En Soacha: La puja por el agua entre la comunidad y una constructora
Un grupo de vecinos de la Ciudadela Sucre se opone a que un proyecto de vivienda en la zona se conecte al tubo madre que los abastece de agua. Alegan que dicha conexión fue forjada por la comunidad y que la maniobra reduciría la presión del servicio. La constructora niega la afirmación y dice que dicha conexión es temporal.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
No hay una sola de las destapadas calles de la Ciudadela Sucre sin vestigios de violencia, precariedad y dolor. Este sector, compuesto por siete barrios, es la fiel muestra del crecimiento urbano en las periferias, el cual, a su vez, se ha alimentado del desplazamiento forzado y la nefasta enfermedad urbana de los tierreros. Desde su fundación, en 1983, como asentamiento irregular, los cerca de 70.000 habitantes que llegaron hasta esta fracción de tierra han liderado numerosas luchas por el derecho a la vivienda digna.
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No hay una sola de las destapadas calles de la Ciudadela Sucre sin vestigios de violencia, precariedad y dolor. Este sector, compuesto por siete barrios, es la fiel muestra del crecimiento urbano en las periferias, el cual, a su vez, se ha alimentado del desplazamiento forzado y la nefasta enfermedad urbana de los tierreros. Desde su fundación, en 1983, como asentamiento irregular, los cerca de 70.000 habitantes que llegaron hasta esta fracción de tierra han liderado numerosas luchas por el derecho a la vivienda digna.
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En primer lugar, porque en los albores urbanísticos de la Ciudadela el polémico empresario Rafael Forero Fetecua construyó casas imponentes, a diestra a siniestra, sin garantizar el suministro de servicios públicos. Como resultado de esta improvisación, los residentes de la Ciudadela tuvieron que consolidar su sueño de una casa propia a punta de luchas ininterrumpidas, con el fin de que la luz, el agua y el gas llegaran a sus residencias.
Barrios de allí, como Rincón del Lago, San Rafael y Bella Vista —que junto a Altos de Cazucá pertenecen a la Comuna 4— impulsaron acciones populares para que las conexiones clandestinas de agua, labradas a mano por sus habitantes, no las eliminaran las autoridades. Mientras se resolvía el recurso, los moradores hicieron cadenas humanas para impedir que les cortaran el suministro del líquido vital, al que accedieron de manera artesanal.
Al menos fue así hasta 2004, cuando el tan ansiado mecanismo de acción popular resolvió que dicha conexión de agua entraba a conformar el entramado regular del Acueducto de Bogotá. A partir de entonces, como en todos los hogares con acceso a agua, los habitantes de la ciudadela recibieron su factura cada dos meses. No obstante, pese a la solemnidad del triunfo, la lucha no cesó. Incumplimientos en obras de alcantarillado, estafas a moradores incautos, por los violentos tierreros, y una reciente disputa con la constructora Los Nodos, han hecho que la gesta por el agua continúe.
La disputa con Los Nodos
Cualquier atisbo de amenaza sobre el preciado recurso del agua, por el que lucharon sin descanso, genera preocupación en la Ciudadela. Ahora el nuevo frente que moviliza a los vecinos de este sector se enfila contra una maniobra urbanística que adelanta la constructora Los Nodos. En el marco del proyecto Villas de Samantha, colindante con la Ciudadela Sucre y que contempla la construcción de 3.800 viviendas de interés social (VIS), la constructora obtuvo autorización del Acueducto de Bogotá para conectar sus redes de suministro de agua al tubo madre que, años atrás, los vecinos de la Ciudadela Sucre gestaron por su cuenta.
Dicha conexión, según pudo conocer El Espectador, está en marcha y ya abastece a las primeras 800 viviendas, que se construyeron del proyecto. La maniobra, a ojos de la comunidad, representa un atropello a la acción popular, con la cual legalizaron la conexión de agua. Marta Chica, residente de la Comuna 4, que ha liderado varios plantones en el punto de intervención, dice que dicha conexión se hizo en contravía de los intereses de la comunidad.
“Los residentes de la Ciudadela Sucre no han dado el permiso para que esa construcción obtenga agua de ese tubo madre. Ese tubo tiene cuatro conexiones, de las cuales la constructora se tomará tres, por lo que la presión del agua que llega a nuestros barrios se verá afectada, pues no alcanzará a subir el agua suficiente”.
