Fenómeno de La Niña: ¿estamos preparados?

Mientras en Bogotá se espera que llueva con fuerza para superar la crisis del agua, en los municipios de Cundinamarca hay temor. Si bien la región aún no entra de lleno en el período más álgido de precipitaciones, las que han caído se han sentido de manera significativa. El lado positivo: han beneficiado la recuperación de los niveles de los embalses, que bajaron dramáticamente en el fenómeno de El Niño. El lado negativo: los riesgos e implicaciones que tradicionalmente llegan con los altos flujos de precipitaciones.

Mientras en Bogotá se espera que llueva con fuerza para superar la crisis del agua, en los municipios de Cundinamarca hay temor. Si bien la región aún no entra de lleno en el período más álgido de precipitaciones, las que han caído se han sentido de manera significativa. El lado positivo: han beneficiado la recuperación de los niveles de los embalses, que bajaron dramáticamente en el fenómeno de El Niño. El lado negativo: los riesgos e implicaciones que tradicionalmente llegan con los altos flujos de precipitaciones.

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Uno de los casos más recientes, y que demuestran el poder de la naturaleza, ocurrió el fin de semana en el trayecto de la Ruta del Sol, que conecta a los municipios de Puerto Salgar con Guaduas, en Cundinamarca, donde se presentó un derrumbe que obligó al cierre del corredor por la caída de enormes rocas. Por fortuna, la emergencia solo ocasionó daños estructurales. Ninguna persona resultó lesionada.

Según el Cuerpo Departamental de Bomberos, en lo que va de 2024 se han atendido 166 eventos relacionados con lluvias, en 62 de los 116 municipios de Cundinamarca. “Solo en junio, con el aumento de las precipitaciones, se han atendido 50 eventos en 18 municipios, como inundaciones, deslizamientos, movimientos en masa, avenidas torrenciales, vendavales y granizadas”, señaló el capitán Álvaro Farfán, delegado del Cuerpo Departamental de Bomberos. Sin embargo, ¿estamos preparados en la región para enfrentar el anunciado fenómeno de La Niña?

¿Qué dice el Ideam?

Para entender las mediciones que realiza el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), primero hay que entender los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña. “El ciclo conocido como El Niño (sequía) y su fase opuesta, La Niña (lluvias), son causa de la mayor variabilidad climática en la franja tropical del océano Pacífico. Ambas fases son parte de un fenómeno conocido como ENOS (oscilación del sur), que incide en la aparición cada cierto tiempo de aguas relativamente más cálidas (El Niño) o más frías (La Niña)”, explica el Ideam.

De acuerdo con el último pronóstico de la entidad climática, se estima que la transición a la fase fría (de las aguas del océano Pacífico) se dará entre julio y septiembre, trimestre en que La Niña y sus aguaceros tendrá su mayor período de incidencia. Para completar, este fenómeno coincidirá con la temporada de ciclones en el Caribe, la cual irá hasta noviembre, situación que aumentará las precipitaciones y los riesgos de desastres naturales.

Por esta razón, las autoridades, según el Ideam, declararon la alerta roja en cuatro regiones del país, que agrupan a 18 departamentos (entre ellos Cundinamarca y los de la región Andina), por altas probabilidades de deslizamientos. Los organismos de primera respuesta han fortalecido su capacidad operativa, pese a los líos que persisten y obstaculizan una mejor atención.

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¿Cómo se preparan para enfrentar las emergencias?

De acuerdo con Farfán, 81 de los 116 municipios de Cundinamarca tienen cuerpos de bomberos activos, tres de los cuales son de carácter oficial (Girardot, Soacha y Cajicá), y el resto son voluntarios. Los 35 municipios restantes no cuentan con organismos de socorro, razón por la cual, en caso de una emergencia, quedan a merced de sus vecinos. La situación escaló y llamó la atención de la Procuraduría, entidad que el 2 de abril convocó a 53 alcaldes de los municipios de Cundinamarca a una mesa de trabajo para analizar cuál ha sido la estrategia de las administraciones para garantizar la gestión de riesgo en el período de transición entre El Niño y La Niña.

Para enfrentar la temporada hay 1.600 socorristas departamentales, prestos a atender las emergencias. Además, en caso de que la capacidad de respuesta de un municipio se vea desbordada, se tendrán planes de complementariedad con la Defensa Civil, la Cruz Roja, el grupo especializado de la Policía Ponalsar, unidades especializadas del Ejército y el Batallón de Desastres, que entran a apoyar.

Asimismo, para la atención de esta temporada, los bomberos del departamento tendrán disponibles elementos para el rescate acuático, con los que antes no contaban y siempre debían acudir a los bomberos de Bogotá para suplir esa necesidad. “La consecución de nuevos equipos surgió a raíz de la declaratoria de calamidad pública por la temporada invernal del año antepasado, hecho que nos llevó a reformarnos. Por medio de recursos del Fondo Departamental de Bomberos, aportes de la Gobernación de Cundinamarca y de la Corporación Autónoma Reginoal (CAR), logramos fortalecer las capacidades de atención”, agrega el capitán Farfán.

Así las cosas, para enfrentar las afectaciones actuales y la fuerte temporada de lluvias que se avecina, hoy los organismos de socorro cuentan con más capacidad para realizar rescates fluviales, atender inundaciones, derrumbes y deslizamientos, entre otras emergencias. La consecución, de la mano de la CAR y la Gobernación (esta administración y la anterior), de un fondo de $21.000 millones ha sido fundamental. Así como la destinación de regalías para el fortalecimiento de los cuerpos de bomberos.

“Sin duda, estamos preparados para este período de lluvias. Es importante resaltar que hemos mejorado significativamente nuestra capacidad de atención y operación. No obstante, hay que tener en cuenta que continuamente están cambiando las tecnologías y las maneras de atender emergencias. Adaptarnos a esa vanguardia es fundamental”, expresó el delegado de bomberos.

Ante los anuncios que auguran una temporada invernal fuerte, se establecieron alianzas con bomberos de departamentos vecinos. Aunque el llamado es a la prevención. “No podemos quedarnos en atender desastres invierno tras invierno. Hay que apostarle a tener una línea preventiva, que tenga en cuenta los impactos ambientales, como la deforestación y la urbanización de zonas prohibidas, entre otras, que contribuyen a que las lluvias causen desastres cada vez más complejos de atender”, puntualiza el capitán.

Las alertas están encendidas. Estar atentos a las señales y tomar medidas de autocuidado serán claves para que esta temporada que se avecina se supere sin hechos que lamentar.

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