“Sí nos podemos bañar en 5 minutos”: así se vivió el primer día de racionamiento
Visitamos tres de las 10 localidades para conocer qué opinaba la gente de la contingencia y cómo sé prepararon para un día sin el recurso.
María Angélica García Puerto
El jueves 11 de abril de 2024 será una fecha histórica en la capital, al ser el día en el que 286 barrios de Barrios Unidos, Chapinero, Los Mártires, Puente Aranda, Rafael Uribe Uribe, Santa Fe, Teusaquillo, Tunjuelito y Usaquén fueron los primeros en vivir las 24 horas de racionamiento de agua, del ciclo que programó el Distrito, para tratar de hacer rendir las pocas reservas que hay en los embalses mientras vuelven las lluvias.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
El jueves 11 de abril de 2024 será una fecha histórica en la capital, al ser el día en el que 286 barrios de Barrios Unidos, Chapinero, Los Mártires, Puente Aranda, Rafael Uribe Uribe, Santa Fe, Teusaquillo, Tunjuelito y Usaquén fueron los primeros en vivir las 24 horas de racionamiento de agua, del ciclo que programó el Distrito, para tratar de hacer rendir las pocas reservas que hay en los embalses mientras vuelven las lluvias.
Y al ser una medida histórica, la cual solo la contempló el exalcalde Antanas Mockus en 1997, ante el uso desmedido del agua (esa vez la pedagogía funcionó), recorrimos tres de las localidades: Tunjuelito, Barrios Unidos y Usaquén. ¿La razón? Según el Acueducto es donde más se gasta agua, en los estratos 3, 4 y 5. A las 8:00 a.m. el recorrido comenzó en el barrio Santa Lucía Sur, en Tunjuelito. Sin embargo, por la hora, pocos locales estaban abiertos. En la zona encontramos a un trabajador de un local de venta de pollos regando con manguera el andén, sin un atisbo de conciencia.
Tras algunos minutos, sobre la carrera 24 con calle 46 sur, encontramos abierto un autolavado, un restaurante, donde hacían aseo para recibir a los clientes, y una panadería. Con la imagen de una manguera de la que brotaba agua y enjuagaba vehículos, decidimos empezar por ahí. “Nosotros realizamos un reciclaje de agua en un 80 %. Utilizamos una maquinaria y aprovechamos las aguas lluvias para minimizar el gasto. Aunque hay suficiente agua para trabajar, el flujo de carros será mínimo. Incluso desde que empezó la campaña, el trabajo ha bajado. Aun así, entendemos la medida”, aseguró Gerney Amórtegui, dueño del lavadero.
Buscando otros testimonios llegamos al restaurante Al Chigüiro, donde ofrecen a sus clientes asado y platos a la carta. Sus trabajadores realizaban tareas de lavado de implementos de cocina y preparando los alimentos. Un lugar, sin duda, donde su principal fuente es el agua. A diferencia de su vecino, Yamile Peña se enteró por los medios de esto, por lo que madrugaron a recoger agua y a cumplir con los 120 almuerzos del día.
LEA MÁS: En la línea de fuego: esta es la primera brigada forestal indígena de Cundinamarca
“Recogimos en tres canecas. No medimos cuánta agua, porque confiando en Dios mañana llegará. La medida es muy buena por los embalses”, destacó Peña. Sin embargo, para Yenni Salgado la contingencia sí afecta su negocio. “Se me complica la atención de los desayunos o el aseo. Estuvimos llenando ollas y una caneca grande, pero igual no nos alcanza, porque es mucho el consumo. No se trabaja cómodamente. Ojalá esto se acabe, pues me he visto afectada”.
Desde el Distrito explicaron que, a pesar de las campañas de ahorro, solo se redujo el consumo de 18 a 17 m3/s, lo cual es “insuficiente”. Los embalses de San Rafael y Chuza, que componen el sistema Chingaza, el cual surte el 70 % de agua potable para Bogotá, siguen en un nivel crítico de 16,79 % y con tendencia a descender. Todo como consecuencia del fenómeno de El Niño. Por eso el racionamiento, en definitivas, se ve como una medida necesaria. En especial, porque las reservas en los embalses solo alcanzaría para atender la demanda 54 días, como lo señaló la gerente del Acueducto, Natasha Avendaño.
