil, pero igual pasaba de nuevo. A nivel administrativo quedaron expuestos vacíos sobre la información de casos reportados por los ciudadanos a las distintas entidades. Y sobre los robos de carros, un análisis idéntico a lo que pasa con, por ejemplo, el robo de los teléfonos celulares: el delito se mantiene vigente, en parte, porque hay gente que sigue comprando partes de carros robadas para usarlos en sus propios automotores:

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El 11 de febrero y a través de redes sociales, Erika Salazar denunció un violento intento de atraco del que fue víctima en un taxi al norte de Bogotá. “Cuando estábamos llegando a la casa, sale una segunda persona del baúl del carro. El carro era de los que prácticamente no tienen división entre baúl y asiento de pasajeros, por lo cual solo con levantar una tapa ya está el espacio del baúl. Esa persona me tomó del cuello y me tapó la boca mientras me dice infinidad de groserías”. Ella abrió la puerta y tiró su teléfono. Los dos delincuentes siguieron con los insultos, abrieron la puerta y la lanzaron. La mujer denunció el hecho recomendándole a las personas no usar los vehículos de servicio público que van por la calle.

La revictimizante decisión de denunciar el acoso en Transmilenio

Al día siguiente el equipo de video de El Espectador, con las cifras entregadas por la alcaldía Galán, hizo un nuevo balance: en enero disminuyeron las cifras de 8 delitos de alto impacto: “En lo corrido de 2024 se reportaron 72 homicidios, una reducción del 23% comparado con enero de 2023. Hurto a personas una disminución del 20%. Este año hubo 8.814 denuncias, 2.226 menos que el año pasado”. Y, según Gualdrón, hay una concentración de delitos: “el 56% de los hurtos ocurrieron en seis zonas de la ciudad, 8% fueron cometidos por personas que se movilizaban en moto y el 43% ocurrieron aprovechando el ‘factor de oportunidad’”. Dice la Alcaldía que en enero se cumplieron 1.909 capturas, de ellas 1.574 en flagrancia y 335 por orden judicial”. Lo demás detalles de todos los datos entregados están en el video alojado en este enlace.

Juan Camilo Parra, en uno de sus reportajes, contó cómo todos los teléfonos celulares en Bogotá terminan llegando a la calle 13. “De acuerdo con datos del Observatorio de Seguridad de la Universidad Central, el hurto a celulares es más rentable que tener un trabajo formal”. Dice Juan Camilo que “el 2023 cerró con casi 50.000 denuncias de hurto de celulares en la capital con respecto a los casi 3.000 que dice haber recuperado la Policía de Bogotá. Esto, sin contar el subregistro”.

El 13 de febrero ahora el reporte era por otro atraco masivo en un restaurante de hamburguesas en la zona de cedritos. Se llama Pecado Capital. Celulares, joyas y dinero. Los ladrones escaparon. El fin de semana anterior había sucedido lo mismo en el restaurante Abasto. Los videos de las cámaras de seguridad y las redes sociales se están convirtiendo en la herramienta de denuncia. Los gremios de restaurantes en la capital han manifestados su preocupación. “La situación es preocupante. Entendemos que la nueva administración se está adaptando, por eso estamos socializando con ellos cómo funciona la noche, los territorios, los cuadrantes clave. La articulación público-privada con nosotros como comerciantes es importante, por ejemplo, para organizar los frentes de seguridad”, dijo Camilo Ospina Guzmán, presidente de Asobares.

Los reclamos van desde todos los lados hacia la administración distrital. No es para menos. Pero el secretario de Seguridad, César Restrepo, quien sigue diciendo que hay una desarticulación entre la Policía los ciudadanos y los dueños de los establecimientos, pidió que las denuncias se hagan ante la Fiscalía y Policía, y no en redes sociales. Tiene razón, pero aquí hay que entender que el eslabón más débil y menos culpable de todo esto es el ciudadano, entonces no se puede llevar la carga más pesada de que por no denunciar es que seguimos en la situación en la que estamos. ¿Por qué la gente no denuncia? ¿Por qué no confía en el sistema? Esas son preguntas que bien vale que se hagan las autoridades.

