“El reto es que Bogotá reconozca la afrocolombianidad”, director de Asuntos Étnicos

David Cortés Araújo llegó hace 15 años a Bogotá proveniente de una zona rural ubicada a cuatro horas de Tumaco (Nariño), cruzando el río Changüí. A sus 33 años, y después de ser exiliado de su pueblo por el conflicto armado, y de un largo trasegar en una capital “racista”, asumió la dirección de Asuntos Étnicos del Distrito. Su reto es darle garantías a la población negra asentada en la capital que aún sufre brechas y estigmatización como las que él mismo vivió.

David Cortés Araújo llegó hace 15 años a Bogotá proveniente de una zona rural ubicada a cuatro horas de Tumaco (Nariño), cruzando el río Changüí. A sus 33 años, y después de ser exiliado de su pueblo por el conflicto armado, y de un largo trasegar en una capital “racista”, asumió la dirección de Asuntos Étnicos del Distrito. Su reto es darle garantías a la población negra asentada en la capital que aún sufre brechas y estigmatización como las que él mismo vivió.

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Un día antes de conmemorar el Día de la Afrocolombianidad, ‘La Zafra’, una usuaria de la red social X y residente en la capital, publicó un trino denunciando que fue víctima de un episodio de posible racismo al pedir un Uber el 20 mayo en Bogotá. “Para quienes dicen que el racismo no existe en Colombia, llamé un servicio de @Uber_Col en la ciudad de Bogotá y el señor cuando vio que era una mujer negra me dijo que había cancelado el servicio porque en su carro no se montaban negros”, en seguida la mujer adjuntó el video de este episodio.

El ejemplo representa uno de los retos que persisten en la atención de poblaciones negras en la ciudad. Este 21 de mayo es una fecha para resaltar no solo los retos, pero también los esfuerzos de más de 120.000 habitantes de distintas comunidades que han conformado el tejido social bogotano en las últimas décadas.

Es este el escenario en el que David Cortés asume la dirección de Asuntos Étnicos, una oficina que se propone acciones de promoción, fomento, fortalecimiento, orientación y garantía de los derechos de los pueblos étnicos, estos son comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, pueblos indígenas, pueblo Rrom o gitano. Esta fue la conversación que sostuvo el director con El Espectador.

¿Cómo llega de Tumaco a Bogotá?

Crecí con mi familia en una zona rural a cuatro horas de Tumaco. Los días eran entregados a la pesca. Después nos mudamos a la zona urbana, donde las dinámicas eran totalmente diferentes. Desde pequeño hice parte de fundaciones y procesos sociales para estar al margen del conflicto armado que, en esta zona, es muy particular. En Tumaco la violencia se desarrolló de manera desproporcionada.

Los distintos grupos armados que alguna vez se crearon en el país, tuvieron alguna incidencia en esta zona. Por supuesto, estábamos acostumbrados a ver morir a vecinos, amigos, cada semana. Este contexto nos hizo salir de allí. Elegimos Bogotá con la percepción de ser la ciudad de las oportunidades.

¿Qué encontró al llegar?

Fue duro. Bogotá puede ser para nosotros un monstruo. Aunque, curiosamente, hoy estoy buscando desde el Distrito hacer un ejercicio de reconciliación y que la ciudad reconozca la población afrocolombiana, cuando yo llegué, sentí que Bogotá es una ciudad racista. En pequeños gestos, en las calles, cuando las personas cruzan de acera o guardan sus cosas al ver a un negro, en esos detalles se empieza a sentir la discriminación. Luego, socialmente hay brechas como en todas las poblaciones marginales. Para sostenerme trabajé en muchas cosas para sostenerme: mi primer trabajo fue como empacador en un supermercado, pero también vendí pisos, fui impulsador de productos de salud, entre muchas otras.

Su hoja de vida muestra una amplia experiencia en organizaciones como la Comisión de la Verdad, ¿cómo llegó ahí?

Entrar a la universidad, que era mi sueño, me costó bastante. Después de muchos intentos logré entrar a la Universidad Colegio de Cundinamarca a estudiar Trabajo Social. Estando allí, hice parte de procesos y semilleros de investigación en defensa de los derechos de la población estudiante y la afrocolombiana dentro de la universidad; paralelamente, estaba haciendo un proceso social de formación política con mujeres afrocolombianas que han estado las luchas de inclusión de esta población en las políticas públicas y en general en la sociedad bogotana. En la ciudad hay muchos líderes de los que aprender.

