En un operativo realizado en la cárcel La Picota, el Gaula Bogotá halló celulares, simcards, y libretos que eran usados por reos para extorsionar a ciudadanos y comerciantes.
Foto: Gaula Bogotá
Una llamada amenazante, un panfleto, una visita o una granada contra la fachada de un negocio, son algunos de los métodos que usan los delincuentes y las estructuras organizadas para infundir “terror psicológico” entre ciudadanos y comerciantes, para generar rentas para el crimen por medio de la extorsión. En Bogotá, con casi ocho millones de personas -1,3 millones en la informalidad, según el DANE-, este delito parece enquistado en los epicentros de comercio y hasta en las cárceles. El asunto es que tiene una particularidad: los victimarios...
Por Juan Camilo Parra
Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com