En defensa de la Van der Hammen: ambiente, licencia y tradición muisca en discusión
Una veeduría ciudadana, el Cabildo Indígena y académicos se oponen al proyecto que busca intervenir 20,8 hectáreas de la reserva Van der Hammen. Alegan que la CAR no hizo estudios ambientales de alternativas para evaluar la menor afectación a la reserva. Estos son sus argumentos.
Juan Camilo Parra
Declarada una Reserva Forestal Regional Productora en 2011, la Van der Hammen, como muchos la conocen, vuelve a ser el centro de huracán entre organizaciones ambientalistas y el Distrito capital, por el proyecto en curso de la ampliación de la avenida Boyacá, que sustraería 20,8 – de 1.395,16- hectáreas de la reserva para el paso del corredor vial.
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Declarada una Reserva Forestal Regional Productora en 2011, la Van der Hammen, como muchos la conocen, vuelve a ser el centro de huracán entre organizaciones ambientalistas y el Distrito capital, por el proyecto en curso de la ampliación de la avenida Boyacá, que sustraería 20,8 – de 1.395,16- hectáreas de la reserva para el paso del corredor vial.
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El debate se ha politizado y las posturas se mueven justo cuando este viernes 15 de septiembre vuelve a socializarse el permiso ambiental que le daría el aval definitivo al proyecto para seguir adelante e intervenir las áreas. Sin embargo, organizaciones ciudadanas han interpuesto tutelas y avanzan en su propia contienda por reevaluar el concepto de la CAR (Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca) de permitir intervenir un trazado de la reserva, acción que denuncian, va en contravía con el propósito de la sentencia del 2011: reforestar la reserva y devolverle el bosque a la Sabana de Bogotá. Entonces, ¿cuáles son los argumentos de quienes defienden la reserva?
La apuesta por defender la Van der Hammen tiene varios frentes y años acumulados. Desde organizaciones ambientales a académicos, continúan elaborando estudios y estrategias para lograr reforestarla y defenderla de urbanizaciones y otras intervenciones. Existen acciones directas como la Veeduría de la Reserva Van der Hammen y Sembremos Van der Hammen; por otro lado, está el Cabildo Indígena de Suba, compuesto en su mayoría por muiscas que también han defendido los valores de la reserva e insisten en que este territorio podría ser un resguardo ancestral. A estas se suman organizaciones ambientales que, sin centrarse en la reserva, adelantan actividades para su protección. Entre otras conclusiones, parece haber un consenso entre los defensores, en que un nuevo trazado sobre la reserva complicaría la anhelada conexión entre los Cerros Orientales y el río Bogotá, el sistema de humedales y los cerros de Cota y Chía.
La obra sería un “tiro” en la cabeza de la reserva
La primera posición evaluada son los riesgos ambientales que enfrenta la reserva al ser intervenida, nuevamente. Sus defensores argumentan que, más a allá de la cantidad de hectáreas que se vayan a intervenir (juntan el 1,4% del total), se trata de la zona donde la van a intervenir y el “retroceso” en las acciones que ya se vienen adelantando para reforestar la reserva.
Al frente de su defensa, ha estado durante años Sabina Rodríguez Van der Hammen, nieta del prestigiado naturalista, Thomas Van der Hammen. Es integrante de la Veeduría Ciudadana para la Protección de la Reserva Van der Hammen y también hace parte del colectivo Sembramos a Van der Hammen. Ella ha estado siguiendo el proceso de la obra de la ampliación de la Av. Boyacá. Aclaró que la veeduría está a la espera del fallo en segunda instancia de una tutela en el caso de la sustracción de las hectáreas e interpusieron un recurso de reposición que también está a la espera de resolverse.
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“La reserva tiene un impacto positivo en el medio ambiente ya que ayuda a mitigar las afectaciones de la ciudad: hace procesos de regulación hídrica a través de los suelos de la sabana que guardan enorme riqueza; guarda una riqueza de flora y fauna innegables. Además de un valor ambiental muy importante, también encontramos un valor cultural muisca de un manejo diferente de la tierra”, señaló Sabina Rodríguez a este diario.
Manuel Rodríguez Becerra, miembro de la Alianza por la Defensa de la Sabana de Bogotá, profesor de la Universidad de los Andes, y primer ministro de Medio Ambiente del país, enfatiza en la conexión de los cerros orientales con el río Bogotá, cuya reforestación quedó siendo el objetivo principal que la CAR decretó para recobrar esta reserva a través del Acuerdo 021 de 2014.
“El doctor Thomas Van der Hammen, quizá el naturalista más importante del siglo XX en Colombia, en un estudio que hizo para la CAR, determinó lo que se denomina la estructura ecológica principal, es decir, el conjunto de ecosistemas naturales que deben ser protegidos por los servicios ecosistémicos que se prestan a Cundinamarca y Bogotá. Tiene valor ambiental, recreacional y funciona como un muro para que no haya conurbación de Bogotá por los municipios del norte de la Sabana, para que no se forme una masa de construcciones”, señaló a El Espectador Manuel Rodríguez Becerra. Agrega que la intervención, como está planteada, “interrumpe la continuidad biológica que va de los cerros al río”.
Sabina Rodríguez añade que, “la avenida Boyacá fragmentaría totalmente la reserva de extremo a extremo, impidiendo la conexión de la Sabana con el cuerpo de agua del río Bogotá. Alegan que son 20 hectáreas, pero depende de dónde se pongan, puede generar una mayor o menor afectación. Ese tramo de la Boyacá es como un tiro en la cabeza a la reserva, porque es justamente en la conectividad que se quiere lograr”.
Estudios ambientales de alternativas, ¿no se hicieron?
