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Las funerarias para mascotas son negocios que en unos genera asombro, y en otros, interés. En septiembre del año pasado fue noticia en Brasil la imagen del cuerpo de un perro muerto reposando en un ataúd adornado con flores; en Colombia, en abril del mismo año, medios de comunicación locales contaron la historia de ‘Muñeca’, la perra de una familia huilense propietaria de una funeraria, la cual, para manifestar el afecto que sentía por el animal, decidió velar su cuerpo en un cajón hecho a su medida.
Lo que muchos desconocen es que las funerarias para mascotas llevan años funcionando en el país. La Fe Mascotas, compañía asociada a Capillas de La Fe, completa más de cinco años prestando este servicio. En su página web incluso se ofrece una vista a 360 grados de las salas que tienen disponibles en la ciudad. En una de estas se ven cuadros de perros y gatos que adornan las paredes, mientras que 12 sillas y una chimenea rodean la estructura metálica en la que se coloca el féretro del animal. El vocero de esta empresa, Sebastián García, cuenta que incluso han prestado servicios para hamsters, aves y conejos.
Aunque La Fe Mascotas ofrece cofres y urnas fúnebres, encontramos que este tipo de productos también se pueden conseguir en plataformas como Mercado Libre, los cuales pueden tener un precio que parte de los $430.000 y superar el millón de pesos. A las familias se les puede entregar las cenizas de los animales, pero también, si así lo desean, recibir un recordatorio del mismo, como un portaretrato con la imagen de la mascota fallecida.
Un dato curioso es que este es uno de los pocos negocios que ha podido funcionar desde el inicio de la cuarentena establecida por el gobierno nacional y distrital, acogidos por las excepciones que tienen que ver con servicios fúnebres y veterinarios. García, explica que el trabajo de las personas detrás de esta industria comienza cuando van a recoger el cuerpo de la mascota. “Llegamos con unas carrozas especializadas en las que, posteriormente, hacemos el traslado a nuestra sede más cercana”. Allí, el cadáver es arreglado y preservado para ponerlo en la sala que se dispone para que la familia realice su proceso de duelo, por tres horas.
Más adelante el cuerpo es conducido a un complejo crematorio, donde es incinerado “conforme los estándares de calidad que exige el Gobierno”, comenta García, al agregar que a la familia también se le entrega un certificado de cremación.
La Fe Mascotas no es la única que ofrece estos servicios en la ciudad, otras, como Funeravet, incluyen en sus paquetes charlas para ayudar a que las familias superen el duelo; Camino al cielo, tiene cremaciones privadas en las que se permite la asistencia de los dueños; Bosques del Silencio tiene a disposición un cementerio en el que los animales son enterrados y, en su tumba, es sembrado un árbol y colocada una lápida.
Todo esto muestra un mercado competido y un nicho de negocio que crece año tras año en la ciudad, al que también se podrían relacionar los spa y salas de belleza para mascotas. Aunque García no pudo revelar las cifras financieras de la compañía que representa, sí detalló la percepción de que con el paso del tiempo es más habitual que las familias tengan el deseo por disponer de este tipo de afiliaciones, las cuales, asegura, pueden conseguirse a través de canales como Facebook, Whatsapp o por medio de tarjetas regalo, como las de Netflix y Spotify, que la gente raspa y obtiene un código de afiliación que le sirve por tres meses, seis meses, o un año.
Sin embargo, existe otra empresa que asegura ser más que una funeraria y prestar un servicio que, cuanto menos, es innovador. Se llama Pleia, y lo que la hace diferente es emplear una biotecnología capaz de acelerar el proceso de descomposición del cuerpo de la mascota, para así crear un compostaje que sirve como abono para nutrir a una planta. Su filosofía se concentra en convertir vida en más vida y con una notable disminución en el impacto medioambiental, ya que, contrario a sus competidores, esta no utiliza hornos crematorios.
Melisa Naranjo, una de sus fundadoras, asegura que la iniciativa surgió para dar una alternativa natural al manejo de los cuerpos de las mascotas que fallecen. Más adelante, explica, entendieron que el proceso de duelo es importante para las familias, de allí surgió entonces la idea de darles una planta cuya tierra es nutrida con el compost obtenido a partir del animal. “Para nosotros esto es un homenaje de vida muy bonito”, destaca la emprendedora.
Esta idea de negocio es tan interesante que captó la atención de Andrea Arnau, una inversionista que hace parte del programa de televisión Shark Tank. En entrevista con El Espectador, la tiburona mencionó que lo que la convenció de este emprendimiento no fue el servicio funerario, sino el impacto favorable que este tiene para el medio ambiente. “Para mí es una locura que incluso muertos sigamos contaminando”, menciona Arnau, quien cree que el desarrollo de la biotecnología de Pleia puede, más adelante, ser aplicada a cuerpos humanos, con lo que se reduciría en gran manera la huella de carbono que genera la industria funeraria. ‘Pa la muestra un botón’, este año la Secretaría Distrital de Salud ha realizado diversas visitas de inspección a hornos crematorios en la ciudad, pues, por denuncias de la misma comunidad, estos estarían afectando significativamente la calidad de vida de sus vecinos.
“Esto no es una funeraria a secas, es una compañía de biotecnología que está transformando vida en más vida”, menciona la emprendedora. Esta idea de sembrar plantas alimentadas con los nutrientes del cuerpo de una mascota fallecida, tiene el potencial de popularizarse y migrar a los cortejos fúnebres de los humanos. Tal vez, en el futuro las bóvedas, osarios y mausoleos de los cementerios sean reemplazados por bosques con árboles nutridos por los cuerpos de personas a quienes, de esa forma, se les rinde homenaje. La vida, transformada en más vida.