Extorsión: cárceles, bandas multicrimen y el rastro de muerte de ‘Satanás’ en Bogotá
Una comerciante bogotana fue asesinada por la banda Satanás, en agosto, tras recibir amenazas. Mientras el Gaula avanza en la identificación de la temida banda, los delincuentes siguen aprovechando toda oportunidad para extorsionar.
Juan Camilo Parra
Una bala envuelta en una carta. Esa fue la encomienda que recibió Blanca Myriam Morales Pastrana, de 45 años, el pasado sábado 26 de agosto. Esta mujer, madre de dos hijas, estaba en su local de Surtiaves 22, un asadero de pollos del barrio Fontibón Centro. En la hoja blanca, que envolvía un proyectil calibre 38, había una inscripción con marcador negro que decía: “La felicidad y la tranquilidad no tienen precio. Comunícate o la próxima vez que envíe a tu negocio será a hacer un derramamiento de sangre. Att: Satanás”. El mensaje terminaba con un número de celular, que empezaba con el indicativo +52 (de México).
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Una bala envuelta en una carta. Esa fue la encomienda que recibió Blanca Myriam Morales Pastrana, de 45 años, el pasado sábado 26 de agosto. Esta mujer, madre de dos hijas, estaba en su local de Surtiaves 22, un asadero de pollos del barrio Fontibón Centro. En la hoja blanca, que envolvía un proyectil calibre 38, había una inscripción con marcador negro que decía: “La felicidad y la tranquilidad no tienen precio. Comunícate o la próxima vez que envíe a tu negocio será a hacer un derramamiento de sangre. Att: Satanás”. El mensaje terminaba con un número de celular, que empezaba con el indicativo +52 (de México).
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La mujer le mostró la carta a su familia. Ellos le recomendaron que denunciara. Ese fin de semana vivió momentos de tensión y zozobra, pues notó que sujetos extraños rondaban su negocio. El lunes 28 no dudó en denunciar y en la mañana se dirigió a la URI de La Granja, en Engativá. En la tarde, volvió al asadero. Estaba asustada y más luego de una llamada en la que un sujeto preguntó por ella. “¿Hablo con Blanca?”. Ella respondió que sí. Luego le colgaron.
La mujer alcanzó a llamar a su familia y les contó sobre la llamada. Apenas transcurrieron unos minutos cuando un sujeto entró al asadero y se quedó observándola. Ella alzó la mirada y el sicario le apuntó en el rostro y disparó. Blanca alcanzó a esquivar la primera bala y se tiró debajo de una mesa. El asesino la siguió y la asesinó. Los comensales huyeron, hubo caos y dolor: Blanca llevaba más de 20 años en el local donde la mataron.
Pasado el funeral de doña Blanca, su familia volvió al barrio y se acercaron al asadero, que estaba cerrado y en la fachada encontraron pegada una cartelera rosada, que contenía unos fragmentos de la canción La vida no vale nada, del cantautor cubano Pablo Milanés. Decía: “La vida no vale nada si no es para perecer / Porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama. / La vida no vale nada si yo me quedo sentado / Después que he visto y soñado que en todas partes me llaman. / La vida no vale nada cuando otros se están matando / Y yo sigo aquí cantando, cual si no pasara nada”.
Tras el rastro de Satanás
Blanca no fue la única en recibir un mensaje de estos ese sábado 26 de agosto. Otro comerciante, de un asadero del mismo barrio, recibió uno igual. “No había una petición específica con ese mensaje. Lo raro es que dejan un número que no es de Colombia. Supimos que esa banda Satanás ha pedido montos de $30 millones a otros comerciantes. Blanca nunca fue amenazada antes”, señaló a El Espectador una persona que pidió reserva de su nombre.
El caso de esta comerciante es uno de los primeros de extorsión que llegó a tal extremo de violencia, pues escaló al asesinato de una madre de dos hijas (de 17 y 25 años). “Nos preguntamos si sabían que iba a denunciar”, agrega la fuente. Lo cierto es que, aunque el empleo de cartas extorsivas en Bogotá es una modalidad que apenas alcanza el 2,85 % y las amenazas presenciales el 15,65 %, la capital ha sido escenario de otro tipo de intimidaciones como granadas, disparos en fachadas de locales y grafitis en negocios, con las siglas del Clan del Golfo. Todo esto denota un patrón de violencia urbana, detrás de la cual hay una estructura de crimen organizado que busca posicionarse a sangre y fuego.
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“Hechos como estos, así de violentos, no son frecuentes en ciudades como Bogotá. Sin embargo, cuando los vemos, puede haber detrás un grupo criminal que apenas se está estructurando y quieren enviar un mensaje claro. Cuando la extorsión está ya enquistada dentro de los comerciantes, no tienen que acudir a estos métodos y, en su lugar, aplican lo que en el crimen se llama el ‘ejercicio controlado del crimen’”, analiza el experto y asesor en seguridad Luis Echavarría.
Sicarios: también extorsionados
Las células de Satanás se han extendido por toda la ciudad, a pesar de que este año han sido capturado más de 35 delincuentes de esta estructura. Incluso, el pasado 5 de septiembre, en su más reciente operativo, el Gaula Bogotá logró aprehender a ocho delincuentes. Entre ellos el presunto sicario que habría confesado el asesinato de la señora Blanca. Lo que hallaron las autoridades fue una suerte de culto de terror, detrás del cual está, al parecer, un hombre cuyo nombre les da miedo pronunciar a los integrantes de la banda: Satanás.
