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¿Es hora de marginar o de sumar a los motociclistas a la ecuación de seguridad?

Las autoridades dicen que las restricciones ayudan a la seguridad, pero las cifras muestran que no son el motivo de la inseguridad. Entre Bogotá y la sabana suman 1,3 millones de motos. ¿No servirán más como aliados?

Luis Miguel Castellanos Barragan
10 de abril de 2022 - 02:00 a. m.
 En Bogotá, de acuerdo con el RUNT, hay matriculadas 510.376 motos, de las cuales 445.403 son de cilindraje menor a 200 cc. / Jose Vargas
En Bogotá, de acuerdo con el RUNT, hay matriculadas 510.376 motos, de las cuales 445.403 son de cilindraje menor a 200 cc. / Jose Vargas
Foto: JOSE VARGAS ESGUERRA
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Son domiciliarios, mensajeros, escoltas, estudiantes o padres de familia quienes usan la moto como transporte o fuente de empleo. Ese sería el perfil de los casi 520.000 motociclistas con su vehículo matriculado en la capital (más 820.000 en los municipios de la sabana). Y precisamente por esas condiciones fue que se sintieron vulnerados cuando, a finales de marzo, la alcaldesa Claudia López anunció cinco medidas para atacar la inseguridad.

En especial, dos anuncios encendieron la protesta de miles de conductores: tener que marcar casco y chaleco con la placa de su moto y la prohibición de llevar parrillero los jueves, viernes y sábados, entre las 7:00 p.m. y las 4:00 a.m. Todos coincidieron en que era una estigmatización y les impedía tener una movilidad libre y segura. “No somos delincuentes. Es como si creyeran que todos los motociclistas que vamos acompañados fuéramos a robar o a matar”, expresaron inconformes.

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Pese a que el Distrito insiste en que, según las estadísticas de la Secretaría de Seguridad y la Policía, las noches en las que aplicará la medida, la criminalidad aumenta su actividad, el hecho de bajar de la moto a los acompañantes no necesariamente garantizaría seguridad y la disminución de la delincuencia. Al menos es lo que se infiere de los datos de la Policía. Por ejemplo, en el caso de los 5.753 homicidios registrados entre 2018 y 2021, en 5.509 el asesino iba a pie; en 134, era conductor (40) o pasajero (94) de una moto, y en 110 iba en otro vehículo. Y con los hurtos a personas la tendencia es similar. Al analizar las denuncias de la última década (2011-2021), con casi 640.00 registros, en uno de cada diez el ladrón iba en moto.

Esta primera revisión estadística deja dos reflexiones: que las estrategias contra la inseguridad se deben pensar de manera global, como indican los expertos, y que un delincuente no necesita acompañante para atracar o matar. Por eso, desde que la mandataria hizo el anuncio y hasta este miércoles, Bogotá vio un río de motociclistas expresando su rechazo y exigiendo una reunión con la alcaldesa, no solo para quejarse, sino para llegar a acuerdos.

Fue así como en la noche del miércoles, día de la mayor movilización, López concilió con líderes de las organizaciones de motos que la restricción, en la franja propuesta, únicamente sería para acompañante hombre y que la marcada de casco y chaleco sería casi voluntaria. Este acuerdo, además de reflejar voluntad y actitud propositiva, revela otra cara de la moneda: ¿es efectiva la manida medida de seguridad, que además no reflejaría mayor impacto?

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“De lo que se acordó en esa mesa entre el Distrito y los motociclistas, hay dos cosas claves: que la medida no será permanente, pues en el pasado, cuando es constante, los delincuentes buscan otras formas de moverse, y que se evaluará el proceso mensualmente, no solamente frente a esta medida, sino a la seguridad vial y las redes de apoyo de seguridad y de información con las autoridades”, indicó Andrés Nieto, experto en seguridad. Entre el Distrito y los motociclistas se acordó que el 30 de junio habrá otro encuentro, para analizar la medida, a la luz de las cifras de seguridad.

Así le ha ido a la restricción

Justo hace un año, tras el homicidio de un policía en el norte de Bogotá, la alcaldesa hizo un anuncio similar: prohibió la circulación de domiciliarios con parrillero. Aunque la medida era más específica, la inseguridad no cambió. Los hurtos por falsos domiciliarios no cesaron.

Así lo muestran las cifras de seguridad: en marzo de 2021 (cuando se implementó la medida) hubo 78 homicidios y en los meses siguientes aumentaron. Entre marzo y junio sumaron 401 asesinatos, un promedio de cien al mes (solo en junio fueron 119). Algo similar sucedió con las denuncias por hurto: en marzo de 2021 fueron 8.889 y hasta junio sumaron 33.729, un promedio de 8.440 mensuales (en junio fueron 8.937). La comparación con años anteriores no muestra mucha diferencia, a excepción del 2020, cuando inició la pandemia. Para el 2019, tomando como ejemplo el período entre marzo y junio, esta vez sin restricción de parrillero, en la capital se cometieron 344 homicidios (57 menos que cuando se implementó la medida) y 42.356 hurtos a personas (8.627 más que en 2021).

En un puente festivo de octubre del 2021 se aplicó la restricción general de circular con parrillero en las noches del viernes, sábado, domingo y lunes. Y en octubre y noviembre se contaron 194 homicidios y 21.360 hurtos, mientras que en el mismo período de 2019 (sin restricción) fueron 180 y 22.340, respectivamente. La delincuencia no disminuyó considerablemente.

Como lo expresan los conductores, el uso de moto no es directamente proporcional a la comisión de delitos. Y si bien, algunos criminales lo aprovechan, la mayoría son personas que la usan por necesidad. Los trancones, las distancias y los factores del transporte público (precio y servicio) han disparado su compra en Bogotá y la sabana, donde las motos de bajo cilindraje son comunes.

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Según el RUNT, en Bogotá hay 510.376 motos, de ellas 445.403 tienen un cilindraje menor a 200 cc, que usualmente son para trabajo. En los municipios cercanos, como Chía, Soacha, Funza, Madrid, Cajicá, El Rosal, Cota, La Calera y Mosquera, donde muchos viajan a Bogotá, hay 835.000, de ellas 770.000 tienen un cilindraje menor a 200 cc. “Medidas como el aumento del pasaje en Transmilenio contribuyeron al aumento de las motocicletas. Esta no es que sea una solución a la movilidad, sino un buen servicio. Si no mejoran la seguridad y la comodidad en el transporte público, seguirá creciendo el parque automotor”, dijo José Stalin Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la U. Nacional.

Así las cosas, el Distrito debería plantearse dos objetivos antes de mitad de año: pensar en una política integral de seguridad, ahora que se está bajo amenaza terrorista, y pensar cómo mejorar y aprovechar las relaciones con los motociclistas, que además de ser cada vez más, la mayoría son ciudadanos de bien. ¿No valdrá la pena, en vez de seguir usándolos cada tanto para publicitar acciones cortoplacistas de seguridad, sumarlos como aliados para trabajar por ella? Es una idea.

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sulfuratus(70968)10 de abril de 2022 - 02:25 p. m.
Lo que hay es que sacar de las calles a esos malandros(as) que no respetan las normas de tránsito.
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