El nuevo capítulo en la lucha por erradicar el hambre en Bogotá
Este martes se lanzó ‘Bogotá sin hambre 2.0′, la apuesta del Distrito para disminuir este índice en la ciudad. El anuncio se dio en medio de la polémica que suscitó la no adhesión de la ciudad al programa de erradicación del hambre del Gobierno Nacional.
En Bogotá, pese a que hay comida suficiente, el hambre es una realidad. Si bien, el abastecimiento de la capital da para que cada ciudadano supla sus necesidades básicas, paradójicamente, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, el 19 % vive en inseguridad alimentaria (1.529.977 personas) y la inseguridad alimentaria grave aumentó del 4,2 % al 4,7 % en el último año.
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En Bogotá, pese a que hay comida suficiente, el hambre es una realidad. Si bien, el abastecimiento de la capital da para que cada ciudadano supla sus necesidades básicas, paradójicamente, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, el 19 % vive en inseguridad alimentaria (1.529.977 personas) y la inseguridad alimentaria grave aumentó del 4,2 % al 4,7 % en el último año.
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Según cifras recientes del DANE, en el 34% de los hogares no se garantizan las tres comidas diarias; el 23,7% de la población vive en pobreza monetaria y, según se denunció en el Concejo, cerca de 4.000 niños, niñas y adolescentes residentes en Bogotá estarían sufriendo desnutrición.
Con ese panorama, la administración de Carlos Fernando Galán presentó ‘Bogotá sin hambre 2.0′, que se entiende como una segunda parte o continuación del programa que se lanzó en la alcaldía de Luis Eduardo Garzón, en un esfuerzo por revertir este índice de hambre en la ciudad.
La estrategia
Para reducir las cifras de hambre , el alcalde Galán anunció que en su cuatrienio invertirá $4,6 billones, de los cuales $3,6 billones se enfocará en la población menor de edad, a través del Plan de Alimentación Escolar (PAE), y el resto en el bienestar alimentario de la población en general. Este monto se complementará con $1,6 billones, que se desinarán a robustecer el Ingreso Mínimo Garantizado. “Nuestra meta para 2027 será reducir a la mitad el índice de inseguridad alimentaria grave, de 4,2% al 2,2%”, señaló Galán.
Las metas generales de la estrategia están enfocadas en tres grandes objetivos, a cargo de tres secretarías, con el fin de que cada una pueda desplegar intervenciones enfocadas en sus propias metas y alcances particulares.
En ese sentido, la Secretaría de Desarrollo Económico se encargará de incentivar la oferta de alimentos de la ciudad, mediante la generación de 35.000 espacios de comercialización de mercados campesinos, lo que representa un aumento del 12% frente a la pasada administración. Además, 5.000 actores del sistema de abastecimiento y distribución recibirán asesorías, para fortalecer su experiencia técnica y comercial. Por otro lado, se intervendrán 17 plazas de mercado, para potencializar su alcance.
Por su parte, Integración Social velará por responder a la demanda de alimentación de los habitantes más pobres. Para ello, rediseñará los programas de transferencias del Distrito, a través del programa ‘Mejores transferencias, más Bienestar’, el cual contempla beneficiar a 9.000 personas con discapacidad, ya no con bonos canjeables por alimentos sino transferencias monetarias, y a 36.000 adultos mayores.
Además, aumentará el subsidio para 37.000 hogares, que pasarán de $384.000 a $505.000; el número de personas beneficiadas de los servicios regulares de alimentación (pasará de 924.000 a 982.000), y de comedores comunitarios, que pasarán de 115 a 165, aumentando de 77.000 a 109.000 los beneficiarios.
Finalmente, la Secretaría de Educación asumirá el reto de robustecer el PAE, con la entrega de más comida caliente, que corresponde al 39,6% de las raciones entregadas, y la habilitación de 30 comedores escolares nuevos, para llegar a 242 en la ciudad. Sumado a esto, se pondrán en marcha la estrategia ‘Misión nutrición Bogotá’, liderado por la primera dama de la ciudad, que plantea alianzas con el sector privado, para fortalecer la demanda de alimentos en la capital.
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Los peros
Si bien, diferentes sectores reciben con beneplácito la estrategia, también hubo críticas. Una apuntó al proyecto de la primera dama. “Viendo la entrega de alimentos que hace, que consideramos válida, debemos tener en cuenta cuando se complementa la canasta familiar con productos ultraprocesados, pues, si bien, se satisface una seguridad alimentaria dando qué comer, no estamos llegando a lo nutricional”, dijo Daniel Bernal, nutricionista y docente de la U. Nacional.
Otro punto que generó polémica, fue la decisión del Distrito de no sumarse al programa del Gobierno Nacional ‘Puntos de Abastecimiento Solidario’ (PAS), estructuras modulares propuestas por el presidente Gustavo Petro, para que la gente encuentre alimentos baratos, directamente del campo, y restaurantes con comida caliente gratuita. La explicación es que se requieren ajustes para que operen bien en Bogotá. (Leer ¿Por qué el Distrito no tendrá Puntos a Abastecimiento Solidario?).
“Por supuesto que recibimos con entusiasmo toda estrategia encaminada a disminuir el hambre en Bogotá. Sin embargo, ¿por qué tuvo que pronunciarse el Presidente sobre el hambre en la ciudad, para que el Distrito saliera a anunciar su programa y a tachar de ineficaz la oferta de los PAS? Nos hablan de construir sobre los construido, pero vemos el rechazo a una propuesta que no riñe con los anuncios del alcalde y podría ser una alternativa de trabajo conjunto”, dijo la concejala Heidy Sánchez (Pacto Histórico).
El cuestionamiento parece tener respaldo, no solo las altas cifras de inseguridad alimentaria, sino el informe de la Veeduría Distrital sobre el hambre oculta, que indica que las localidades más grandes y con más cifras de pobreza, como Bosa, Suba, Kennedy, Engativá y Usaquén, tienen “más dificultades para acceder a alimentos nutritivos. Allí, el 48% de los hogares de estrato 1 y el 32% de los hogares estrato 2 destinan menos de $600.000 mensuales para la compra de alimentos”.
Más allá de las estrategias anunciadas, es evidente la necesidad de complementarlas con generación de empleo y empresa durante el cuatrienio, pues fuera de impactar las cifras de hambre, incentivaría la disminución de medidas asistencialistas. Si estas estrategias se complementa con la articulación Distrito-Nación, seguro se llegaría a la meta con más celeridad.
Por ahora, mientras el Distrito y la Nación caminan cada uno por su lado en la lucha contra el hambre, no se puede perder el foco: el bienestar y la salud de casi dos millones de capitalinos que hoy, tal y como han venido haciendo durante los últimos años, se siguen acostando sin comer lo que su cuerpo necesita.
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