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Francisco Cruz Lozano ha sido excepcional desde su primer segundo de vida, tras nacer de manera prematura y durar casi ocho minutos sin respirar. No obstante, su nombre apunta a ser recordado en el mundo como el de uno de los pianistas contemporáneos más talentosos. Este bogotano, de apenas 11 años, ya cuenta con una carrera musical y un listado de galardones por su destreza con las teclas.
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Ha ganado competencias nacionales e internacionales como el concurso para niños solistas de la Orquesta Collegium Musicum, del Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia; el Concurso Pianníssimo, en Medellín, y el Carmel Klavier Latinoamérica, en el cual le fue otorgado el reconocimiento Grand Prize, que lo destaca como el pianista mejor calificado del concurso. Además, ganó el Festival Internacional de Piano de Costa Rica y fue condecorado en el Concurso José Jacinto Cuevas, de Mérida, Yucatán (México).
Ha triunfado en siete certámenes y se ha acostumbrado a estar rodeado de adultos en cada escenario. A pesar de ello, no pierde la emoción al recordar cada una de sus presentaciones. Es tierno y conserva la ingenuidad propia de la infancia. Al recibirnos en su hogar viste un pantalón negro, camisa blanca guayabera y lentes oscuros. Todo junto a su característico cabello cobrizo, rasgo que parece haber sido premonitorio de lo inusitado que sería su talento y el de sus hermanos.
Es el cuarto de cinco hijos, que crecieron al ritmo de la música y los acordes que tocaba su padre, Andrés Cruz, un músico empírico. Sin embargo, las melodías lo acompañan desde el vientre. Linna María Lozano, su madre, destaca que en el embarazo les puso sonatas de Mozart en notas mayores como do, sol, mi y re; composiciones diversas y piezas a cuatro manos. La música clásica lo acompañó desde el vientre y sigue haciéndolo hasta para dormir.
Francisco es hiperactivo y le gusta estar en constante movimiento. Por ese mismo motivo, su cercanía con el piano empezó desde temprana edad: “Hacia los seis años empezamos a sentarlo en el piano, porque es muy inquieto. Siempre que estaba con ansiedad y se ponía cansón, el papá lo sentaba y le tocaba algo. Ahí nos dimos cuenta de su talento”.
No es que tuviera clases formales, simplemente se sentaba a escuchar a su papá y con el paso del tiempo empezó a replicar las mismas notas, sin haberle explicado cuáles eran. “Ahí nos dimos cuenta de que tenía memoria sonora, podía sacar la melodía de cualquier canción con escucharla una sola vez”, recuerda con orgullo su madre, destacando el talento de su penúltimo hijo y agregando que aprendió a leer partituras de manera orgánica y propia.
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No obstante, su destreza en la música es de familia y la lleva en la sangre. Andrés Gabriel, el segundo de sus hermanos, también es pianista y, a sus 17 años, ya está en segundo semestre del programa de Música Instrumental de la Universidad Nacional, con una habilidad que lo ubica como uno de los mejores estudiantes.
No es para menos, dado que este joven cuenta con lo que en el mundo de los músicos se llama oído absoluto, lo que se traduce en que puede identificar cada nota de manera impecable sin ninguna referencia y puede hasta replicarla con exactitud.
La segunda de sus hermanas mujeres, Laura Isabella, de 14 años, canta, toca la guitarra y compone canciones mientras sueña con ser artista y llenar estadios. La música se respira en su casa y pensando en su futuro, sus padres tomaron la decisión de priorizar su desarrollo artístico alternando sus prácticas con las clases que reciben en modalidad Home school.
“Mi referente artístico siempre será Frédéric Chopin. Si me preguntan por quién me inspira en la actualidad diría que Krystian Zimerman (pianista y director de orquesta). Él ganó el Concurso Internacional de Piano Frédéric Chopin de Varsovia y siempre llevó a su familia a donde iba. Yo haré lo mismo. Si debo irme a Alemania, espero que mi familia me acompañe”, detalla Francisco.
Su carrera va en crecimiento, como es de esperarse. En julio marcó historia en el país como el primer niño en tocar en dos conciertos con la Orquesta Filarmónica de Bogotá, referente cultural y de formación en el área de la música sinfónica nacional, universal y el canto lírico.
Este niño prodigio de la música está enfocado en su carrera y el piano seguirá siendo su fiel compañero. Enuncia sus triunfos entre entusiasmo y modestia, y trabaja en materializar su sueño de estudiar en la Universidad de Música Fryderyk Chopin de Polonia, país que cuenta con referentes del mundo del piano como Zygmunt Stojowski, Rozycki, Henryk Wieniawski e Ignacio Paderewski.
Mientras tanto, seguirá destinándole horas a la actividad que más le gusta, a la par que les aconseja a quienes empiezan a tocar un instrumento que “estudien mucho y no tomen sus metas como un juego. Así podrán alcanzarlas”. Esa visión es la que le han enseñado sus padres, quienes les recuerdan a sus hijos cada día que “todo lo que hagan deben hacerlo con pasión para ser los mejores”.
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