El reto de promover el uso de la bici desde el colegio
El uso de la bicicleta en la ciudad la ha hecho un referente mundial; sin embargo, los riesgos asociados han frenado que más capitalinos se monten en ella. Para fortalecer este medio de transporte, el Colegio de la Bici desarrolla programas para que las futuras generaciones y sus líderes crezcan amando la bici.
Fernan Fortich
En los últimos años, el uso de la bicicleta ha tenido un interés renovado al ser un medio de transporte económico, con bondades para mejorar la salud de sus usuarios y para reducir la huella de CO2 que dejan los millones desplazamientos en medios de transporte convencionales, como el que realizan a diario los capitalinos.
En ese sentido, Bogotá —con más de 500 kilómetros ciclorrutas— es una de las ciudades de la región con más infraestructura dedicada exclusivamente a los biciusuarios; los cuales en 2020, según cifras de la Alcaldía, realizaron 1,2 millones de viajes diarios.
Sin embargo, el panorama no es tan sencillo. Este año, 22 usuarios de bicicleta han fallecido en accidentes viales, entre los cuales está Andrew Isaías Montaño, de 16 años, quién perdió la vida en un accidente en la autopista Norte el pasado martes 8 de marzo.
Ante esta situación, promover la cultura de la bicicleta es fundamental para que más bogotanos se monten y usar este medio de transporte sea más amigable, en particular para las nuevas generaciones.
Hace dos años, en la capital fue inaugurado el Colegio de la Bici, en Bosa, el primero de su tipo en Latinoamérica, donde niñas, niños, padres de familias y la comunidad pueden aprender sobre la bici y cómo hacerla más segura, placentera y útil. Lo que concuerda con el objetivo de desarrollo para que en 2030 las ciudades puedan proveer sistemas de transporte seguros y accesibles, mejorando la seguridad en las vías, en particular para aquellos en condiciones de vulnerabilidad, como mujeres, niños y personas con discapacidad.
La cultura ciudadana de la bici
Montar en bicicleta no es solo montarse en ella. De hecho, en la pirámide de vulnerabilidad en la vía, los biciusuarios son los segundos actores viales con más riesgo después de los peatones. Por esto, saber transitar de forma adecuada, cuidarse y comunicarse con los otros conductores puede salvar vidas. A partir de esto, el Colegio de la Bici realiza talleres y clases de conducción simulados para enfrentarse a situaciones reales.
“Nosotros hicimos un simulacro: llevamos un camión donde se montaron los niños, padres de familias y miembros de la comunidad, y pusimos algunas bicicletas a los lados con personas, y allí se les mostraban los puntos ciegos donde no los podían ver”, detalló Willington Gómez, rector del Colegio De La Bici, quien agrega que en la Institución no se ve la bicicleta como un medio de transporte, sino como un medio para desarrollar las competencias ciudadanas en la vía, donde cada actor tiene un rol y una vulnerabilidad.
“La bicicleta es un buen pretexto para poner las competencias ciudadanas en práctica. Hay que mirar que cuando se está en la vía la vulnerabilidad es a partir de la cual deberíamos comportarnos; eso se puede introducir en el colegio: el respeto y cuidado con el más vulnerable”, afirma José Stalin Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional.
A la par, en Bogotá se desarrolla la estrategia “Al colegio en Bici”, con la cual estudiantes, que viven cerca a los colegios, pueden llegar en caravanas de bicicletas por rutas seguras. En muchos casos, este es el primer vehículo que maneja un niño, por lo que también busca generar comportamientos de movilidad en el futuro.
Esto se refuerza con cursos mecánicos, de donde los estudiantes salen certificados gracias a un convenio con el SENA, lo que ha implicado un cambio de mentalidad en la comunidad, en especial por la participación de las mujeres en estos procesos.
¿Infraestructura o cultura?
El crecimiento caótico y desordenado de la ciudad ha puesto el debate de cómo ajustar las vías de la ciudad para que sean seguras y usadas cada vez por mayor cantidad de biciusuarios. Sin embargo, a pesar de las limitaciones en infraestructura, los bogotanos se siguen animando a montarse en la bicicleta. “Creo que es importante mejorar la cultura de la bicicleta. Que haya una convivencia entre todos los actores viales. De hecho, creo que Bogotá es un ejemplo de que primero es fundamental la cultura, ya que si no hay infraestructura la gente se anima a salir en bicicleta”, cuenta Andrés Muñoz, padre que lleva a su hija al colegio en bici en otra localidad de la ciudad.
