El “gota a gota” en Bogotá mueve al menos $71 mil millones al año
Esta modalidad de crédito informal opera con tasas de interés que llegan al 20 % diario. En el país se han registrado casos de gente que opta por el suicidio, ante la desesperación de no poder pagar.
Diego Ojeda / @diegoojeda95
“He decidido partir de este mundo. Me metí con los gota a gota hace más de dos años, me acabaron comercialmente y acabaron mi hogar. Es la peor maldición”. Este es el fragmento de la carta que dejó un comerciante de Melgar (Tolima) que se suicidó en 2016, al parecer, acosado por las deudas. Aunque extremo, su caso refleja lo que viven incontables ciudadanos que se han visto obligados a acudir a los préstamos “paga diario”, negocio que, según una investigación de la Universidad Central, puede a mover al día $2.800 millones en el país.
Aunque esta cifra es solo una proyección, ya que por su naturaleza no existe un registro oficial sobre estas transacciones, según Andrés Nieto, analista de seguridad de la U. Central, sí hay elementos para establecer que el departamento que más concentra este tipo de créditos es Antioquia, con el 10 % de los casos. Le siguen Nariño (8 %), Cundinamarca (7 %), Boyacá (7 %) y Valle del Cauca (6 %). En Bogotá se estima que concentra el 7 % , por lo que en un día movería casi $196 millones.
Detrás de esta operación hay una cadena que muestra sus primeros eslabones en localidades como Chapinero, La Candelaria, Los Mártires y Santa Fe, donde aparecen los “volanteros”, que se encargan de distribuir publicidad de empresas que ofrecen préstamos inmediatos, en efectivo y sin importar si el cliente está reportado en centrales de riesgo. Cuando alguien “aprovecha” la oferta acuden a los administradores, que son quienes aprueban los créditos. Luego aparecen los cobradores, que van al punto acordado a recoger la cuota y, finalmente, los de seguridad, que los escoltan.
Aunque, en apariencia, nada está contra la ley, la ilegalidad radica en la tasa de interés. La mayoría supera el porcentaje autorizado por la Superintendencia Financiera, que para noviembre era del 2,3 % mensual sobre el monto adeudado y hasta el 28,55 % efectivo anual. Según la Fiscalía, han encontrado casos en el que los prestamistas cobran hasta 20 % diario.
“Dicho interés hace que los préstamos sean imposibles de pagar y los deudores se convierten en víctimas de extorsiones, desplazamientos, hurtos, lesiones y homicidios”, asegura el ente acusador, que agrega que quienes se atrasan son amenazados y obligados a entregar sus pertenencias. Además, en varios operativos se ha establecido que el dinero es producto de actividades relacionadas al narcotráfico, secuestros y extorsiones.
Nieto asegura que el “gota a gota” es una actividad cuyos rendimientos pueden compararse con los que deja la venta ilegal de armas. Según Juan Esteban Saldarriaga, presidente de la junta directiva de Colombia Fintech —gremio que reúne más de 180 compañías de este estilo en el país—, tal “éxito” le ha permitido a Colombia ser exportador de este flagelo en América Latina. Saldarriaga no es el único que piensa así, pues un informe de El País detalla que colombianos han llevado esta modalidad a por lo menos nueve países como Perú, México y Ecuador.
¿Por qué acuden a los “gota a gota”?
El estudio que lideró Nieto muestra que el 64,3 % de las personas encuestadas acudieron a estos prestamistas luego de que los bancos rechazaron sus solicitudes de crédito. Las razones son múltiples: el cupo de endeudamiento es bajo, están reportados en centrales de riesgo, no tienen un codeudor o carecen de finca raíz, que les permita soportar la deuda. “También nos dimos cuenta de que lo que las entidades financieras están dispuestas a prestar no llega ni al 20 % de lo que las personas necesitan para crear su microempresa o saldar deudas”, agregó Nieto.
La investigación también revela que la mayoría se endeuda innecesariamente. El 30 % de los encuestados dijo haberlo hecho para tener dinero consumible o lo que coloquialmente se conoce como “plata de bolsillo”, mientras que el 27 % lo hizo para adquirir elementos que no son de primera necesidad, como televisores, videojuegos y equipos de sonido. Para Nieto es un hecho cultural que en Colombia más del 50 % de la población se endeuda para cubrir necesidades que no son prioritarias.