En paralelo, la lideresa exige que la constructora trabaje en su propia conexión, desde la autopista Sur, tal y como ellos lo hicieron años atrás. Por el momento, la comunidad radicó un derecho de petición a la Alcaldía que, dicen ellos, no les han contestado. El Espectador intentó comunicarse con la administración municipal, pero no obtuvo respuesta.
“La conexión es temporal”: constructora
Este diario contactó al gerente de la constructora Los Nodos, Luis Humberto Daza, para conocer si contaban con los permisos para adelantar la conexión. El gerente de la firma, que ya ha ejecutado otros dos proyectos inmobiliarios en el municipio, afirma que es respetuoso de las inquietudes planteadas por la comunidad. No obstante, sostiene que dicho escepticismo está sustentado en la desinformación sobre la maniobra para abastecer de agua al complejo habitacional.
“Hay un fenómeno que se debe entender, porque es ahí donde empiezan los malentendidos. Las redes, no importa quién las construya, sea la comunidad, nosotros o cualquier tipo de actor, pasan a ser propiedad del municipio en donde se instalan una vez se culminan. Debemos recordar que la Empresa de Acueducto no puede ser propietaria de ningún bien por fuera de Bogotá, por lo cual Soacha recibe dichas redes a través de un acuerdo de comodato”. En este sentido, Daza defiende que el tubo madre no es propiedad de nadie y, mucho menos, el recurso hídrico, al que, según él, tienen derecho tanto los habitantes de la ciudadela como los del complejo urbanístico de Los Nodos.
Por lo tanto, añade Daza, cualquier tipo de actividad relacionada con la conexión a dicho tubo debe ser autorizada por la Empresa de Acueducto. Dichos permisos, explica el gerente, se le otorgaron a través de un acta de compromiso firmada en 2017 que, grosso modo, permitía la conexión para abastecer agua a las primeras 800 viviendas, mientras la constructora adelantaba los estudios para desplegar una nueva red de acueducto y alcantarillado, con la suficiente potencia para abastecer al próximo bloque de viviendas a construir, que serían 1.800.
“Esperamos que los estudios sean aprobados a más tardar en tres meses, por lo que, en 2025, el proyecto comenzaría la construcción de su propia red de suministro. Mientras esto ocurre, la empresa nos deja tomar una porción del agua de la Ciudadela, la cual está delimitada técnicamente para que no afecte su aprovisionamiento”, explicó Daza.
La financiación de esta nueva red correría por cuenta de la constructora y traería consigo la construcción de andenes en calles colindantes de la Ciudadela. Dicha obra no corresponde a una carga urbanística, sino a una medida de protección, para evitar conexiones ilegales. Para que esto ocurra solo falta que el Acueducto estampe su firma de aprobación en los planos. De manera tal que, si todo ocurre conforme a los planes de la firma, a mediados del año entrante el proyecto se desconectaría de la fuente de abastecimiento de la discordia.
Acueducto responde
El Espectador se contactó con el Acueducto de Bogotá para verificar la licencia de conexión para el proyecto urbanístico. En efecto, la entidad confirmó que la constructora Los Nodos cuenta con disponibilidad técnica para la prestación del servicio de acueducto y alcantarillado. De igual forma, la empresa confirmó que el desarrollador urbanístico está formulando los diseños técnicos para abastecer a los usuarios de los nuevos edificios. En consecuencia, el Acueducto reafirmó que el proyecto Villas de Samantha cuenta con licencias municipales.
En cuanto a la conexión de la discordia, la entidad confirmó que esta cuenta con una autorización provisional desde las redes oficiales. Respecto al tema de la presión, este diario conoció que la conexión no implica ningún tipo de afectación a los demás usuarios del entorno, que están vinculados en su mayoría por el denominado ciclo I o servicio provisional, porque se abastecen a través de redes comunitarias.
En tiempos de sed, como los actuales, no resulta extraño que cualquier sospecha sobre el abastecimiento del recurso reviva viejas heridas del pasado. Por un lado, se encuentran las legítimas demandas de una comunidad maltratada por la precariedad y el abandono. Al frente, una iniciativa urbanística que, al tener la documentación en regla, deberá demostrar en los próximos meses que todos los cálculos anunciados son los indicados.
Solo así, tantos los moradores de la Ciudadela como los nuevos propietarios de vivienda interés social podrán garantizar que de sus llaves brote el preciado fluido que hoy encabeza todas las discusiones de ciudad y de región.
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