¿El último ‘olé'? El futuro que se avecina tras prohibir las corridas de toros
Por 22 días, 12 jóvenes, entre toreros, novilleros y banderilleros, adscritos a la Escuela Taurina de Choachí, acamparon frente a la Plaza de Santamaría, para rechazar la Ley que prohíbe las corridas en el país. En diálogo con El Espectador, hablaron de sus reparos al texto y cuál será su futuro al cesar esta actividad.
María Angélica García Puerto
Fueron 14 intentos antes de que Congreso aprobara el pasado 28 de mayo la ley que prohíbe las corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas, tientas, encierros y suelta de vaquillas en Colombia. Y mientras, finalmente, el decimoquinto intento fue el vencido, en Bogotá y otras capitales del país, con tradición taurina, los afectados con la decisión expresan su malestar. Incluso, con protestas, como ocurrió en la capital de país. Pero ¿Qué viene para ellos?
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Fueron 14 intentos antes de que Congreso aprobara el pasado 28 de mayo la ley que prohíbe las corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas, tientas, encierros y suelta de vaquillas en Colombia. Y mientras, finalmente, el decimoquinto intento fue el vencido, en Bogotá y otras capitales del país, con tradición taurina, los afectados con la decisión expresan su malestar. Incluso, con protestas, como ocurrió en la capital de país. Pero ¿Qué viene para ellos?
El asunto es que, el legislativo ya se pronunció y accedió al proyecto de la senadora Esmeralda Hernández (Pacto Histórico), quien radicó el proyecto en 2023 para detener la práctica que, para ella y otros 45 congresistas, es símbolo de tortura y el maltrato animal. “Hoy Colombia hace historia. Se pone fin a 500 años de tortura animal en las plazas de toros y se abre paso a una sociedad más justa, digna y empática con el planeta y la vida”, celebró Hernández.
El informe de conciliación lo aprobaron ocho días después, con 126 votos a favor y 17 en contra. Solo resta la sanción del presidente, para que se convierta en Ley. Si el jefe de Estado firma este año, la prohibición entraría a regir en 2027. Mientras esto pasa, las ciudades donde ha sido tradición la tauromaquia podrán realizar corridas, siempre y cuando, cumplan condiciones de bienestar y protección animal y no se destine dinero público para financiar estas actividades.
Los retos que tiene el Gobierno Nacional
Se vienen tres años en los que el Gobierno tendrá varias tareas, entre ellas, sondear cuántos toros de lidia hay en el país; definir a donde los trasladarán; cómo las plazas de toreo se transformarán en escenarios culturales, y garantizar el tránsito efectivo a la reconversión económica que genera este sector.
Justo, este punto fue uno de los más álgidos, pues para congresistas como Christian Garcés (Centro Democrático), la prohibición impactará a las familias que viven de la tauromaquia. Por su parte, Ana Monsalve, representante por las comunidades afrocolombianas, señaló que “cientos de niños y niñas” en formación se verán afectados. “Hoy dejan sin trabajo a miles de personas que ni siquiera han identificado”.
Sin embargo, los promotores de la prohibición no lo ven de esta manera. Carlos Alberto Crespo, miembro de la Red Internacional Antitauromaquia, presentó en los debates cifras del portal ‘Mundotoro’, donde dice que entre el 2012 y 2023, de 222 toreros o novilleros, el 81,98 % participaron en menos de 10 corridas, es decir, ni una por año.
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Esto lo llevó a señalar que las corridas son una actividad esporádica y ninguno deriva su sustento económico de ella. “Es más coartar un gusto, en pos de un interés superior, como la protección de la vida e integridad de los animales” Para conocer la realidad detrás del impacto de la medida, el Gobierno deberá realizar un diagnóstico para determinar cuántos dependen directa y exclusivamente de las corridas, así como el número de personas que se benefician indirectamente.
Además, en los próximos tres años, deberá garantizar programas de reconversión laboral, que tengan en cuenta a todos los sectores alrededor de las corridas en el país, incluyendo asociaciones de toreros, ganaderos, cualquier gremio u organización del sector y aquellos que conforman el comercio indirecto, producto de estas actividades. “A los taurinos les decimos que participen de la reconversión. Hay oportunidades en este proyecto”, acotó el representante ponente de Alianza Verde, Alejandro García Ríos.
“No vamos a dejar de torear”
Una de las escuelas taurinas de Colombia está en Choachí (Cundinamarca). 12 jóvenes, entre toreros, novilleros y banderilleros protagonizaron desde el 26 de mayo hasta el 17 de junio un plantón al frente de la plaza de toros de Bogotá. Allí permanecieron, día y noche, en carpas, frente a la Plaza de Santamaría.
En diálogo con El Espectador, su director, Nicolás Nossa, explicó las razones de la protesta: “nunca hemos sido escuchados. Ha sido un Congreso arbitrario. De las audiencias públicas solo nos daban 2 o 3 minutos. Hasta elevamos solicitudes al ministerio de Cultura, en el sentido de que aquí no se ha dado la discusión de que es costumbre, tradición, arte y cultura”.
Él lleva 14 años con su escuela donde, dice, se formó el último matador de toros en Colombia. Se trata de José Luis de Vega, de 29 años, quien se ha presentado en países como México, Ecuador y España. Alterno a su oficio, es estudiante de administración de empresas y administrador de un reconocido restaurante en la ciudad.
“Mi mamá antes era vendedora ambulante y vendía cerca de las corridas de toros, entonces crecí escuchando a Rincón y a Ponce. Para mí la carrera es una afición. Mi profesión es ser torero y la voy a seguir ejerciendo, pero lastimosamente en países ajenos. Esperamos que la Corte revoque la Ley, porque sí hay varios vicios jurídicos”, señala de Vega.
Como De Vega, Nossa tiene claro que no va a dejar de enseñar, incluso, reconociendo que lo hará desde la clandestinidad. “El toreo es un sentimiento, es la vida misma y no vamos a dejarnos morir. Siento que somos perseguidos políticos y lo único que no pueden quitarle a uno es el sentimiento. Mientras haya niños o alguien que sueñe, estaremos ahí”.
Respecto a la reconversión económica que haría eventualmente el Gobierno, el también torero Nossa, respondió que no se van a acoger, porque “no estamos pidiendo trabajo. Tenemos un trabajo. No nos pueden obligar a hacer lo que no queremos. ¿Entonces tenemos que irnos a capacitar al Sena y luego calificar en esos proyectos que tenga el Estado? Eso es una mentira”.
Ante eventuales demandas como las que este gremio presentará, apelando al derecho al trabajo, dignidad y de expresión, la Corte Constitucional será quien revise y determine el futuro del oficio. Por ahora, Colombia deja de estar en la lista de los escasos ocho países que aún mantiene esta práctica, que contará con el espaldarazo del jefe de Estado quien, desde que fue alcalde de Bogotá, expresó su deseo de terminar con las corridas de toros.
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