El llamado a cerrar filas contra el acoso callejero y en el transporte, en Bogotá
Las calles y el transporte público siguen siendo espacios inseguros para las mujeres. La Veeduría Distrital refuerza el llamado a proteger a las víctimas. El Distrito habla de sus programas. Ambas entidades tienen un punto en común: dejar de naturalizar el acoso y entender que es delito. Entrevistas.
Alexánder Marín Correa
Un bus a punto reventar, una calle solitaria, un parque... todos son espacios donde las mujeres de Bogotá se sienten vulnerables, inseguras y con miedo de que en cualquier momento puedan ser víctimas de acoso callejero. Una frase cargada de morbo, una mirada lasciva y hasta tocamientos hacen parte de las amenazas, que llevan a que ellas no vivan la ciudad con tranquilidad.
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Un bus a punto reventar, una calle solitaria, un parque... todos son espacios donde las mujeres de Bogotá se sienten vulnerables, inseguras y con miedo de que en cualquier momento puedan ser víctimas de acoso callejero. Una frase cargada de morbo, una mirada lasciva y hasta tocamientos hacen parte de las amenazas, que llevan a que ellas no vivan la ciudad con tranquilidad.
Las cifras son dicientes: de cada 10 mujeres, siete se sienten inseguras en el transporte y espacio público; nueve sienten miedo de sufrir un ataque sexual; ocho han experimentado una situación de acoso callejero; ocho han padecido alguna situación de acoso en Transmilenio; seis dijeron no conocer dónde denunciar, y nueve coincidieron en no haber denunciado. Solo cuatro conoce las acciones del Distrito para prevenir estas situaciones.
La situación preocupa y así quedó plasmada en la Encuesta de Percepción y Vivencia de Niñas y Mujeres sobre Acoso Callejero, publicada por la Veeduría Distrital el año pasado, en la que analizaron las respuestas de 3.089 mujeres, mayores de 14 años. A pesar de que las alertas están encendidas, la situación no parece cambiar y, por esta razón, el ente de control dio un nuevo paso: convocar a una mesa técnica interinstitucional, para enfrentar este delito.
Su idea es propiciar mecanismos de articulación; hacer seguimiento al acoso callejero; coordinar y orientar el diseño de acciones para prevenir este delito, en especial en sitios identificados como críticos; evaluar las acciones del Distrito; unificar criterios de valoración de casos, y crear un mecanismo cuantitativo de seguimiento.
“El acoso callejero es un fenómeno que limita los derechos humanos de las mujeres, con actos anclados a una cultura machista. El estudio analizó la violencia de género en el transporte y espacio público, el cual se manifiesta a través de múltiples conductas verbales y físicas, que configuran acoso sexual”, dijo la Veedora Distrital, Viviana Barberena, quien resalta que, pese a las alertas, la desarticulación distrital sigue siendo repetitiva.
Agregó que, se evidenció que la información oficial no brinda un panorama certero, porque el acoso callejero no es considerado delito, lo que dificulta su denuncia y su judicialización, y tampoco es tenido en cuenta como un indicador de seguridad, por lo que no hay seguimiento de los casos, ni del impacto de las acciones que adopta la administración. Sobre este tema, entrevistamos a la veedora distrital y a la secretaria de la Mujer, Diana Rodríguez Franco, para conocer sus opiniones sobre el acoso, las acciones y los planes para combatir este delito.
“Se están haciendo cosas, pero desarticuladas”: Viviana Berberena, veedora Distrital
¿Cuál es el panorama del acoso callejero en la ciudad?
Fue iniciativa de la Veeduría analizar la situación en el transporte y el espacio público. Habíamos recibido las quejas e hicimos una encuesta, con más de 3.000 respuestas. Cuando las recibimos y las analizamos encontramos resultados muy duros. Las mujeres se sienten acosadas en el espacio público y eso es complicado. Eso implica que no están tranquilas en la ciudad; sienten miedo de un ataque sexual y muchas experimentaron acoso, entre otros resultados. De ahí, encendimos las alertas, para empezar un trabajo que nos llevara a identificar qué pasaba.
En el diagnóstico inicial ¿Qué encontraron?
Que no hay una ruta definida y que el acoso es producto de un tema cultural, que se debe eliminar. Todo esto lleva a una afectación de las libertades y de los derechos humanos de las mujeres en el espacio y el transporte público, en especial las más jóvenes. La situación las lleva a un cambio en sus vidas, en la manera de vestir, de rutinas. Al entender la complejidad del asunto, fue que decidimos convocar una mesa técnica contra el acoso callejero, para buscar soluciones. Por fortuna, hay consciencia frente a la problemática y por eso muchos atendieron nuestro llamado.
¿Qué espera de esta mesa técnica?
Nosotros le dimos amplia difusión a nuestra encuesta y empezamos un trabajo con las secretarías y entidades que pueden estar comprometida con las soluciones. Ahora, lideramos la convocatoria y fue un síntoma muy positivo ver que tantos acudieron al llamado, preocupados por lo que viene ocurriendo. Contamos con las secretarías de la Mujer, Seguridad y educación; las alcaldías locales, la Personería; Transmilenio; la Policía; algunos asesores de concejales, entre otros. Tuvimos un espacio para que todos conocieran el problema y que contaran qué se estaba haciendo.