De esta manera, Muñoz, que tiene un blog sobre el uso de la bici en la ciudad, dice que procura aplicar lo que ha aprendido: mantener los implementos de seguridad, una velocidad moderada e interactuar con los otros actores viales, mediante señas con las manos, y una conducción defensiva ayuda para la seguridad de los ciclistas. “Sin embargo, esto debe ir acompañado por infraestructura; es decir que si en la ciudad se va a hacer una vía ahora tenemos que pensar en una ciclovía, y también en la seguridad de la bici usuarios”, asegura el rector del Colegio de la Bici.
El Colegio de la Bici, como parte del proyecto educativo, está desarrollando proyectos relacionados con movilidad y otros pilares de la sostenibilidad que permiten reimaginar a una ciudad amigable con los ciclistas.
Equidad de social
Una de las mayores bondades de la bicicleta es su aspecto democrático. En efecto, como indica el rector del Colegio de la Bici, este ha sido uno de los inventos que más ha influido en la emancipación de las mujeres.
Por eso en este colegio, como en muchos de la ciudad, son precisamente las madres cabezas de familia quienes llevan a sus hijos en la barra e incluso en el manubrio para acercar a sus hijos al colegio.
“Estas iniciativas de la cultura de la bici deben fortalecerse para que los niños tengan un modelo a seguir. Se necesita fortalecer los imaginarios cercanos a los niños, que los padres vayan en bicicleta y no les dé pena llevarlos”, manifestó José Stalin Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional.
En este sentido, estas iniciativas apuntan a la necesidad de continuar el desarrollo de un transporte multimodal donde estudiantes y padres de familia puedan recorrer largas distancias y conectar recorridos en bicicleta junto con otros medios de transporte de la ciudad. De esta manera, se hace fundamental que, no solo desde la academia, sino además desde la planeación local, se tenga en cuenta el protagonismo que exige la bicicleta hoy en la ciudad y que, para incentivar su uso, también se requieren nuevas dinámicas que acerquen a la ciudadanía a su trabajo, centro de estudio o esparcimiento. El interés ciudadano ya existe, solo precisa del interés de gobernantes para fortalecerlo.
En los últimos años, el uso de la bicicleta ha tenido un interés renovado al ser un medio de transporte económico, con bondades para mejorar la salud de sus usuarios y para reducir la huella de CO2 que dejan los millones desplazamientos en medios de transporte convencionales, como el que realizan a diario los capitalinos.
En ese sentido, Bogotá —con más de 500 kilómetros ciclorrutas— es una de las ciudades de la región con más infraestructura dedicada exclusivamente a los biciusuarios; los cuales en 2020, según cifras de la Alcaldía, realizaron 1,2 millones de viajes diarios.
Sin embargo, el panorama no es tan sencillo. Este año, 22 usuarios de bicicleta han fallecido en accidentes viales, entre los cuales está Andrew Isaías Montaño, de 16 años, quién perdió la vida en un accidente en la autopista Norte el pasado martes 8 de marzo.
Ante esta situación, promover la cultura de la bicicleta es fundamental para que más bogotanos se monten y usar este medio de transporte sea más amigable, en particular para las nuevas generaciones.
Hace dos años, en la capital fue inaugurado el Colegio de la Bici, en Bosa, el primero de su tipo en Latinoamérica, donde niñas, niños, padres de familias y la comunidad pueden aprender sobre la bici y cómo hacerla más segura, placentera y útil. Lo que concuerda con el objetivo de desarrollo para que en 2030 las ciudades puedan proveer sistemas de transporte seguros y accesibles, mejorando la seguridad en las vías, en particular para aquellos en condiciones de vulnerabilidad, como mujeres, niños y personas con discapacidad.
La cultura ciudadana de la bici
Montar en bicicleta no es solo montarse en ella. De hecho, en la pirámide de vulnerabilidad en la vía, los biciusuarios son los segundos actores viales con más riesgo después de los peatones. Por esto, saber transitar de forma adecuada, cuidarse y comunicarse con los otros conductores puede salvar vidas. A partir de esto, el Colegio de la Bici realiza talleres y clases de conducción simulados para enfrentarse a situaciones reales.