Alternativas a los “gota a gota”
Muchos desconocen que en el país existen caminos alternos a los “paga diarios” y la banca tradicional, por ejemplo, las cooperativas, las cuales ofrecen créditos de libre inversión, que se pueden pagar hasta en sesenta meses, con tasas más bajas que las de un banco (encontramos una del 15,30 % efectivo anual) y que son más flexibles con los requisitos. Por ejemplo, un ama de casa puede solicitar un préstamo solo con su cédula y un documento que certifique sus ingresos.
También están las fintech, organizaciones financieras que emplean novedosas herramientas tecnológicas para brindar soluciones crediticias. Una de ellas es Finsocial, que les presta a docentes públicos y pensionados, en zonas alejadas. En ella son flexibles con los reportados en centrales de riesgo y sus clientes no requieren codeudor. De hecho, el 50 % no están bancarizados. “En nuestra Fundación brindamos educación financiera a docentes y jóvenes. No queremos que cuando crezcan vean al ‘paga diario’ como opción”, aseguró Santiago Botero, CEO de Finsocial.
Otra es Rapicredit, la cual ha otorgado cerca de 450.000 créditos, colocando más de $120.000 millones. Cualquier persona puede aspirar a uno de sus préstamos, diligenciando un formulario desde un teléfono celular. La implementación de nuevas tecnologías le permite ser más rápida que un banco, pues en menos de un minuto a la persona se le notifica si su solicitud fue aprobada y en máximo 24 horas tiene el dinero en su cuenta.
No obstante se pide al cliente tener una cuenta bancaria o cotizar seguridad, para que el algoritmo de la fintech revise su información, algo que podría considerarse una barrera, pues en Colombia, según la Superfinanciera, el 16 % de la población no tiene ningún producto financiero. Por otro lado está la informalidad laboral, que según el DANE se sitúa en un 45,7 %.
Estas organizaciones pueden hacer cobros adicionales, como el uso de su plataforma, por ejemplo, por lo que se recomienda tener en cuenta los costos y comparar antes de aceptar el préstamo. “El crédito es clave para las poblaciones de escasos recursos, porque para ellos la construcción de patrimonio a partir del ahorro es difícil”, manifestó el CEO de Rapicredit, Daniel Materón.
Según Saldarriaga, aunque los “gota a gota” prometen a las personas hacer historia crediticia, “la gente también termina haciendo historia, pero clínica”.
“He decidido partir de este mundo. Me metí con los gota a gota hace más de dos años, me acabaron comercialmente y acabaron mi hogar. Es la peor maldición”. Este es el fragmento de la carta que dejó un comerciante de Melgar (Tolima) que se suicidó en 2016, al parecer, acosado por las deudas. Aunque extremo, su caso refleja lo que viven incontables ciudadanos que se han visto obligados a acudir a los préstamos “paga diario”, negocio que, según una investigación de la Universidad Central, puede a mover al día $2.800 millones en el país.
Aunque esta cifra es solo una proyección, ya que por su naturaleza no existe un registro oficial sobre estas transacciones, según Andrés Nieto, analista de seguridad de la U. Central, sí hay elementos para establecer que el departamento que más concentra este tipo de créditos es Antioquia, con el 10 % de los casos. Le siguen Nariño (8 %), Cundinamarca (7 %), Boyacá (7 %) y Valle del Cauca (6 %). En Bogotá se estima que concentra el 7 % , por lo que en un día movería casi $196 millones.
Detrás de esta operación hay una cadena que muestra sus primeros eslabones en localidades como Chapinero, La Candelaria, Los Mártires y Santa Fe, donde aparecen los “volanteros”, que se encargan de distribuir publicidad de empresas que ofrecen préstamos inmediatos, en efectivo y sin importar si el cliente está reportado en centrales de riesgo. Cuando alguien “aprovecha” la oferta acuden a los administradores, que son quienes aprueban los créditos. Luego aparecen los cobradores, que van al punto acordado a recoger la cuota y, finalmente, los de seguridad, que los escoltan.
Aunque, en apariencia, nada está contra la ley, la ilegalidad radica en la tasa de interés. La mayoría supera el porcentaje autorizado por la Superintendencia Financiera, que para noviembre era del 2,3 % mensual sobre el monto adeudado y hasta el 28,55 % efectivo anual. Según la Fiscalía, han encontrado casos en el que los prestamistas cobran hasta 20 % diario.