Luego de cumplir mi sueño de ser profesional, empecé mi vida laboral en la Secretaría de Educación. Más adelante hice parte del equipo de enlaces territoriales y de investigación que escribió sobre el desplazamiento de las poblaciones étnicas del país. Eso fue un hito porque las poblaciones étnicas, tanto del Pacífico como del Caribe, son las que sufrieron los empates y la crueldad y la desproporción del conflicto armado en Colombia.

¿Cómo llega a asumir la dirección de Asuntos Étnicos?

Cursé también una maestría en Los Andes, un lugar al que pensé que personas como yo no pertenecían. Con el trabajo que venía haciendo en la Comisión y participando en procesos del Ministerio de Justicia, el Distrito de alguna manera reconoció mi voz en temas étnicos y me propuso trabajar con la Secretaría de Gobierno. Lo vi como la oportunidad de poder trabajar con el alcalde y el secretario en todo lo que tiene que ver con garantía de derechos de esta población en la capital.

¿Cuál es el enfoque que le dará a esta oficina?

Bogotá tiene unos retos enormes. Nosotros entramos a implementar la política pública aprobada el año pasado y que destina recursos por $1.1 billones para cumplir los planes de acción que serán ejecutados en los próximos 12 años. En esto, estamos en medio de la concertación del Plan de Desarrollo, sobre el cual nosotros buscamos que tenga la inclusión de los temas étnicos dentro de los proyectos de articulados, dentro de los ejercicios de presupuestos metas y proyectos de inversión, y que la ejecución también sea acorde con la necesidad de la población afrocolombiana en el Distrito.

¿Cómo será la articulación con el Gobierno?

Tanto en la nación y del distrito, porque nosotros desde la administración creemos que es muy importante tener fuentes, hoy estamos trabajando con la Dirección de Asuntos Técnicos de la Unidad de Restitución de Tierra. Eso mandará un mensaje político también de que podemos dialogar y podemos conversar en otros temas.

¿Y sobre la discriminación?

Ese es el segundo eje más complejo que el anterior. Hablamos de reconciliar a Bogotá con la idea de reconocer a la población étnica en la ciudad y que la identidad bogotana tiene en su ADN una parte de afrocolombianidad. Es una población que no ha llegado únicamente ahora, sino que llegó hace mucho por el conflicto y todavía se esfuerza por hacer parte de la ciudad. Empezamos con acompañar cada uno de los procesos organizativos y dar una línea técnica y política a las entidades del Distrito para que estemos alineados en términos de la atención a la población afrocolombiana de Bogotá.

¿Qué piensa acerca de la conmemoración del 21 de mayo?

Es un día para conmemorar pero también revisar los avances de la sociedad colombiana. La fecha que se celebra data de más de 100 años atrás, con la abolición de la esclavitud, pero reconocerlo como el Día de la Afrocolombianidad es algo de no más de 20 años. Era una deuda y la deuda se mantiene en términos de superar ese rezago histórico que ha tenido la sociedad colombiana y la sociedad bogotana con la población afrocolombiana.

Población afro en Bogotá

El último censo de la población Negra, Afro, Raizal y Palenquera -NARP- registró en 2022, 4.433.528 habitantes para todo el país, y 120.101 habitantes en Bogotá que hacen parte de la construcción de la identidad bogotana a través de su legado cultural, histórico y social, lo que hace de la capital una ciudad más diversa y pluricultural.

Según cifras de la Secretaría de Planeación, en Bogotá habitan más de 118 mil personas de ascendencia negra afrocolombiana, 1.911 raizales (personas provenientes del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina) y 983 palenqueros (originarios de San Basilio de Palenque, considerado como el primer pueblo libre de América).

Bosa, Kennedy, Ciudad Bolívar y Suba encabezan la localidad con mayor índice de población NARP. En 2021, se registró un aumento del doble de esta población en Usme (con respecto a 2017), desplazando a San Cristóbal como la quinta localidad con mayor población NARP en Bogotá. La participación de San Cristóbal, a su vez, bajó en 2,7 puntos porcentuales, quedando a 2021 en un 5,1 %. También se observan aumentos en las participaciones de Kennedy y Ciudad Bolívar de 2,2 y 2,7 puntos porcentuales, respectivamente.

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