Llama la atención que, durante el operativo de captura del señalado sicario, los funcionarios le preguntaron quién mandó a hacer la “vuelta”. En su respuesta señaló el arma que usó y añadió: “Fue él [Satanás]. A mí me enviaron unas fotos del local, que estaba abierto. A él no le gusta que lo llamen. Él te llama. Yo empecé agarrando una plata y girándola. Ahí me cogió un día y me dijo: ‘Ya no te puedes salir’. Si yo no hacía esa vuelta, él mataba a mi familia”, dijo el sujeto implicado en el crimen.
“Ese caso puntual muestra que detrás de la extorsión hay crimen organizado. También demuestra que muchos de los criminales son también población vulnerable que es fácilmente reclutada (por la vía de la intimidación) y, asimismo, es fácilmente reemplazable: a ellos los capturan, los líderes los reemplazan con otros nuevos criminales, mientras que los líderes se mantienen alejados de las calles”, explicó a este diario Andrés Macías Tolosa, investigador de la Universidad Externado de Colombia.
El mayor Mauricio Figueroa, subcomandante del Gaula de la Policía Bogotá, le dijo a El Espectador que alias Satanás es un delincuente curtido en el crimen y escurridizo. “Estamos ubicándolo, descartando que esté aquí en la ciudad o en otro país”, adelantó el oficial del grupo antiextorsión. Pero capturar a los miembros de su grupo delincuencial no basta. A pesar de ser enviados a prisión, las autoridades han encontrado que muchas de las llamadas extorsivas atribuidas a esta organización provienen de la cárcel, desde donde siguen delinquiendo.
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La Picota: ¿centro de llamadas de los criminales?
En agosto, el coronel Daniel Gutiérrez, director del INPEC, lanzó el operativo Operación Dominó, en respuesta a los 5.262 casos de extorsión originado desde las cárceles del país durante el primer semestre de 2023; fenómeno con tendencia al alza este año, si se tiene en cuenta que en 2022 se registraron 9.791 casos en cárceles. De acuerdo con el coronel, las tres cárceles de donde más salen llamadas extorsivas son, en su orden, La Picota (Bogotá), la de La Dorada (Caldas) y la de Cómbita (Boyacá). De hecho, durante esta Operación, el pasado 24 de agosto, unidades del Gaula ingresaron a La Picota y hallaron todo un centro de llamadas de extorsiones: 32 SIM cards, libretos para extorsionar, cuadernos con listas de números y zonas focalizadas para delinquir, así como un artefacto explosivo falso (fabricado con un trapero) y panfletos alusivos al ELN.
El coronel Carlos Téllez Betancourt, comandante del Gaula Bogotá, dijo que estos utensilios pertenecerían a privados de la libertad que hacían parte del Tren de Aragua, y agregó: “No hemos encontrado presencia de este grupo en la ciudad, ya que la investigación ha arrojado que son elementos falsos para generar temor. A los reclusos vinculados se les imputará el delito de extorsión”.
“Que la extorsión carcelaria sea una de las que más ha aumentado, muestra la debilidad de nuestro sistema carcelario. En la cárcel sigue habiendo redes criminales que pueden continuar con sus actividades criminales con el simple uso de un celular, que aparentemente es de fácil acceso en los penales”, señala Macías.
Caen bandas como fichas de dominó
El número de denuncias por extorsión ha aumentado 157 % en la capital, desde el 2016. Una cifra escandalosa, que evidencia que cada vez más la ciudadanía se atreve a denunciar, tendencia que en el delito de la extorsión era muy baja, debido al temor que genera en las víctimas que los delincuentes cumplan sus amenazas. Eso lo demuestran los recientes operativos que ha adelantado el Gaula.
En dos meses han caído bandas como: Los Paisas, a la que le capturaron 13 sujetos que extorsionaban a comerciantes en Usaquén, en el sector Tres Calaveras. Se dice que también están implicados en múltiples homicidios en esa zona y en Soacha. También se reportó la captura de cinco personas, que decían ser de las disidencias de las FARC; varios miembros de la banda La Octava, conformada por cinco mujeres que extorsionaban a hombres (con complicidad de reclusos de La Picota), a cambio de no denunciarlos por pedofilia, y en la última semana cayeron Los del Llano y Los del Portal, dedicados a extorsionar a comerciantes en Kennedy.
Este delito no se denuncia tanto como se debería, por miedo a las represalias de los criminales, por desconfianza en las autoridades (el ciudadano asume que no funcionan y por eso no denuncian) o porque no saben cómo denunciar”, añadió el investigador de la Universidad Externado de Colombia.
Los resultados empiezan a verse, por ello el Gaula adelanta campañas para acompañar a las víctimas y acudir a las zonas más afectadas. La clave: denunciar a través de la línea antisecuestro y antiextorsión 165. “También pueden hacerlo por medio de la plataforma ADenunciar, donde las personas pueden reportar los casos de manera virtual. Contamos con nuestras redes sociales en Twitter (ahora X) e Instagram @gaulapolicia, donde constantemente estamos difundiendo contenidos sobre las modalidades delictivas y los mecanismos preventivos, para evitar ser objeto de la delincuencia”, añadió el subcomandante del Gaula Bogotá.
Debemos estar alertas y no ceder ante la delincuencia. Fortalecer la denuncia es el principal objetivo de las autoridades. Seguir desmantelando bandas será prioridad del Gaula y la Policía de Bogotá, así como reforzar los controles en las cárceles, para que ninguna familia de la capital sufra la ausencia de un ser querido por la extorsión, como el caso de Blanca, cuya vida valía, en realidad, todo.
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