Entre el temor y la esperanza: así es el día a día buscando a Sara Sofía Galván
Encontrar a la pequeña, que cumplió dos años mientras las autoridades y su familia la buscan, ha sido una misión que ha tenido tantas hipótesis como frustraciones. Así es un día en su búsqueda.
“Así me toque ir a donde tenga que hacerlo, seguiré buscándola viva”, afirma Xiomara Galván, quien asegura que no bajará los brazos hasta saber qué ocurrió después de ese calamitoso 15 de enero, cuando vio por última vez los ojos azules de su sobrina Sara Sofía.
Han pasado casi cien días desde ese viernes y no existe una versión completa y corroborable de su paradero, pues las explicaciones que desde entonces han dado Carolina Galván —la mamá— y Nilson Díaz —su supuesto compañero sentimental— son contradictorias. Por eso la búsqueda de la pequeña va en dos direcciones: hallarla viva, tras haber sido víctima de trata de personas, o encontrarla sin vida, luego de haber sido lanzada al río Tunjuelito.
Un viaje en búsqueda de respuestas
Con el corazón en la boca, Xiomara decidió tomar carretera hacia Bucaramanga (Santander), el pasado 15 de abril, para escuchar a cinco personas que le aseguraron haber visto a la pequeña en esa ciudad y sus alrededores. Uno de ellos, un peluquero, afirmó que le cortó el cabello a principios de febrero; los otros han coincidido en que la han visto con personas extranjeras, pidiendo limosna en las calles.
Sin embargo, estos relatos son tan variados como especulativos y deben ser validados por las autoridades y, a su manera, por Xiomara, pues todos señalan haberla visto hace unas semanas, lo que dificulta la posibilidad de verificar con precisión la información.
Ante esa situación de angustia, la tía de Sara Sofía tomó la decisión de ofrecer una recompensa económica por información que ayude a encontrarla. “En Bogotá, la Policía sigue buscándola como si estuviera muerta, así que tomé la decisión de buscarla viva en donde me han dicho que la han visto”, dijo Galván a El Espectador.
Un río complejo para buscar
Mientras tanto, miembros de la Policía y de la Defensa Civil Colombiana, a pie y en botes, hacen lo humanamente posible para hallar a la pequeña en un tramo de quince kilómetros sobre el río Tunjuelito (en inmediaciones de las localidades de Bosa y Kennedy), desde el barrio Class Roma hasta un lugar conocido como “compuertas”, en donde hay una represa rudimentaria junto a la planta de tratamiento del Acueducto.
Rolando Forero lleva doce años siendo voluntario de este equipo de socorristas, siete de los cuales los ha dedicado a labores de búsqueda y rescate en ese río. Él es uno de los líderes del operativo para encontrar el cuerpo de la niña en estas aguas turbias, que llevan en su corriente basura, desechos, muebles, ropa vieja y hasta llantas. Es un hombre con experiencia en estos casos, pues ha liderado siete búsquedas de cuerpos humanos en la zona. Por eso no vacila en señalar la dificultad de hallar en ese lugar un cuerpo con las característica de la niña, después de tanto tiempo: “Es un río muy complicado de navegar y hacer una búsqueda centímetro a centímetro es muy difícil. Ha llovido mucho, llevamos casi tres meses y las condiciones siguen siendo muy complejas”.
En medio de una jornada de búsqueda, Forero le explicó a El Espectador que tienen treinta puntos estratégicos en los que se concentran primordialmente las tareas y que en un día de labores pueden hacer un barrido de quince a veinte metros lo más minuciosamente posible, ayudados con herramientas como palas de tres metros de largo y un ancla.
Incluso han intentado reconstruir la ruta que pudo haber tomado su cuerpo, usando maniquíes con la talla y el peso de Sara Sofía, tras haber sido lanzada desde el punto en el que Nilson Díaz afirmó haberlo hecho. Sin embargo, el experimento ha sido en vano y a la fecha siguen sin rastros de la niña ni de la cobija en la que supuestamente iba envuelta.
A pesar del esfuerzo de los voluntarios que recorren el río Tunjuelito y hacen esta labor por puro altruismo, en su interior enfrentan diariamente un miedo, aun cuando el objetivo de su búsqueda sea ese: encontrar a la pequeña. “Sería algo muy triste y muy difícil. Preferiría que ella estuviera en otro lado bien, que apareciera en el exterior o en otro lugar con vida, no en este río que está tan contaminado”, manifestó Rolando.
Por la desaparición de Sara Sofía Galván, tanto su mamá como Nilson Díaz están en prisión mientras avanza la investigación en su contra. La Fiscalía les imputó el delito de desaparición forzada que, en el mejor escenario, les representaría una condena de 45 años por tratarse de una menor de edad. No obstante, dependiendo del rumbo que tome el caso, también se enfrentarían al delito de homicidio o de trata de personas, penalizado con 23 años de prisión.
Tristemente, son comunes los casos en que menores de edad desaparecen sin dejar rastro y jamás regresan. En lo que va corrido de 2021, otras tres niñas desaparecieron en Bogotá semanas después de ella: Paula Andrea Díaz Roncancio (de un año), el 8 de febrero; Ashly Lorena García Apache (de dos años), el 10 de febrero, y Hanna Isabella Ramírez Riaño (de seis años), el 14 de febrero.
En el caso Sara Sofía, que ha recibido la atención de las autoridades por tener los reflectores mediáticos encima, la Policía no ha dado más información sobre los “elementos contundentes” que dicen tener en el proceso, debido a la reserva sumarial. Entre tanto, Xiomara Galván sigue firme en que “hasta que no me muestren una prueba contundente de que no está viva, la voy a seguir buscando”.