Un punto en el que coinciden los defensores es que, dicen ellos, los estudios que evalúan cómo hacer el recorrido de la calle de un punto A, a un punto B, evitando el mayor impacto ambiental negativo posible, no se hicieron.
“Nuestra lucha ha sido un esfuerzo de hacer un trabajo muy riguroso. Entendemos que la obra y la intervención es un trámite que se puede solicitar, pero primero había que hacer un diagnóstico ambiental de alternativas. Dentro de este diagnóstico se incluye evaluar no pasar por la reserva, ¿qué otras alternativas había? Y si no hay alternativas y definitivamente hay que pasar por la reserva, qué alternativas hay para generar menos afectaciones como elevar la vía, discutir los materiales que se van a utilizar para no dañar el suelo, toda una serie de opciones que no se hicieron”,
El profesor Manuel Becerra también dijo que esos estudios alternativos no se hicieron y que la decisión de la CAR estuvo errada en no disponer de otras opciones antes de ceder a la intervención. “El problema es que no se hizo un estudio ambiental de alternativas para saber si había alguna opción diferente que atravesar la reserva. La Sabana tiene uno de los mejores suelos del país. No hay que despilfarrarlos en obras de urbanismo”, añade el profesor.
Sobre este punto de los estudios, María del Pilar García Pachón, docente e investigadora de la Universidad Externado de Colombia, quien fue directora del Departamento de Derecho del Medio Ambiente (2009-2023), apunta que en este caso se dispuso un ‘contrapeso’, para compensar lo que se planea retirar de la reserva y que el concepto de la CAR fue concluyente.
“Imaginando que había que tomar medidas estrictas a la Alcaldía, esta compensación, se estableció de 1 a 3, cuando normalmente es de 1 a 1, por la relevancia del impacto del proyecto en su conjunto. Para poder hacer la vía, se tiene que tramitar la licencia ambiental ante la CAR. Corresponde a esta entidad analizar el impacto ambiental del proyecto”, señala García.
“Conozco el concepto que deja ver la corporación y lo que se puede ver es que el ecosistema natural está afectado, ya existe una afectación previa por actividades humanas. Según la CAR, la afectación de la sustracción no representa la totalidad de los bosques y no afecta una parte sustancial de la reserva, es el concepto técnico. Pero más allá de toda discusión creo que habría que encontrar un equilibrio entre las necesidades de la mejora de la movilidad y las de conservación.
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Tradición Muisca
Por más de 30 años Alejandro Samaca, actual autoridad indígena en Suba, ha visto crecer la urbanización en las zonas de humedales en esta localidad. Cuenta que en el Cabildo están preocupados por la obra que adelanta el Distrito en la reserva. Según él, el proceso lo hicieron de manera “express”.
“Esta reserva estuvo poblada por nuestros ancentros mucho antes del encuentro con el mundo europeo. Las tradiciones permanecen. Creemos que cortar la reserva Van der Hammen es fragmentar los caminos del agua de la reserva que aún sigue viva; conecta con la gran chucua (o humedal) de la Conejera y de Tibabuyes, con el río Funza. Rechazamos contundentemente esa forma de sacar este fragmento de la gran reserva”, señala Samaca.
Alejandro recuerda las fotos de los ‘camellones’ que tenían los Muiscas en la reserva y con la que cultivaban con materiales biodegradables que le dieron vida a la reserva. Incluso este legado hace parte del proyecto Sembramos en Van der Hammen, del cual hace parte Sabina Rodríguez y que ha iniciado un proceso de cultivo que retoma la vieja práctica. Este colectivo trabaja con más de 20 organizaciones ambientales dedicadas a diversos temas, comunidad académica y con el cabildo Indígena de Suba que ha ayudado a reconstruir los camellones.
“Es una zona que mantiene aún conexiones con el muisca campesino donde aún guarda sincretismos y se pueden todavía apreciar una chucua sagrada que es el El Conejito, que fue reconocida hace poco. Los humedales para nosotros son sagrados, por eso creemos que afectar los caminos del agua, afecta todo este respiradero”, añade Samaca.
Entre otras cosas, hay un museo sonoro de la Reserva, un disco de música electrónica con canciones hechas por distintos artistas con sonidos de la Reserva, canto al agua en la Reserva y la siembra para aportar en un bosque sonoro, trabajos apoyados por Aterciopelados.
Por su lado, la Secretaría de Ambiente dice haber consolidado la reserva a través de 90.000 árboles plantados por el Distrito (Jardín Botánico y Secretaría de Ambiente), con especies representativas como cedros, raques, arrayanes, garrochos, cerventanos, alisos y manos de oso. Afriman que la de Claudia López, ha sido la única administración en adelantar acuerdos de conservación con propietarios privados de tierras en la reserva y se han firmado 10 acuerdos de conservación que alcanzan las 73,94 hectáreas en pedios de universidades, colegios y floricultivos.
Pero volviendo a la licencia sobre la cual este 15 de septiembre hay conversaciones, dice Sabina Rodríguez Van der Hammen, “en la audiencia haremos explicitas estas objeciones que tenemos frente a la falta de contemplación de alternativas que hagan menos daño a la reserva. La ciudad debería ajustarse a las necesidades de la reserva y no estarle quitando a la reserva por aquí y por allá, por unas necesidades de movilidad o alcantarillado. Son desafíos de hacer cosas más complejas pero de eso se trata tomarse en serio la protección ambiental y más en tiempos de emergencia climática”.
“Seguiremos insistiendo en el diagnóstico de alternativas. Si la licencia ambiental se llega a otorgar sin contemplarlo, buscaremos las acciones jurídicas para controvertir esa licencia ambiental”, concluyó.
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