El lío de expandir Bogotá al norte
Proteger zonas de reserva o construir viviendas y ampliar la Autonorte es el nuevo debate alrededor del crecimiento de la ciudad. Lagos de Torca y Accesos Norte, con tropiezos.
Sara Caicedo
La capital de Colombia le quedó pequeña a sus habitantes, al menos, en términos de vivienda. Así lo expresó Alejandro Callejas, exgerente de Camacol de Bogotá y Cundinamarca, quien hoy dirige el ambicioso proyecto Lagos de Torca y considera que en la ciudad hay un déficit de 500.000 viviendas. Cabe recordar que cada año en la capital se crean 60.000 hogares nuevos y el año que más unidades habitacionales construyeron fueron 45.000.
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La capital de Colombia le quedó pequeña a sus habitantes, al menos, en términos de vivienda. Así lo expresó Alejandro Callejas, exgerente de Camacol de Bogotá y Cundinamarca, quien hoy dirige el ambicioso proyecto Lagos de Torca y considera que en la ciudad hay un déficit de 500.000 viviendas. Cabe recordar que cada año en la capital se crean 60.000 hogares nuevos y el año que más unidades habitacionales construyeron fueron 45.000.
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Para Callejas, este es uno de los principales motivos por los cuales la ciudad debe crecer hacia el norte, idea que se viene cocinando desde el POT 2004 y la cual, a cuenta gotas, intentaron concretar las siguientes administraciones con el denominado Plan Zonal del Norte. Sin embargo, fue hasta la segunda alcaldía de Enrique Peñalosa que salió a flote el proyecto Lagos de Torca, como alternativa para suplir el déficit.
El plan se ubica entre la calle 183 hasta más allá de la avenida Guaymaral, entre la avenida Boyacá y la carrera séptima, sector que, para Callejas, es ideal para desarrollar viviendas de manera ordenada. No obstante, pese a los años de planeación, hoy enfrenta un reto complejo: la protección ambiental. Urbanizar la zona y, de paso, ampliar la Autopista Norte, dicen los expertos, impactaría la reserva Van der Hammen y el humedal Torca y Guaymaral.
Si bien, conservar es prioridad, para Callejas, hoy el debate está muy polarizado, lo que impide ver la expansión al norte como “la única alternativa” para solucionar los problemas de movilidad y vivienda que hay en la ciudad. Y es que este proyecto, que contempla una inversión de $22,9 billones (según la Secretaría de Hábitat), apunta a construir 135.000 viviendas (40 % de Interés Prioritario e Interés social), así como la intervención de 36.000 m2 para la construcción de corredores viales y un parque metropolitano de 1.3 veces más grande que el Simón Bolívar.
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Por su parte, la ampliación de la Autopista Norte, entre las calles 191 y 245, a cargo de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), contempla una inversión de $1,59 billones, no solo para mitigar el colapso de movilidad en esta entrada a la ciudad, sino para articular el corredor con otras vías de la Sabana Norte hacia Boyacá y Santander, “vías fundamentales de movilización de pasajeros y carga desde el norte del país, hacia los centros de consumo”, mencionó la ANI. Allí, además, buscan construir una calzada adicional y mejorar la carrera séptima, entre las calles 201 y 245.
Pero la obra ya enfrentó las primeras objeciones. El pasado 3 de enero, la ANLA archivó el trámite de la licencia ambiental, argumentando que el estudio de impacto ambiental tenía deficiencias técnicas, como no incluir un análisis detallado sobre la conectividad hídrica y ecológica de los humedales Torca y Guaymaral.
Frente a esto, el concesionario afirmó que el estudio que presentaron a la ANLA, se había socializado con la Secretaría de Ambiente, el Acueducto de Bogotá y el Proyecto Lagos de Torca, quienes dieron el visto bueno. Asimismo, informó que harán uso del recurso de reposición, para exponer sus argumentos y obtener la licencia. Sin embargo, este trámite retrasa la obra seis meses.