“Así me toque ir a donde tenga que hacerlo, seguiré buscándola viva”, afirma Xiomara Galván, quien asegura que no bajará los brazos hasta saber qué ocurrió después de ese calamitoso 15 de enero, cuando vio por última vez los ojos azules de su sobrina Sara Sofía.
Han pasado casi cien días desde ese viernes y no existe una versión completa y corroborable de su paradero, pues las explicaciones que desde entonces han dado Carolina Galván —la mamá— y Nilson Díaz —su supuesto compañero sentimental— son contradictorias. Por eso la búsqueda de la pequeña va en dos direcciones: hallarla viva, tras haber sido víctima de trata de personas, o encontrarla sin vida, luego de haber sido lanzada al río Tunjuelito.
Un viaje en búsqueda de respuestas
Con el corazón en la boca, Xiomara decidió tomar carretera hacia Bucaramanga (Santander), el pasado 15 de abril, para escuchar a cinco personas que le aseguraron haber visto a la pequeña en esa ciudad y sus alrededores. Uno de ellos, un peluquero, afirmó que le cortó el cabello a principios de febrero; los otros han coincidido en que la han visto con personas extranjeras, pidiendo limosna en las calles.
Sin embargo, estos relatos son tan variados como especulativos y deben ser validados por las autoridades y, a su manera, por Xiomara, pues todos señalan haberla visto hace unas semanas, lo que dificulta la posibilidad de verificar con precisión la información.
Ante esa situación de angustia, la tía de Sara Sofía tomó la decisión de ofrecer una recompensa económica por información que ayude a encontrarla. “En Bogotá, la Policía sigue buscándola como si estuviera muerta, así que tomé la decisión de buscarla viva en donde me han dicho que la han visto”, dijo Galván a El Espectador.
Un río complejo para buscar
Mientras tanto, miembros de la Policía y de la Defensa Civil Colombiana, a pie y en botes, hacen lo humanamente posible para hallar a la pequeña en un tramo de quince kilómetros sobre el río Tunjuelito (en inmediaciones de las localidades de Bosa y Kennedy), desde el barrio Class Roma hasta un lugar conocido como “compuertas”, en donde hay una represa rudimentaria junto a la planta de tratamiento del Acueducto.
Rolando Forero lleva doce años siendo voluntario de este equipo de socorristas, siete de los cuales los ha dedicado a labores de búsqueda y rescate en ese río. Él es uno de los líderes del operativo para encontrar el cuerpo de la niña en estas aguas turbias, que llevan en su corriente basura, desechos, muebles, ropa vieja y hasta llantas. Es un hombre con experiencia en estos casos, pues ha liderado siete búsquedas de cuerpos humanos en la zona. Por eso no vacila en señalar la dificultad de hallar en ese lugar un cuerpo con las característica de la niña, después de tanto tiempo: “Es un río muy complicado de navegar y hacer una búsqueda centímetro a centímetro es muy difícil. Ha llovido mucho, llevamos casi tres meses y las condiciones siguen siendo muy complejas”.
En medio de una jornada de búsqueda, Forero le explicó a El Espectador que tienen treinta puntos estratégicos en los que se concentran primordialmente las tareas y que en un día de labores pueden hacer un barrido de quince a veinte metros lo más minuciosamente posible, ayudados con herramientas como palas de tres metros de largo y un ancla.
Incluso han intentado reconstruir la ruta que pudo haber tomado su cuerpo, usando maniquíes con la talla y el peso de Sara Sofía, tras haber sido lanzada desde el punto en el que Nilson Díaz afirmó haberlo hecho. Sin embargo, el experimento ha sido en vano y a la fecha siguen sin rastros de la niña ni de la cobija en la que supuestamente iba envuelta.
A pesar del esfuerzo de los voluntarios que recorren el río Tunjuelito y hacen esta labor por puro altruismo, en su interior enfrentan diariamente un miedo, aun cuando el objetivo de su búsqueda sea ese: encontrar a la pequeña. “Sería algo muy triste y muy difícil. Preferiría que ella estuviera en otro lado bien, que apareciera en el exterior o en otro lugar con vida, no en este río que está tan contaminado”, manifestó Rolando.
Por la desaparición de Sara Sofía Galván, tanto su mamá como Nilson Díaz están en prisión mientras avanza la investigación en su contra. La Fiscalía les imputó el delito de desaparición forzada que, en el mejor escenario, les representaría una condena de 45 años por tratarse de una menor de edad. No obstante, dependiendo del rumbo que tome el caso, también se enfrentarían al delito de homicidio o de trata de personas, penalizado con 23 años de prisión.
Tristemente, son comunes los casos en que menores de edad desaparecen sin dejar rastro y jamás regresan. En lo que va corrido de 2021, otras tres niñas desaparecieron en Bogotá semanas después de ella: Paula Andrea Díaz Roncancio (de un año), el 8 de febrero; Ashly Lorena García Apache (de dos años), el 10 de febrero, y Hanna Isabella Ramírez Riaño (de seis años), el 14 de febrero.
En el caso Sara Sofía, que ha recibido la atención de las autoridades por tener los reflectores mediáticos encima, la Policía no ha dado más información sobre los “elementos contundentes” que dicen tener en el proceso, debido a la reserva sumarial. Entre tanto, Xiomara Galván sigue firme en que “hasta que no me muestren una prueba contundente de que no está viva, la voy a seguir buscando”.