“Nosotros hicimos un simulacro: llevamos un camión donde se montaron los niños, padres de familias y miembros de la comunidad, y pusimos algunas bicicletas a los lados con personas, y allí se les mostraban los puntos ciegos donde no los podían ver”, detalló Willington Gómez, rector del Colegio De La Bici, quien agrega que en la Institución no se ve la bicicleta como un medio de transporte, sino como un medio para desarrollar las competencias ciudadanas en la vía, donde cada actor tiene un rol y una vulnerabilidad.
“La bicicleta es un buen pretexto para poner las competencias ciudadanas en práctica. Hay que mirar que cuando se está en la vía la vulnerabilidad es a partir de la cual deberíamos comportarnos; eso se puede introducir en el colegio: el respeto y cuidado con el más vulnerable”, afirma José Stalin Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional.
A la par, en Bogotá se desarrolla la estrategia “Al colegio en Bici”, con la cual estudiantes, que viven cerca a los colegios, pueden llegar en caravanas de bicicletas por rutas seguras. En muchos casos, este es el primer vehículo que maneja un niño, por lo que también busca generar comportamientos de movilidad en el futuro.
Esto se refuerza con cursos mecánicos, de donde los estudiantes salen certificados gracias a un convenio con el SENA, lo que ha implicado un cambio de mentalidad en la comunidad, en especial por la participación de las mujeres en estos procesos.
¿Infraestructura o cultura?
El crecimiento caótico y desordenado de la ciudad ha puesto el debate de cómo ajustar las vías de la ciudad para que sean seguras y usadas cada vez por mayor cantidad de biciusuarios. Sin embargo, a pesar de las limitaciones en infraestructura, los bogotanos se siguen animando a montarse en la bicicleta. “Creo que es importante mejorar la cultura de la bicicleta. Que haya una convivencia entre todos los actores viales. De hecho, creo que Bogotá es un ejemplo de que primero es fundamental la cultura, ya que si no hay infraestructura la gente se anima a salir en bicicleta”, cuenta Andrés Muñoz, padre que lleva a su hija al colegio en bici en otra localidad de la ciudad.
De esta manera, Muñoz, que tiene un blog sobre el uso de la bici en la ciudad, dice que procura aplicar lo que ha aprendido: mantener los implementos de seguridad, una velocidad moderada e interactuar con los otros actores viales, mediante señas con las manos, y una conducción defensiva ayuda para la seguridad de los ciclistas. “Sin embargo, esto debe ir acompañado por infraestructura; es decir que si en la ciudad se va a hacer una vía ahora tenemos que pensar en una ciclovía, y también en la seguridad de la bici usuarios”, asegura el rector del Colegio de la Bici.
El Colegio de la Bici, como parte del proyecto educativo, está desarrollando proyectos relacionados con movilidad y otros pilares de la sostenibilidad que permiten reimaginar a una ciudad amigable con los ciclistas.
Equidad de social
Una de las mayores bondades de la bicicleta es su aspecto democrático. En efecto, como indica el rector del Colegio de la Bici, este ha sido uno de los inventos que más ha influido en la emancipación de las mujeres.
Por eso en este colegio, como en muchos de la ciudad, son precisamente las madres cabezas de familia quienes llevan a sus hijos en la barra e incluso en el manubrio para acercar a sus hijos al colegio.
“Estas iniciativas de la cultura de la bici deben fortalecerse para que los niños tengan un modelo a seguir. Se necesita fortalecer los imaginarios cercanos a los niños, que los padres vayan en bicicleta y no les dé pena llevarlos”, manifestó José Stalin Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional.
En este sentido, estas iniciativas apuntan a la necesidad de continuar el desarrollo de un transporte multimodal donde estudiantes y padres de familia puedan recorrer largas distancias y conectar recorridos en bicicleta junto con otros medios de transporte de la ciudad. De esta manera, se hace fundamental que, no solo desde la academia, sino además desde la planeación local, se tenga en cuenta el protagonismo que exige la bicicleta hoy en la ciudad y que, para incentivar su uso, también se requieren nuevas dinámicas que acerquen a la ciudadanía a su trabajo, centro de estudio o esparcimiento. El interés ciudadano ya existe, solo precisa del interés de gobernantes para fortalecerlo.