Julio Alberto Vargas Rodríguez tiene 66 años y llegó a la cárcel por un delito que dice no haber cometido.
Foto: Archivo Particular
Cuatro años de reclusión le han dejado a Julio Alberto Vargas Rodríguez unos callos enormes en los dedos de la mano derecha. Desde que fue capturado, a sus 62 años, no ha dejado de escribir, a mano, en un bloc de notas amarillo —pues no tiene cómo más hacerlo— la novela de su vida con los pormenores de su trasegar. Sentado en una silla, en el área de visitas, con su negro y tupido bigote, contrastado por su peinado cabello blanco, cuenta cómo llegó a convertirse, hoy que tiene 66 años, en el Profe de los siete pabellones de la Cárcel Distrital.
Por Juan Camilo Parra
Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com