La situación ha llevado a que se hable de militarización de la ciudad, hasta la cabeza máxima de la Policía Nacional entró a tomar acciones por la inseguridad en la capital, cobró nuevamente peso el debate sobre la prohibición del parrillero en la moto y se anunció la llegada de nuevos uniformados:

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Esta parece una historia escrita en una circunferencia. Vamos dando vueltas sobre el mismo eje. Ya vamos en que la ciudadanía se está armando. Incluso los mismos gremios de alimentos han lanzado esa idea. Y los de transportes dijeron que harán una gran movilización que tendrá lugar el próximo domingo 3 de marzo a partir de las 9:00 a.m. en varios puntos de la ciudad. Son los moteros y conductores de carros quienes advirtieron que no los pueden seguir estigmatizando: “Nuestro gremio creará la red más grande de información para cuidar a Bogotá, defenderemos nuestro gremio contra los delincuentes que usan moto para delinquir”.

Bogotá está en medio del temor

En términos generales, las cifras que presentan las autoridades dicen que las cosas van mejorando, por el lado de Petro, del ministro de Defensa, de la alcaldía de Bogotá. Pero eso que llaman percepción nos está diciendo otra cosa. Lo decía el editorial de El Espectador del lunes pasado: “El terrorismo no tiene efectos si no es visual y lo que las personas que viven en Bogotá han visto las últimas semanas es horror puro. Personas siendo asesinadas en espacios altamente protegidos, victimarios huyendo en impunidad, tiroteos en respuesta a intentos de sicariato, robos masivos en restaurantes, todo mientras la Policía no hace presencia y las autoridades locales y nacionales responden hablando de cifras y tendencias históricas. Mientras el día a día es una pesadilla, es muy difícil persuadir a las personas con gráficas y datos, porque la realidad es que el temor se contagia con facilidad y la otra gran verdad es que, a sol de hoy, la Policía no puede garantizar la seguridad de las personas, lo que significa que todos estamos en riesgo”.

El 26 de febrero el titular era que Galán ajustaba su estrategia de seguridad con otros 100 nuevos policías. “Ese grupo fortalecerá la estrategia para poder enfrentar de manera cada vez más efectiva a los delincuentes. Somos conscientes de la problemática de seguridad, estamos con la estrategia que requiere ajustes”, señaló el mandatario desde el portal Américas. Agregó que “El fin de semana los ciudadanos vieron sobrevolar algunos helicópteros; también gestores de la Secretaría de Movilidad y acompañamiento de miembros de la Brigada XIII del ejército en zonas priorizadas y operativos. Eso es parte de los esfuerzos que estamos haciendo para, con todo el aparato institucional, actuar de manera preventiva y reactiva”.

Policía frustra el robo de una camioneta Toyota en la localidad de Kennedy

La estrategia de seguridad se llama ‘Bogotá camina segura’. Están llegando más policías, sí, los necesitamos, claro, ¿pero eso sirve, realmente? “Definitivamente el aumento del pie de fuerza no es una medida que baste para la solución de un problema tan complejo como la inseguridad, el cual viene, además, desde administraciones anteriores y que incluso se replica a nivel nacional. Las medidas anunciadas constituyen un plan de choque por la emergencia que supone la actual coyuntura, sin embargo, hacen falta más cosas. La presencia de policía es importante, pero más allá de aumentar el número de policía, hay que revisar cuántos uniformados realmente están como fuerza disponible y cuántos realizan verdaderamente labores relacionadas con la seguridad y la prevención criminal”, señaló Luis Echavarría, consultor de seguridad de EA consultores, en este análisis que escribió Camilo Tovar Puentes.

Y es imposible pasar por un resumen de lo que está sucediendo en Bogotá y no registrar el asesinato a manos de un sicario en el Parque de la 93, otra exclusiva zona de Bogotá, con respuesta de escoltas y escape del autor material del hecho. También el caso del expolicía que perdió la vida en medio de un robo y el de un hombre armado, también expolicía, que argumentando su defensa, asesinó a dos presuntos ladrones cuando lo intentaron violentar:

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Ataque sicarial en Parque de la 93 dejó una persona sin vida y dos heridos

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Roberto Franco, hermano de exdirector de la Dian, víctima de sicariato en Parque de la 93

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Nueva balacera en Bogotá: expolicía perdió la vida en la calle 19 con Américas

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Expolicía que mató a dos ladrones en el sur de Bogotá quedó en libertad

Uno de los casos más recientes fue el de un hombre al que le robaron su camioneta cuando llegaba a su casa. Su esposa, tratando de pedir ayuda, fue apuntada con un revolver. ¿Solo con imaginarse esta situación y que fuera usted quien la viviera, qué pensaría? Pues eso es lo que estamos viviendo todos en la que llamamos la ciudad de las oportunidades, en donde hemos nacido muchos, pero también le ha abierto la puerta a otros tantos.