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Larga historia
María Mercedes Maldonado, exsecretaria de Hábitat de Bogotá en la alcaldía de Gustavo Petro, menciona que la expansión en lo que hoy se conoce como Lagos de Torca se empezó a definir en 1990, como un corredor suburbano, a lado y lado de la Autopista Norte, como alternativa de crecimiento prevista en la ley 9 de 1988.
Sin embargo, en el 2000 hubo una discusión entre la alcaldía y la CAR, con intervención del Ministerio de Ambiente, cuando se formuló el primer POT. “Ahí, con el apoyo de un panel de expertos, se aceptó ese corredor de Lagos de Torca como alternativa de expansión y al tiempo se creó la reserva van der Hammen”.
Aunque en la alcaldía de Samuel Moreno se intentó dejar el proyecto, tuvo debilidades en los instrumentos de gestión. Después, llegó Petro, quien presentó un plan de ordenamiento zonal al final de su Gobierno, que la CAR no concertó.
Luego, con la segunda alcaldía de Peñalosa, se logró la aprobación, pero incluía sustraer parte de la reserva. Además, una parte se planteó construir en una franja de conexión, protección y restauración, que sí impactaría el ecosistema. Para Maldonado, ese es el “el pecado original y punto de partida de Lagos de Torca.
“No es que no construyan nada, pero tampoco que pasen por encima de elementos y componentes importantes de la estructura ecológica principal, que fue lo que pasó con un alcalde que aprobó el Lagos de Torca, quien también inició el proyecto de la autopista y que es enemigo declarado de la reserva y de la conectividad”, concluyó.
Tanto la decisión de la ANLA, como los argumentos de María Mercedes, ponen de nuevo sobre la mesa el debate ambiental y generan dudas sobre el cómo solucionar los problemas de movilidad en ese acceso a la capital, el cual es uno de los más congestionados.
De acuerdo con Edder Velandia, profesor experto en transporte y ciudades de la Universidad de La Salle, Bogotá es una ciudad que progresivamente llegó a sus límites geográficos en varios ejes, hecho que ha potenciado el crecimiento de los municipios aledaños.
“Es así como el eje norte se convierte en el foco de atención por los constructores y la ciudad, para su desarrollo urbano, por sus condiciones topográficas y proximidad”, mencionó Velandia. Sin embargo, estos deseos conllevan “importantes desafíos en temas como transporte y especialmente ambientales, teniendo en cuenta la presencia de corrientes de agua superficial, los humedales Torca y Guaymaral, la Reserva Thomas Van Der Hammen y la zona de preservación de los cerros orientales”, menciona.
Para él, no existe ningún proyecto urbanístico sin impactos y en Lagos de Torca los desafíos en ingeniería y sostenibilidad son importantes.
“La ingeniería sostenible puede garantizar que los impactos en términos de los flujos de agua en el sistema hídrico de la zona y la conectividad ambiental no se vea afectada, pero esto representará costos que no deberán ser minimizados por los privados y asumidos por quienes deseen establecerse en este sitio”, agregó.
En Lagos de Torca ya van más de $750.000 millones invertidos en estudios y diseños para trazar una línea que no afecte en gran medida a la reserva y al humedal. Sin embargo, Velandia coincide en que la ampliación de la Autopista Norte y de la Avenida Boyacá hasta la Guaymaral son imprescindibles para solucionar problemas de movilidad. No obstante, resalta, no sería la única solución. Resalta la importancia del tren de cercanías y reevaluar la posibilidad de un nuevo peaje al entrar a la ciudad”.
Por su parte, el alcalde Carlos Fernando Galán mencionó que el Distrito trabajará de la mano con la ANI y la concesión del proyecto Accesos Norte a Bogotá, para que cumpla los requisitos y se pueda implementar. “Es una obra que necesitan millones de habitantes de la región”, afirmó el mandatario, quien debe trabajar por garantizar la expansión al norte, sin dejar un desastre ambiental a su paso.
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