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                                                                                                                                  Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                  El rebusque de las habitantes de calle durante su ciclo menstrual

                                                                                                                                  Tres mujeres en condición de calle cuentan cómo, mes a mes, en medio de dificultades, atienden este ciclo en sus vidas. El Distrito está obligado a brindarles atención.

                                                                                                                                  La corte constitucional exhortó a los entes territoriales a revisar y actualizar sus políticas públicas de habitanza de calle
                                                                                                                                  Foto: Mauricio Alvarado Lozada
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.

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                                                                                                                                  Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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                                                                                                                                  Ellas tienen cosas en común: una mujer les explicó su menstruación; su mayor miedo es mancharse y sentir vergüenza, y que, a pesar de su contexto, sentirse aseadas en su zona íntima es fundamental, pero no siempre pueden hacerlo. Y aunque hay una orden para que el Distrito las atienda, no todas conocen este derecho o es insuficiente. De ahí el llamado a reforzar la atención. Estas son sus historias de rebusque para enfrentar su ciclo.

                                                                                                                                  “El vicio acelera mucho el sudor”

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  “Entonces, como fui criada con mi hermana mayor, mi mamá, mi abuela y mi tía, ellas ya sabían sobre las toallas higiénicas. Pero ese día, mi mamá me explicó cómo ponérmela y guardarlas. Ahí comenzó la tortura”, dice Alejandra, a quien no le gusta cuando le llega la menstruación. “Me han pasado muchos accidentes y, entonces, le tengo rabia, porque entre más trato de cuidarme, siempre algo me pasa”. Para calcular su ciclo, no cuenta los días, sino las semanas y aproxima qué fecha le va a llegar, para prepararse. “Pero a veces llega cuando me voy a ir de farra. Entonces me toca cargar toallas en todos los bolsillos y uno va a buscar la pipa y le sale es eso. Qué pena”, ríe a carcajadas, cuando se acuerda.

                                                                                                                                  Yanis Alejandra Algarra tiene 44 años y para ella es importante sentirse limpia durante su menstruación.
                                                                                                                                  Foto: Mauricio Alvarado Lozada

                                                                                                                                  Esa pena que siente (que una vez la obligó a esperar todo un día en un potrero por el miedo a mancharse y a que sus amigos lo notaran) tuvo su origen cuando era niña y su tía la golpeó por haber manchado la cama. “Me empezó a gritar y era una pequeña gota de sangre. Eso me dolió toda la vida. Por eso, manchar la cama es un terror para mí”. Para conseguir los productos para atender su período, esculca la basura buscando ropa interior, pero también acude casi todos los viernes a uno de los hogares de paso del Distrito para recibir un paquete de 10 toallas higiénicas (a veces, traen protectores) y guardarlas. “No me gustan los tampones, porque me parece incómodo. Entonces, calculo cuántas toallas necesito. En el primer día, son dos. Pero el cuarto es fatal; utilizo todo un paquete”.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  LEA MÁS: Un llamado de auxilio: ¿cómo mejorar las rutas para prevenir feminicidios?

                                                                                                                                  Cuando hay mejor suerte, algunas vecinas o amigas le dan una mano. Incluso, recuerda al dueño de un lavadero que la conoce. “El cucho tiene un baño con ducha, entonces cuando estoy embalada, me baño ahí y, de paso, le lavo el baño”. Pero, una vez más, no siempre existe esa opción. Relata que, en la noche o la madrugada, le ha tocado encontrar un rincón seguro en la calle que no la haga sentir vulnerable para cambiarse, envolver la toalla usada, botarla en un basurero y ponerse la otra, “para no mancharme la ropa, porque eso sí sería peor”. El mayor deseo de Alejandra es dejar de consumir. Piensa en su vejez y quiere trabajar arreglando ropa, a partir de los estudios que realizó. “Fui tonta, porque hubiera escuchado a mi abuela y mi vida tendría otro rumbo”.

