El peligro y desacierto de “venezolanizar” la delincuencia en Bogotá
Aparecieron carteles xenófobos que culpan a los migrantes de la inseguridad. Señalamiento peligroso que refuerza la discriminación.
Cristian Camilo Perico Mariño
El movimiento migratorio es parte de la historia de toda sociedad. Y esto tal parece que lo desconoce un grupo de bogotanos que se dedicó a promover la xenofobia con carteles discriminatorios e intimidantes en la ciudad. Las autoridades están al tanto y buscan a los responsables. Lo complejo es que sus mensajes afectan a quienes llegaron a la capital en búsqueda de oportunidades.
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El movimiento migratorio es parte de la historia de toda sociedad. Y esto tal parece que lo desconoce un grupo de bogotanos que se dedicó a promover la xenofobia con carteles discriminatorios e intimidantes en la ciudad. Las autoridades están al tanto y buscan a los responsables. Lo complejo es que sus mensajes afectan a quienes llegaron a la capital en búsqueda de oportunidades.
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La Acnur y la Organización para las Migraciones, a través de su Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, llevan el recuento de que 6,8 millones de venezolanos han buscado cobijo en todo el mundo.
De ellos, 5,7 millones están en América Latina, y Colombia ha sido el país que más oportunidades les ha brindado al recibir a 2,4 millones, según Migración. Las ciudades y zonas de mayor acogida han sido Bogotá, con 534.630 (24,2 %); Norte de Santander, con 415.210 (14,3 %); Antioquia, con 210.566 (9,5 %); Atlántico, con 183.560 (8,3 %), y Valle del Cauca, con 154.777 (7 %).
Sin embargo, y según los resultados de la encuesta Pulso de la Migración, del DANE, solo el 39,9 % se sienten integrados a la sociedad colombiana y el 3,8 % se perciben totalmente desvinculados de sus dinámicas.
Pero, ¿a qué se debe? La respuesta de varios venezolanos coincide en que persisten las acciones de rechazo cuando llegan a algunas zonas y perciben su acento. Lo que en otras palabras significa xenofobia, que no es más que ser hostiles con los extranjeros, creyendo que “les quitan oportunidades a los nacionales”.
Como parte de esta discriminación, una peligrosa tendencia se presenta en la capital: de boca en boca se replica un discurso que señala a quienes vienen del vecino país del aumento de la inseguridad.
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Afirmaciones malintencionadas que, incluso, han llevado a que en diferentes puntos de la avenida Caracas se vean carteles intimidatorios contra la población venezolana e insta a tomar la mal llamada “justicia por mano propia”.
Para Jorge Mantilla, politólogo, internacionalista y doctor en Criminología, Derecho y Justicia, se trata de un escenario que hay que rechazar, pues estas narrativas y amenazas profundizan la vulnerabilidad y generan segregación: “La migración por sí misma no incrementa la criminalidad. Lo hace la debilidad y la falta de capacidad del Estado. Todo sumado a la ausencia de control territorial en algunas partes de la ciudad”, indica.
El experto agrega que si bien la migración es un fenómeno complejo, Bogotá viene integrando a la población venezolana y estas pancartas retroceden los avances en esta materia. Eso sí, reconoce que este imaginario colectivo se estaría reforzando por los delitos que cometen bandas criminales de origen extranjero, como el ‘Tren de Aragua’, aspecto en el que considera relevante que las autoridades y los líderes de opinión no se queden solo en el señalamiento de la nacionalidad de quienes integran estos grupos, porque terminan reproduciendo la desconfianza hacia quienes llegan buscando oportunidades.
Planteamiento que comparten desde la Fundación Pandi, agencia sin ánimo de lucro para periodismos aliados de la niñez, el desarrollo social y la investigación. Conforme con su directora, Ximena Norato, ‘venezolanizar’ los crímenes en Colombia es una cortina de humo: “El país ha llegado a niveles extremos de violencia, en los que la respuesta a un hurto es asesinar a quien lo comete, con el agravante de que esta decisión se toma a partir de su nacionalidad. Es un claro ejemplo de xenofobia, porque las reacciones son diferentes al tratarse de nacionales”.
Para Norato, esto es resultado de la mala información y de la mala percepción que tiene la ciudadanía en general, debido en parte a que “las autoridades replican el discurso de segregación, pues resaltan las nacionalidades cuando los capturados son venezolanos. Cosa que no hacen con los colombianos”, argumenta.
Escenario en el que es clave hablar de cifras. Las más actualizadas en esta materia, y verificadas por Colombiacheck y el portal venezolano “Cocuyo Chequea”, indican que solo el 0,63 % de los delitos en Colombia durante 2021 los cometieron venezolanos. Mientras que el 96 % fueron colombianos.
Métricas que socializan en diferentes localidades, desde la Fundación Juntos Se Puede, organización de la sociedad civil que apoya a venezolanos en condición de desplazamiento forzado. Según su directora, Ana Karina García, los carteles en la avenida Caracas son parte de manifestaciones xenofóbicas que se incrementan en diferentes períodos del año, pero que ya han ocurrido en la ciudad.
“Esto no es nuevo, infortunadamente. Por ello hemos venido haciendo proyectos en las localidades para mitigar estos procesos que se agudizan en algunos focos, pero que no son una generalidad en la ciudad. Cada fin de semana recorremos diferentes zonas de Bogotá recordándole a la ciudadanía que la nacionalidad no define tus valores o tu actuar como ser y que los buenos somos más”, expresa esta lideresa.
Lo cierto, y en lo que coinciden las fuentes consultadas, es en que la “venezolanización’ de la delincuencia en Bogotá es un desacierto que refuerza las narrativas de xenofobia y segregación, que a la larga reducen las posibilidades de que quienes llegan al país puedan vincularse como fuentes de desarrollo y aporten desde su experiencia y saber.
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