El riesgo latente de vivir cerca a una polvorería: una tragedia ignorada
Por cuarta vez los habitantes de Soacha son testigos de una explosión. Dicen estar cansados y con miedo. Por eso piden que la fábrica sea trasladada
María Angélica García Puerto
“Fue terrible. Un viento recio que arrastraba con todo”, así vivió Rosalba Céspedes la explosión, que se registró a las 4:30 de la tarde del miércoles, en la fábrica de pirotecnia ‘El Vaquero’, en Soacha. La noticia se regó tan rápido como el miedo, las llamas y la espesa columna de humo, que se levantó desde el epicentro de la tragedia. Al sitio llegaron los bomberos a controlar el caos y hacer un llamado a la calma, pero dos explosiones más aumentaron el temor.
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“Fue terrible. Un viento recio que arrastraba con todo”, así vivió Rosalba Céspedes la explosión, que se registró a las 4:30 de la tarde del miércoles, en la fábrica de pirotecnia ‘El Vaquero’, en Soacha. La noticia se regó tan rápido como el miedo, las llamas y la espesa columna de humo, que se levantó desde el epicentro de la tragedia. Al sitio llegaron los bomberos a controlar el caos y hacer un llamado a la calma, pero dos explosiones más aumentaron el temor.
“Estábamos recogiendo los juguetes de la niña. Menos mal no estábamos en la cama que queda contra el ventanal. Cuando escuché la primera explosión, se sintió tan fuerte como un temblor. En la segunda fue cuando entró la piedra y salimos corriendo. Olía mucho gas”, relató Carol Mota, vecina del barrio Santa Ana.
El balance de la tragedia fue de 41 heridos (tres de ellos siguen en la UCI del Hospital Simón Bolívar, con quemaduras de segundo y tercer grado) y una víctima fatal: Nathaly Niño, de 39 años, madre de dos hijos y quien llevaba poco más de un año trabajando en El Vaquero. “Ella ensamblaba juegos pirotécnicos”, relató Cristina Niño, tía de la víctima.
Las causas
No es la primera vez que la tragedia toca a esta empresa. En 2011 también falleció otro trabajador. “Esa vez interiorizamos una filosofía de que la pirotecnia se desarrollaría en función de la vida y seguridad de las personas, pero lastimosamente se presentó este accidente”, dijo Carlos Carvajal, representante legal de la fábrica.
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Si bien las causas son materia de investigación, Carvajal tiene algunas hipótesis: a primera, el fuerte calor, producto del sol, que habría causado la ignición en el área donde se morterea la pólvora, que es azufre, nitrato y carbón. A la pregunta de por qué en enero y febrero, que hubo una fuerte oleada de sol, no pasó nada, Carvajal señaló: “Nos toca buscar evidencias, revisar cámaras”.
La situación llevó a Carvajal a otra suposición que le comentaron los empleados. “También pudieron ser manos mal intencionadas. Antes de esta entrevista me informaron de una llamada amenazante a uno de los locales, nombrando un grupo al margen de la ley. Esto lo voy a poner en mano de las autoridades”.
Miedo de vivir cerca a una polvorería
Ventanales y techos rotos por las rocas y las esquirlas que regó la onda expansiva hacen parte del panorama que dejó la explosión. Se estima que al menos 752 viviendas, ubicadas en un radio de 200 metros, sufrieron daños materiales. Ayer, los efectos, fueron más evidentes en casas y apartamentos de los barrios Ciudadela Colsubsidio Maiporé y Santa Ana primer sector, de Soacha. Sus habitantes aún están conmocionados y confundidos sin saber ahora quién les va a responder por las afectaciones.
Precisamente sus quejas y relatos quedaron consignados en las encuestas que hicieron alrededor de 50 funcionarios de diferentes secretarías de la alcaldía de Soacha, para censar y consolidar la lista de damnificados y brindarles pronta respuesta.
“Yo salí a hacer mis ejercicios, cuando iba pasando la avenida y escuché el primer totazo. Fue fuerte. Y el otro se escuchó tres segundos después y fue más fuerte. Me paniquié, porque una esquirla de ladrillo, que vino desde esa distancia, me alcanzó, pero no me hirió”, recordó Isabel Moreno, quien vive hace 40 años en Santa Ana.
Como ella, otros residentes llevan años en el sector, y dicen que desde que la fábrica llegó en el año 2000, la tranquilidad se perdió. “Hace 35 años vivo acá. Cuando llegó la polvorería construyeron y no hablaron con nosotros. Años atrás se registraron otras tres explosiones, pero suavecitas. Se movían los vidrios, pero no se quebraban. La de ayer fue tremenda. Tengo miedo”, manifestó Edelmira Pulido Reyes.
Nidia Rubiano hace 7 años administra el conjunto Barichara y dice que ha tenido mesas de trabajo con la CAR para plantear el dilema de tener una polvorería cerca a zonas residenciales, pero no ha dado fruto. “Hemos solicitado medidas; que se trasladen, pero no nos han escuchado. Incluso se han puesto quejas por la contaminación al humedal y tampoco”.
Según Carlos Carvajal, representante legal de ‘El Vaquero’, la compañía está reglamentada por la ley 670 y la ley 2224. Sin embargo, al preguntarle sobre si han pensado cambiar de lugar, asintió y aseguró que será un tema a considerar seriamente. “Es un tema que tenemos que hablar con la junta directiva”.
Desde el 2000, el Plan de Ordenamiento Territorial de Soacha no ha cambiado. Una desactualización frente al crecimiento del municipio y el uso del suelo. No fue sino hasta 2021 con el exalcalde Juan Carlos Saldarriaga que se radicó un nuevo POT, aprobado por la CAR en diciembre de 2023. “Nosotros estamos revisando ese proyecto para establecer un ordenamiento territorial que permita pensar en una reorganización del territorio, pero también un camino hacia la industrialización y así mejorar la calidad de vida de sus habitantes”, sentenció el nuevo mandatario de Soacha, Julián Sánchez.
Por ahora, la explosión deja a unos hijos sin su madre; a unos trabajadores con graves consecuencias en su salud, a casi 140 personas con sus empleos en vilo, y a habitantes que esperan no una solución temporal para sus casas, sino medidas para sentirse seguros y a salvos.
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