El sueño del metro comienza a gestarse en el patio taller
Visitamos el lugar donde pasarán la noche los trenes y estará el cerebro de la operación de la primera línea del metro de Bogotá. De momento se avanza en la adecuación del terreno para permitir el paso de maquinaria pesada.
Diego Ojeda
En 32 hectáreas, cerca de las últimas casas en el occidente capitalino (en la localidad de Bosa), está lo que será el patio taller de la primera línea del metro de Bogotá, lugar donde comienza a materializarse el sueño de tener este medio de transporte. Al caminar por los enlodados terrenos se ven restos de lo que fue una pequeña hacienda: las limitaciones de los muros, viejas baldosas, varillas y hasta fragmentos de platos de porcelana. Sobre estos y en un terreno cuya área podría albergar 30 “campines”, trabajan decenas de obreros, que miden el lugar, remueven grandes cantidades de tierra y allanan caminos para sus máquinas.
Fue justo en este punto donde la alcaldesa Claudia López y el gerente de la Empresa Metro, Leonidas Narváez, anunciaron hace dos meses el inicio de las obras, consideradas de vital importancia para el desarrollo del colosal proyecto de ingeniería, pues en el patio taller estará el centro que controlará la operación de los trenes, así como el lugar donde pasarán la noche, recibirán mantenimiento, lavado y serán probados en una línea independiente de un kilómetro de extensión.
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Desde que se hizo ese anuncio, el terreno ha experimentado varios cambios. El más notable, el descapotado, que consiste en remover la capa de vegetación del suelo. Es por esto que el lugar se ha tornado tan lodoso (y más con la lluvia de los últimos días), pues el material que lo compone hace que este se comporte como si fuera greda, lo que a su vez se ha convertido en unos de los principales retos.
Por lo anterior, de momento se avanza en una fase previa del proyecto, que consiste en preparar el terreno para que la maquinaria pesada no se quede estancada cuando transite por el lugar. Para superar este problema, el equipo de ingenieros trabaja en poner una capa de material granulado, de 50 centímetros de espesor (conformada a su vez por dos, una de 30 centímetros y otra de 20), la cual proviene de canteras del sector de Mondoñedo y Usme.
Esperan movilizar unos 160.000 metros cúbicos de material, lo que se traduce en más de 10.600 volquetadas. Los cálculos también permiten ver que, en el pico más alto de movimiento, estarán ingresando y saliendo a diario del sector unas 200 volquetas. Pero el tiempo no da para que otros desarrollos en la obra se estanquen mientras se termina de construir esta plataforma de trabajo. En los planes está que mientras avanza su consolidación hay que ir habilitando frentes de labor, hasta que se considere que hay suficientes como para iniciar la actividad sucesora. Esto no sucederá sino hasta febrero del próximo año.
Para entonces, el paso a seguir será la instalación de unas columnas que harán parte de un terraplén (relleno de tierra), que tendrá unos 3,8 metros de altura. Teniendo en cuenta este último dato, en total se movilizará más de un millón y medio de metros cúbicos de material, unas 100.000 volquetas.
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Hasta el momento, el equipo de trabajo del Consorcio Metro Línea 1 ha avanzado conforme a lo estipulado en el cronograma. Específicamente, en este punto ha hecho labores de descapote, mantenimiento y adecuación de la vía de acceso, excavaciones (para hacer la plataforma de trabajo), instalación de un sistema de drenaje (para mitigar el impacto de las lluvias) y el cercamiento de las obras.
También se ha trabajado en algo interesante: el control de la fauna que habita en el sector. En estos meses se ha identificado la presencia de búhos y serpientes sabaneras. Pero hay una especie que ha tenido un protagonismo especial, sobre todo en los días más recientes: un halcón, que hizo su nido en uno de los árboles del predio.
Este fue identificado el 20 de agosto y desde entonces el equipo de biólogos ha hecho el seguimiento. Con la ayuda de una pértiga se pudo comprobar que este halcón (un gavilán maromero) tenía en su nido tres huevos, de los cuales solo eclosionó uno. Todos estos días han sido de aprendizaje, pues el juvenil, ya con gran parte de su plumaje formado, comenzó a emprender sus primeros vuelos. Al principio eran de un árbol a otro, y ya es capaz de cruzar el Río Bogotá para posarse en los árboles que lo rodean.
La última gran hazaña que le ha enseñado el halcón adulto es recibir la presa en vuelo. Se ha visto al gavilán maromero cazar los ratones que hay en estos predios y entregarlos a su cría, la cual los recibe, da un par de vueltas en el aire y la lleva al nido, donde la despresa e ingiere. Es importante la observación del comportamiento de estos animales, pues los árboles que utiliza (que son tres, en uno está su nido y el otro lo emplea para avistamiento) no pueden ser talados hasta que no los abandonen y se desplacen a un nuevo sector. De momento, siguen ayudando en la obra y a los vecinos del sector como controladores naturales de plagas.
Estos son algunos de los detalles de cómo avanza la gesta del metro de Bogotá, el cual tiene otro punto importante que también entró en obras recientemente. Se trata de un intercambiador vial en la calle 72, entre la avenida Caracas y la carrera 15, el cual busca aliviar el flujo vehicular en ese punto, que es a donde llegará la primera línea de este medio de transporte. Se espera que dicha obra esté lista para enero de 2023, justo antes de que comiencen las primeras obras de construcción del viaducto.