Y, para sumar, “Nueve localidades en riesgo por disputas entre AGC y Tren de Aragua en Bogotá”, decía el más reciente informe de la Defensoría. “Los Mártires, Santa Fe, Puente Aranda y La Candelaria son zonas urbanas donde persiste la violencia por las disputas entre las dos bandas, tal y como lo señaló la Defensoría del Pueblo en el 2019. No obstante, la alerta se extendió a Antonio Nariño, Tunjuelito, Chapinero, Teusaquillo y Barrios Unidos. La población en riesgo se estima en 954.000 personas, es decir, el 11,8% de la población bogotana”. Si esto no es una alarma para que el Gobierno nacional en conjunto con el local tomen decisiones, entonces ¿qué más debemos esperar?

El documento de la Defensoría se podría entender como un resumen y explicación de lo que pasa en la ciudad: “la exacerbación de la violencia selectiva e indiscriminada se ha configurado a través de amenazas de muerte, homicidios selectivos o masacres, desapariciones forzadas y extorsiones. Además de métodos pensados para atemorizar y disminuir a las víctimas, tales como panfletos, llamadas, videos o correos electrónicos amenazantes en donde los criminales ponen de manifiesto su intención de atentar contra la vida de sus víctimas si no se cumplen ciertas exigencias, en su mayoría económicas”.

¿Por qué Bogotá es insegura? Nos ha dicho de todo, comenzando con que a todos los actores protagonistas les hace falta mayor articulación. Hay quienes advierten que con la llegada de la migración venezolana se aumentaron los robos (aunque las cifras no lo corroboren del todo), que el aterrizaje del Tren de Aragua profundizó la violencia en la ciudad (esta tiene más peso y ha sido diagnosticada en todos los estudios), que la crisis de la pandemia hizo que mucha gente que lo perdió todo saliera a buscar, a como diera lugar, el sustento para sus familias; que hay muchas zonas oscuras en donde se cometen los delitos, que las polisombras de las obras son el escondite perfecto para los delincuentes, que el aparato judicial no ayuda, pues aunque la comunidad o los policías hagan las respectivas capturas, a las pocas horas los ladrones ya están en libertad.

Está claro que, como en todos esos problemas estructurales que tenemos en este país, hay que ponernos de acuerdo entre todos para sacar esto adelante. No es nuevo que nos roben, que nos amedranten, que nos amenacen, que violen nuestra intimidad cuando nos quitan más que un teléfono celular, un computador o un carro. Aquí se están llevando nuestra tranquilidad. Claro que tenemos que exigir como ciudadanos, y por eso las denuncias en redes sociales; claro que debemos cumplir con nuestros deberes, y eso implica ir a denunciar ante las autoridades competentes; claro que debemos ser solidarios y empáticos ayudando a proteger a nuestra propia comunidad con redes de información, sistemas de alerta como las sirenas que tantos años llevan en algunas localidades y, por supuesto, llamando a las líneas de emergencia cuando realmente se necesite apoyo de las autoridades. Nadie quiere difundir el miedo en los videos que vemos a diario, al contrario, la gente lo que está haciendo es mostrando su caso para que a las demás personas no les pase lo mismo. Pero también esperamos mayores acciones de los líderes que hoy comandan esta ciudad. No esperamos solo palabras sino acciones con resultados. Queremos salir a la calle con la confianza de que esta es una ciudad segura, así, en el fondo, sepamos que nunca hemos vivido en una así.

Este es un hasta pronto con nuestro mensaje final: si les gustó este newsletter y el contenido que desarrollamos en El Espectador, invitados a disfrutar del contenido exclusivo que tenemos en nuestra página web. En esta labor de todos los días necesitamos compañía no solo para las críticas, que las recibimos con humildad, sino para que nos ayuden a construir un mejor país, denunciando, indagando, investigando, informando. Y no olviden dejar aquí abajo los temas que ustedes quisieran que investiguemos en la redacción de El Espectador. Nos vemos el próximo miércoles. Hasta pronto.

¿Qué tema le gustaría que tratáramos la próxima semana? Escríbanos a ebohorquez@elespectador.com