¿Y qué se está haciendo?
La verdad es que se están haciendo muchas cosas, pero desarticuladas. Por eso insistimos en la necesidad de una ruta más definida, porque siempre hay un punto donde se rompe la cadena de la atención. Por ejemplo, el conductor y el policía no saben qué hacer ante una denuncia de acoso, porque no existe esa ruta. Y es un problema silencioso, porque identificarlo es difícil.
¿Qué camino se debe tomar para corregir el rumbo?
Producto de la mesa encontramos la necesidad de insistir en tratar el problema de manera preventiva y con cultura ciudadana; de cambiar ese machismo, donde los hombres se creen dueños de la calle. Debo decir que hay avances, pero falta articulación. Ya empezamos esa tarea y sé que tendremos un reto grande.
¿Cuál sería la ruta perfecta, para contrarrestar este problema?
Lo primero que debemos hacer es identificar cómo se produce la cadena. Hoy la gente, así quiera ayudar, no sabe qué hacer. Tampoco no tenemos un indicador y nos toca armarlo. Entonces, la idea es empezar a ver cómo se desata el fenómeno, qué sigue y donde están los cuellos de botella. Hoy existe en el Concejo una iniciativa, para enfrentar estos casos a través del Código de Policía.
¿Cómo cambiar el chip de la gente, para enfrentar entre todos esta amenaza?
Debe ser una ruta a nivel cultural, educativo, cultural desde las comunidades, con un énfasis preventivo. Debe ser algo más allá de una estrategia publicitaria, sino algo que genere una transformación más profunda. No es que antes no existiera, sino que hoy hay más sensibilidad frente al tema y, a partir de eso, hay que empezar a construir una nueva narrativa, hablar de esas nuevas masculinidades. Todo ha sido un esfuerzo importante, pero hay que seguir. Sabemos que es un cambio largo y difícil. Debe ser algo que cale muy profundo en nuestra sociedad. Empezamos a hacer visible del fenómeno y eso es clave. Falta profundizar, sacar indicadores más precisos, mayor énfasis para definir el acoso legalmente, trabajar más lo preventivo y tener una ruta más clara.
“Si seguimos naturalizando el acoso callejero, seguirá ocurriendo”: Diana Rodríguez Franco, secretaria de la Mujer.
¿Qué opina de la alerta de la Veeduría?
Me parece importante que se apunte el lente sobre el acoso, porque es importante que visibilicen las violencias contra las mujeres, que no se normalicen, que no se naturalicen y que todos tengan en mente que es un delito. Me emocionó el ver que, en el informe, las mujeres reconocieron la atención de la secretaría.
¿Qué se ha hecho desde la secretaría de la Mujer?
Es un tema tan importante que, como secretaría, hemos creado nuevos servicios para combatir el acoso callejero, como las duplas de atención psicojurídicas, en las que las víctimas reciben atención psicológica y jurídica. Este es un delito difícil de probar y por eso creamos este servicio especial. Desde 2021 a la fecha se han prestado 3.363 servicios, en los que hemos atendido 937 mujeres.
¿Por qué algunos dicen que el acoso no está considerado delito?
El problema es la definición. Las criticas apunta a como está redactado. El acoso es un delito, pero no se imputa como acoso sino como injuria. Soy víctima de acoso, me tocaron, me tomaron foto en Transmilenio, pero no lo tipifican como acoso y deberían hacerlo.
La veeduría señala la necesidad de enfrentar el problema de manera preventiva y con cultura ciudadana ¿Cómo hacerlo?
El informe habla de campañas de sensibilización. Hemos hecho muchas, como la que hicimos con los taxistas, para formar a los conductores en el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, o con nuestros funcionarios. Pero necesitamos muchas más, que la gente reconozca qué es acoso. No importa si hay muchos servicios, gestores y policías, porque si seguimos naturalizando el acoso en el espacio público y en el transporte, será algo que seguirá ocurriendo.
El transporte público, por su congestión, es uno de los mayores escenarios para estas situaciones de acoso
Pero no se puede normalizar. Una mujer puede ir empelota en Transmilenio si quiere y nadie debe tocarla. Lo cierto es que falta capacitación en todos lados y eso es lo que hemos hecho. Tenemos una campaña “Date cuenta, es violencia”, de ahí tenemos que partir. La cogida de la cola, la mirada inapropiada, la foto debajo de la falta, cogerse los genitales, mostrárselos… todo es violencia. Lo que buscamos es hacer visible ese machismo, que vemos en la cotidianidad. Tenemos que hacerlos visibles y hacer un llamado contra el acoso.
Retos, según la Veeduría:
- Contar con un indicador de seguridad relativo al acoso callejero, para que este fenómeno sea tenido en cuenta a la hora de hacer una evaluación global de la seguridad ciudadana
- Promover el conocimiento de los canales de denuncia frente al acoso callejero entre las ciudadanas
- Desarrollar campañas de nuevas masculinidades, que aporten a la sensibilización sobre el acoso y sus implicaciones, y desarrolle conciencia colectiva de corresponsabilidad frente al fenómeno.
- Poner en marcha una ruta de atención frente al acoso callejero para garantizar el acceso a la denuncia.
- Es urgente incluir en la agenda legislativa un pronto desarrollo punitivo que dé castigo penal a los actos de acoso callejero.
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