Aunque en Bogotá todavía no se ha visto el primer tren y aún faltan varios años para que eso suceda, ya se está materializando el avance de ese sueño trasnochado por décadas de dilaciones. Poco a poco se va concretando la promesa de un gran medio de transporte para la capital del país.
En 32 hectáreas, cerca de las últimas casas en el occidente capitalino (en la localidad de Bosa), está lo que será el patio taller de la primera línea del metro de Bogotá, lugar donde comienza a materializarse el sueño de tener este medio de transporte. Al caminar por los enlodados terrenos se ven restos de lo que fue una pequeña hacienda: las limitaciones de los muros, viejas baldosas, varillas y hasta fragmentos de platos de porcelana. Sobre estos y en un terreno cuya área podría albergar 30 “campines”, trabajan decenas de obreros, que miden el lugar, remueven grandes cantidades de tierra y allanan caminos para sus máquinas.
Fue justo en este punto donde la alcaldesa Claudia López y el gerente de la Empresa Metro, Leonidas Narváez, anunciaron hace dos meses el inicio de las obras, consideradas de vital importancia para el desarrollo del colosal proyecto de ingeniería, pues en el patio taller estará el centro que controlará la operación de los trenes, así como el lugar donde pasarán la noche, recibirán mantenimiento, lavado y serán probados en una línea independiente de un kilómetro de extensión.
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Desde que se hizo ese anuncio, el terreno ha experimentado varios cambios. El más notable, el descapotado, que consiste en remover la capa de vegetación del suelo. Es por esto que el lugar se ha tornado tan lodoso (y más con la lluvia de los últimos días), pues el material que lo compone hace que este se comporte como si fuera greda, lo que a su vez se ha convertido en unos de los principales retos.
Por lo anterior, de momento se avanza en una fase previa del proyecto, que consiste en preparar el terreno para que la maquinaria pesada no se quede estancada cuando transite por el lugar. Para superar este problema, el equipo de ingenieros trabaja en poner una capa de material granulado, de 50 centímetros de espesor (conformada a su vez por dos, una de 30 centímetros y otra de 20), la cual proviene de canteras del sector de Mondoñedo y Usme.
Esperan movilizar unos 160.000 metros cúbicos de material, lo que se traduce en más de 10.600 volquetadas. Los cálculos también permiten ver que, en el pico más alto de movimiento, estarán ingresando y saliendo a diario del sector unas 200 volquetas. Pero el tiempo no da para que otros desarrollos en la obra se estanquen mientras se termina de construir esta plataforma de trabajo. En los planes está que mientras avanza su consolidación hay que ir habilitando frentes de labor, hasta que se considere que hay suficientes como para iniciar la actividad sucesora. Esto no sucederá sino hasta febrero del próximo año.
Para entonces, el paso a seguir será la instalación de unas columnas que harán parte de un terraplén (relleno de tierra), que tendrá unos 3,8 metros de altura. Teniendo en cuenta este último dato, en total se movilizará más de un millón y medio de metros cúbicos de material, unas 100.000 volquetas.
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Hasta el momento, el equipo de trabajo del Consorcio Metro Línea 1 ha avanzado conforme a lo estipulado en el cronograma. Específicamente, en este punto ha hecho labores de descapote, mantenimiento y adecuación de la vía de acceso, excavaciones (para hacer la plataforma de trabajo), instalación de un sistema de drenaje (para mitigar el impacto de las lluvias) y el cercamiento de las obras.
También se ha trabajado en algo interesante: el control de la fauna que habita en el sector. En estos meses se ha identificado la presencia de búhos y serpientes sabaneras. Pero hay una especie que ha tenido un protagonismo especial, sobre todo en los días más recientes: un halcón, que hizo su nido en uno de los árboles del predio.
Este fue identificado el 20 de agosto y desde entonces el equipo de biólogos ha hecho el seguimiento. Con la ayuda de una pértiga se pudo comprobar que este halcón (un gavilán maromero) tenía en su nido tres huevos, de los cuales solo eclosionó uno. Todos estos días han sido de aprendizaje, pues el juvenil, ya con gran parte de su plumaje formado, comenzó a emprender sus primeros vuelos. Al principio eran de un árbol a otro, y ya es capaz de cruzar el Río Bogotá para posarse en los árboles que lo rodean.
La última gran hazaña que le ha enseñado el halcón adulto es recibir la presa en vuelo. Se ha visto al gavilán maromero cazar los ratones que hay en estos predios y entregarlos a su cría, la cual los recibe, da un par de vueltas en el aire y la lleva al nido, donde la despresa e ingiere. Es importante la observación del comportamiento de estos animales, pues los árboles que utiliza (que son tres, en uno está su nido y el otro lo emplea para avistamiento) no pueden ser talados hasta que no los abandonen y se desplacen a un nuevo sector. De momento, siguen ayudando en la obra y a los vecinos del sector como controladores naturales de plagas.
Estos son algunos de los detalles de cómo avanza la gesta del metro de Bogotá, el cual tiene otro punto importante que también entró en obras recientemente. Se trata de un intercambiador vial en la calle 72, entre la avenida Caracas y la carrera 15, el cual busca aliviar el flujo vehicular en ese punto, que es a donde llegará la primera línea de este medio de transporte. Se espera que dicha obra esté lista para enero de 2023, justo antes de que comiencen las primeras obras de construcción del viaducto.
Aunque en Bogotá todavía no se ha visto el primer tren y aún faltan varios años para que eso suceda, ya se está materializando el avance de ese sueño trasnochado por décadas de dilaciones. Poco a poco se va concretando la promesa de un gran medio de transporte para la capital del país.