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“El futuro está en el campo, porque si no hay comida, no hay vida”... “Para mí el futuro es libre de guerras, de clases sociales”... “A veces sueño y me gustaría verme en un cargo desde el cual pudiera enseñarle a la gente que todo se puede”... Esas fueron las respuestas de algunos bogotanos a la pregunta “¿cómo ven el futuro y cuál sería el escenario ideal?”, que les planteó la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. Sus visiones son ejemplo de cómo el imaginar escenarios lleva intrínseca una mirada personal influenciada, no solo por vivencias y culturas, sino por todo lo que nos rodea.
Pero, parece que para otros imaginar un mundo esperanzador es difícil, en especial en una ciudad donde el 61 % cree que las cosas van mal, como lo reveló la última encuesta Invamer. Sin embargo, si bien, “los problemas inmediatos y los esfuerzos de cada día te quitan la imaginación”, como lo dice el profesor italiano Paolo Cardini, quien trabaja sobre diseño especulativo, basados en el pensamiento crítico, “la falla está en creer que el pensamiento del futuro tiene que ser incremental. “Tienes que imaginar lo que puede ser; luego volver atrás, y empezar a construir”.
¿Qué es el futuro y cómo lo ven los jóvenes?
— Carlos F. Galán (@CarlosFGalan) November 13, 2024
Con la Escuela de Futuros queremos que los jóvenes de Bogotá se inspiren, creen y proyecten la ciudad que sueñan. Con el arte y la cultura, abrimos el camino para imaginar los posibles futuros de nuestra ciudad.
Nuestra apuesta es… pic.twitter.com/iWrFM8BMCk
Cultura que une
Pero ¿cómo controvertir esa desesperanza en el futuro? La pregunta tiene peso, en especial, luego de que el alcalde Carlos Fernando Galán y el secretario de Cultura, Santiago Trujillo, ratificaron que, tras la pandemia y el estallido social, en Bogotá hay ausencia de relatos de futuro. “Los jóvenes decían que no veían futuro posible y por eso salían a las calles a pedir validación de sus prácticas e identidades culturales”, señala Trujillo.
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Conscientes de esa sensación, vieron la necesidad de incluir en el Plan de Desarrollo una estrategia como la ‘Escuela de Futuros’, que apunta a involucrar a las comunidades en la tarea de crear colectivamente narrativas, como dispositivo de aprendizaje y diálogo social, para la construcción de un nuevo sentido del futuro. Es decir, “las apuestas de futuro no solo son el relato de políticos o economistas. Buscamos futuros que se puedan pintar, coreografiar, actuar, cantar, escribir, filmar... Esa será la apuesta medular de la propuesta, donde la cultura y el arte serán el medio para unir lo que la política divide”, explica el secretario de Cultura.
Esta visión la complementa el profesor Cardini: “está bien pensar en futuros no buenos. La clave es chequear a menudo, entre comunidades, ¿qué está pasando?, ¿cuál es nuestro futuro?, ¿cómo enseñar a otros barrios? El futuro tiene que ser experiencial y enseñar lo que crees que es verdad, desde lo tangible. Que la gente pueda creer que es posible”.
Así es la ‘Escuela de Futuros’
“La cultura tendrá un papel protagónico en la visión y planeación de Bogotá. Por eso, planteamos la apuesta de construir confianza”, resalta Trujillo. Para hacerlo, desde la Secretaría diseñaron cinco líneas de acción, bajo la estrategia ‘Escuela de Futuros’, entre ellas 1) la de Descolonizar el Futuro, enfocado en la estética y la ética, como herramientas para proyectar un bienestar común; 2) la Creatividad e Imaginación Colectiva, para fortalecer la diversidad cultural y los vínculos comunitarios; 3) las Ciudades Imaginadas, centradas en cómo el espacio público actúa como un escenario cultural abierto; 4) la Creación de Políticas públicas, que integren tanto las prácticas estéticas como herramientas para imaginar y crear futuros más inclusivos, y 5) los Pluriversos, que se enfocan en relaciones que prioricen, no solo el cuidado personal, sino el planeta.
Todo esto se realizará a través de talleres, seminarios, espacios académicos, apuestas de formación, procesos de cualificación, pero, sobre todo, por medio de un exploratorio que tendrá espacios para la experimentación de procesos de creación colectiva con artistas (Residencias estéticas o creativas); espacios colaborativos en las bibliotecas y los Centros de Felicidad, para afianzar las prácticas estéticas de artistas y creadores residentes en la capital, y escenarios de experimentación creativa entre artistas y creadores de Iberoamérica.
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“De aquí saldrán cuentos, coreografías, seminarios, diálogos, canciones, ilustraciones, todas en clave de cómo nos soñamos, no solo el futuro de Bogotá sino de nuestras identidades en el territorio”, asegura Trujillo.
¿Hacia dónde apunta el futuro de Bogotá?
Responder a esto puede tener muchas aristas, pero para este caso, un primer paso es descolonizar el futuro imaginado por y para Bogotá, de aquellos planificadores de hace un siglo. Así lo asegura Santiago Castro, filósofo colombiano conocido por sus trabajos en el campo del pensamiento decolonial. “Hace 100 años estábamos pensando el futuro de la ciudad y el balance es que en esa huida hacia adelante, de la mano del diseño y planificación, se tropezó con el agotamiento de recursos básicos como combustibles fósiles. Por eso, necesitamos un nuevo modelo que, en lugar de expandir el urbanismo, se concentre en reactivar política y económicamente lo local. Eso no implica un repliegue a la tecnología”, agrega Castro.
Sobre esto último, Will Salamanca, realizador audiovisual y director de Sala 4 Films, vaticina que herramientas como la IA, que han generado incertidumbre (ante la posibilidad de que pueda reemplazar roles como el de los guionistas), será un apoyo, pero nunca reemplazarán el sentir que imprime un ser humano. “A pesar de que haya herramientas tecnológicas poderosas, siempre el sentir del artista va a estar por encima y esas son las obras que van a sobresalir, porque todo lo de la IA se puede parecer”.
Activar la imaginación y la creatividad colectiva para crear los ‘Futuros de Bogotá’ es la esencia de esta estrategia distrital. No solo la academia hace parte de la ecuación, también las mismas comunidades barriales, que son fundamentales para converger esos futuros individuales y así tejer lazos de confianza, en una ciudad que cada día se piensa diferente y quiere ser mejor.
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