                                                                                                                                  “Mi miedo: mancharme el pantalón”

                                                                                                                                  Íngrid Natalia Celis tiene 42 años y es mamá de un joven de 20. Ama los animales. Tiene dos perros, Niño y Luna, que viven en el Líbano, Tolima. Su primera menstruación fue a los 11 años y su tía fue quien le explicó todo el proceso. Cuando está en el periodo, se pone de mal humor, triste, sensible. Por eso le gusta estar tranquila y acostada, sin estar de lado a lado, pues su ciclo es fuerte y le llega dos veces al mes, a causa de su consumo. “No me gusta menstruar. Yo quisiera que se me pasara. Antes me daban cólicos y con las monedas que tenía me compraba un Calmidol o me tomaba un agua aromática y se me pasaba. Es feo que le llegue el período estando así en la calle”, asegura.

                                                                                                                                  A Íngrid Celis le gusta estar tranquila y acostada durante su período.
                                                                                                                                  Foto: Mauricio Alvarado Lozada
                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  A sus 18 años llegó a lo que antes se conocía como El Cartucho. “Aunque ahí sí era compleja la vida”, dice, siempre buscó la manera de conseguir toallas higiénicas o ropa interior nueva, que compraba por monedas. Con el tiempo su costo ha aumentado y se las ha tenido que ingeniar para seguir adquiriéndolas. “Cuando mi esposo y yo estamos sancionados en un hogar de paso, vamos al autocuidado Liberia. Allá me regalan toallas, dependiendo de cuánto me llegue y cada mes nos dan un cuco y brasier. Pero el resto me toca buscar las toallas en la calle o romper una de mis camisetas y ponérmela encima de la ropa interior, como si fuera una toalla”, detalla Íngrid.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Su salud menstrual es de gran importancia para ella. Como el período le llega dos veces al mes, acude al médico para contarle cómo se ha sentido y pedirle que le ordene exámenes, “me dé medicamentos, óvulos o cremas. Trato de cuidarme mucho a pesar de que he habitado la calle mucho tiempo”. Cuando tiene la posibilidad, se compra un jabón intímo y con eso no solo se asea, sino también lava su ropa interior, para que no quede manchada. “Mi mayor miedo es que me llegue y me manche el pantalón, porque muchas veces no tengo donde lavarlo y termino cambiándome y botándolo. No me gusta usar jean, porque una está apretada. Me gustan más las sudaderas, que utilizo con un short por debajo”.

                                                                                                                                  Te puede interesar: Una mujer que dedicó su vida a ayudar a los demás

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                                                                                                                                  “No sabía que se llamaba período”

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Tras este descubrimiento, comenzó a usar toallas higiénicas. Algo que la hacía sentir más cómoda y limpia, pero al ser poco asequible, debía utilizar las telas de nuevo. Estar cómoda y tranquila es importante para ella, por eso intenta pedir acceso a los baños de parqueaderos, tiendas, cafeterías o restaurantes para cambiarse.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  María Helena Montaño supo a sus 20 años que lo que le pasaba mes a mes se llamaba menstruación.
                                                                                                                                  Foto: Mauricio Alvarado Lozada

                                                                                                                                  ¿Y la atención?

                                                                                                                                  El último censo de habitantes de calle en Bogotá se realizó en 2017, con un total de 9.538 personas registradas, de las cuales 1.061 son mujeres (11,1 %). Siete años después, sin actualizar los datos, el Distrito atiende la gestión menstrual de las mujeres con el programa “Dignidad menstrual”, acatando una orden de la Corte.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Una sentencia obligó al Distrito a entregar kits menstruales

                                                                                                                                  En 2019, la Corte Constitucional falló a favor de una habitante de calle que reclamaba productos para su higiene menstrual, obligando al Distrito a entregar no solo lo necesario para el ciclo menstrual, sino a crear instalaciones adecuadas para su higiene, además de educación que les permita comprender cómo manejar su período sin incomodidad alguna. Así, desde 2021, el Distrito implementó acciones diferenciadas en jornadas y recorridos.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

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