El Restrepo: La capital del cuero en Bogotá
En la localidad de Antonio Nariño, el barrio Restrepo es conocido por ser el epicentro de la industria del cuero a nivel local y nacional.
Juan Camilo Beltrán Guzmán
Si a cualquier bogotano le preguntan dónde conseguir buenos productos en cuero, un gran porcentaje tiene claro el destino: el barrio Restrepo, en la localidad Antonio Nariño. Allí están los principales maestros en el oficio de transformar la materia prima, no solo en artículos funcionales para la vida diaria, sino en verdaderas obras de arte. Fabrican calzado, accesorios, prendas de vestir y todo tipo de objetos, que han sido clave para el desarrollo económico de la zona y el sustento de familias, por varias generaciones.
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Si a cualquier bogotano le preguntan dónde conseguir buenos productos en cuero, un gran porcentaje tiene claro el destino: el barrio Restrepo, en la localidad Antonio Nariño. Allí están los principales maestros en el oficio de transformar la materia prima, no solo en artículos funcionales para la vida diaria, sino en verdaderas obras de arte. Fabrican calzado, accesorios, prendas de vestir y todo tipo de objetos, que han sido clave para el desarrollo económico de la zona y el sustento de familias, por varias generaciones.
Pero no siempre estuvieron allí. Hasta hace 50 años su asentamiento principal fue el barrio Las Cruces, de donde se desplazaron por la necesidad de que sus productos llegaran a más clientes y tener acceso a mejores proveedores. En El Restrepo encontraron un espacio propicio para crecer, expandirse y ser hoy referente en el país, como uno de los principales corazones productivos de la ciudad.
Hoy en día en Colombia hay más de 13.000 empresas de cuero según la Cámara de Comercio y en este sector de la capital se encuentra el 60% del comercio destinado a la marroquinería y a esta industria. De igual forma, la industria textil en donde también se encuentra la modalidad de la utilización del cuero en prendas de vestir y equivale al 9,4% del PIB de Bogotá.
El cuero ha trascendido en la industria capitalina, no lo por lo que representa numéricamente, sino porque durante décadas Bogotá ha sido la región que más ha manufacturado y comercializado el cuero desde hace más de 50 años. Lo que quiere decir que se ha convertido en una parte de la cultura bogotana y en una pieza esencial en la evolución comercial de la capital.
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En las calles, donde se concentran los almacenes y las fábricas se puede sentir ese olor a cuero puro, terroso y ligeramente ahumado, que emana la materia prima tras ser procesada. Un aroma tan intenso como la actitud de los vendedores que abordan a los visitantes, tratando de persuadirlos para que les echen un vistazo a sus productos.
Detrás de cada mostrador hay una particularidad, que hace de este sector un espacio especial: cada tienda o empresa tiene origen familiar y ha sido sustento de varias generaciones, que se han dedicado a este oficio. Hoy es impresionante ver como madres, abuelas, hijos, novios y esposos se reúnen todos los días para trabajar unidos para mantener el arte y la tradición.
Y Calzado Páramo es una zapatería que refleja ese empeño. Lleva en el barrio Restrepo más de 50 años y llegó a esta zona en busca de un mayor alcance comercial. Familiarmente, entre padre e hijo, han logrado mantener la esencia que ha durado décadas y que mantiene viva la autenticidad del negocio. Hoy, este establecimiento puede producir alrededor de 200 a 300 pares de zapatos semanalmente. Su fundador es claro en resaltar la perseverancia hacia el trabajo, como el truco para alcanzar grandes cosas. “La clave es hacer las cosas bien y trabajar con amor”.
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Si se camina un poco más hacia la calle 18a sur se puede encontrar otra marca, cuyos cimientos están enmarcados por el esfuerzo y la trascendencia familiar en la construcción de negocio. Este es el caso de Climbingland, otra zapatería ubicada en el barrio Restrepo, la cual, en su recorrido de más de tres décadas, es una empresa que brinda empleo a más de 30 personas (en época de temporada) y fabrica alrededor de 500 pares al día. Asimismo, promueve el insumo nacional y lo usa en sus productos en un 95%.
Al entrar a la casa en donde se encuentra el negocio, se puede conocer medio árbol genealógico que une tanto antiguas como nuevas generaciones. La familia en si está repartida por secciones laborales de la empresa. Por un lado, los hijos se han encargado del sector comercial y, por otro lado, los padres sentaron las bases laborales.
Es en recorridos por un barrio como este se puede poner en duda la frase que dice “familia es familia, negocios son negocios” separando el vínculo laboral y familiar. De hecho, observando y viendo el recorrido y la evolución de marcas como estas, es cuando de pronto la vida puede hacer un llamado a construir sobre los construido y apoyar lo que se ha construido familiarmente.
Estas empresas son apenas algunas de las que trabajan al por mayor y generalmente comercializan tanto para el exterior como para licitaciones o dotaciones nacionales. Pero, asimismo, hay otras empresas encargadas de la producción artesanal de zapatos y que comercializan en menor cantidad, pero a clientes muy específicos, como lo es el caso de Santina Boots.
Esta última, con tan solo 11 años en el mercado, nació de la inspiración que produjo el estudio y la academia en su propietaria, para comenzar a realizar zapatos. El trabajo a mano de sus 15 empleados se nota en los acabados, que reflejan un toque de calidad y diseño. “Los detalles de cada producto y que sean artesanales, me hacen diferentes al resto” especificó.
Pero llegar a este punto no ha sido fácil. En el camino que han trasegado como empresas y como familias se han visto baches, los cuales han tenido que superar para subsistir. Uno de estos fue en 2020, cuando en medio de la pandemia del Covid-19, más del 40% de la industria textil se vio afectada.
Todas estas empresas se vieron afectadas y solo en Bogotá hubo una tasa del desempleo que oscilaba entre el 10,3% y el 11%. Esto forzó a muchas empresas a cerrar y en muchos casos se vieron pérdidas económicas que el subsidio que entregaba el gobierno colombiano de $1 millón no pudieron salvar.
En el caso del Restrepo, al ser una industria textil, se dio la oportunidad de una rápida y amplia reapertura comercial y económica que claramente benefició a los propietarios de los establecimientos, pero que en los casos de otras empresas se vieron inmersas en la sombra de la recesión que trajo la coyuntura.
Aun así, y en contra de todo pronóstico, resurgieron y las fábricas de El Restrepo producen en conjunto alrededor de 1.000 pares de zapatos al día. Promovidos por la fuerza y el amor familiar, están hoy generando empleo y siendo parte de una de las localidades más productivas y prosperas en el sector económico de la capital.