“Dicho interés hace que los préstamos sean imposibles de pagar y los deudores se convierten en víctimas de extorsiones, desplazamientos, hurtos, lesiones y homicidios”, asegura el ente acusador, que agrega que quienes se atrasan son amenazados y obligados a entregar sus pertenencias. Además, en varios operativos se ha establecido que el dinero es producto de actividades relacionadas al narcotráfico, secuestros y extorsiones.
Nieto asegura que el “gota a gota” es una actividad cuyos rendimientos pueden compararse con los que deja la venta ilegal de armas. Según Juan Esteban Saldarriaga, presidente de la junta directiva de Colombia Fintech —gremio que reúne más de 180 compañías de este estilo en el país—, tal “éxito” le ha permitido a Colombia ser exportador de este flagelo en América Latina. Saldarriaga no es el único que piensa así, pues un informe de El País detalla que colombianos han llevado esta modalidad a por lo menos nueve países como Perú, México y Ecuador.
¿Por qué acuden a los “gota a gota”?
El estudio que lideró Nieto muestra que el 64,3 % de las personas encuestadas acudieron a estos prestamistas luego de que los bancos rechazaron sus solicitudes de crédito. Las razones son múltiples: el cupo de endeudamiento es bajo, están reportados en centrales de riesgo, no tienen un codeudor o carecen de finca raíz, que les permita soportar la deuda. “También nos dimos cuenta de que lo que las entidades financieras están dispuestas a prestar no llega ni al 20 % de lo que las personas necesitan para crear su microempresa o saldar deudas”, agregó Nieto.
La investigación también revela que la mayoría se endeuda innecesariamente. El 30 % de los encuestados dijo haberlo hecho para tener dinero consumible o lo que coloquialmente se conoce como “plata de bolsillo”, mientras que el 27 % lo hizo para adquirir elementos que no son de primera necesidad, como televisores, videojuegos y equipos de sonido. Para Nieto es un hecho cultural que en Colombia más del 50 % de la población se endeuda para cubrir necesidades que no son prioritarias.
Alternativas a los “gota a gota”
Muchos desconocen que en el país existen caminos alternos a los “paga diarios” y la banca tradicional, por ejemplo, las cooperativas, las cuales ofrecen créditos de libre inversión, que se pueden pagar hasta en sesenta meses, con tasas más bajas que las de un banco (encontramos una del 15,30 % efectivo anual) y que son más flexibles con los requisitos. Por ejemplo, un ama de casa puede solicitar un préstamo solo con su cédula y un documento que certifique sus ingresos.
También están las fintech, organizaciones financieras que emplean novedosas herramientas tecnológicas para brindar soluciones crediticias. Una de ellas es Finsocial, que les presta a docentes públicos y pensionados, en zonas alejadas. En ella son flexibles con los reportados en centrales de riesgo y sus clientes no requieren codeudor. De hecho, el 50 % no están bancarizados. “En nuestra Fundación brindamos educación financiera a docentes y jóvenes. No queremos que cuando crezcan vean al ‘paga diario’ como opción”, aseguró Santiago Botero, CEO de Finsocial.
Otra es Rapicredit, la cual ha otorgado cerca de 450.000 créditos, colocando más de $120.000 millones. Cualquier persona puede aspirar a uno de sus préstamos, diligenciando un formulario desde un teléfono celular. La implementación de nuevas tecnologías le permite ser más rápida que un banco, pues en menos de un minuto a la persona se le notifica si su solicitud fue aprobada y en máximo 24 horas tiene el dinero en su cuenta.
No obstante se pide al cliente tener una cuenta bancaria o cotizar seguridad, para que el algoritmo de la fintech revise su información, algo que podría considerarse una barrera, pues en Colombia, según la Superfinanciera, el 16 % de la población no tiene ningún producto financiero. Por otro lado está la informalidad laboral, que según el DANE se sitúa en un 45,7 %.
Estas organizaciones pueden hacer cobros adicionales, como el uso de su plataforma, por ejemplo, por lo que se recomienda tener en cuenta los costos y comparar antes de aceptar el préstamo. “El crédito es clave para las poblaciones de escasos recursos, porque para ellos la construcción de patrimonio a partir del ahorro es difícil”, manifestó el CEO de Rapicredit, Daniel Materón.
Según Saldarriaga, aunque los “gota a gota” prometen a las personas hacer historia crediticia, “la gente también termina haciendo historia, pero clínica”.