Reservar agua sí, pero no así
Como era de esperarse, el anuncio causó incertidumbre, la cual se reflejó en un leve aumento en el consumo. La explicación, según el alcalde Carlos Fernando Galán, fue que las personas almacenaron agua en exceso, previo al racionamiento. Pero el llamado es a recoger lo justo. El cálculo es que por cada hogar, integrado por tres personas, son suficientes 34 litros distribuidos en dos baldes de 12 litros, dos ollas medianas y una jarra, para satisfacer las necesidades básicas como aseo y alimentación.
“Vivo sola y me estoy preparando llenando unas 4 o 5 canecas, sobre todo para bañarme, el sanitario y lavarme los dientes. Tenemos que tomar conciencia, porque nos vamos a quedar sin agua”, hizo un llamado la señora Claudia, vendedora de artesanías y artículos para el hogar, en la Plaza del 7 de Agosto, Barrios Unidos, segundo punto donde nos trasladamos.
Rodeado de colores, sabores y olores, que antoja a más de un local y extranjero, la plaza solo funcionó por cuatro horas. Hasta las 11:00 de la mañana los vendedores trabajaron y dejaron el lugar para darle paso al aseo, en el que usaron solo traperos, para limpiar los pisos y baños, utilizando el agua de tres tanques de al menos 1.000 litros cada uno.
Le puede interesar: Cierre la llave y ruegue que llueva: detalles del racionamiento de agua en Bogotá
“Como llegué a las 6:00 a.m., mi cafetería funcionó bien, gracias a Dios. Pude vender normalmente. Ya en mi casa me estoy preparando con llenar los baldes, pero no sé cuánto debo ahorrar para mi hogar, pero si me llega a sobrar, la comparto, no la boto (...) Esta medida me parece bien, pero que sea para todos, porque pasé por El Campín y vi que las niñas estaban lavando con manguera”, resaltó Érika Martínez, quien además tiene un puesto de frutas y verduras.
La apuesta del Distrito es que con esta medida y el ahorro que hagan los ciudadanos se disminuya el consumo de 18 a 15 m37/s, para darles tiempo a los embalses de Chingaza para recuperarse. La meta a fin de año es que lleguen al 75 % de su capacidad. Para acelerar ese proceso, curiosamente se espera con ansias la llegada del fenómeno de La Niña, que se prevé para el trimestre julio-agosto-septiembre, según el Ideam. Se necesita no solo que llueva en la zona de las represas, sino en la Orinoquia y Amazonia para superar la crisis.
Restaurantes no sintieron el racionamiento
La única localidad que se salvó de esta medida fue Usme. El sistema El Dorado que los abastece está al 45 % de su capacidad. Mientras allí los restaurantes funcionan con normalidad, los del parque de la 93 tuvieron que cambiar su rutina. Una zona de Usaquén, escogida como punto final del recorrido, gracias a su oferta gastronómica, empresarial y hotelera.
“Es una medida buena. Va a necesitar conciencia y cultura de los bogotanos, para que optimicemos el recurso del agua. Aunque en el restaurante es vital, lo podemos hacer. Durante el lunes y el martes hicimos una prueba piloto de cuánta agua podemos usar y con base en eso nos abastecimos de la cantidad que necesitábamos. Los clientes han venido de manera normal, no nos hemos visto afectados”, aseguró Juan Diego González, dueño de un restaurante de comida del Pacífico.
Cifras del Acueducto dan cuenta de que el 91 % de consumo de agua en Bogotá es residencial y el 9 % se divide entre uso industrial, comercial, oficiales y usuarios especiales. Aun así, desde Fenalco hicieron un llamado para que los comerciantes y empresarios se sumen al ahorro de agua y energía eléctrica.
Por su parte, el Distrito informó que diariamente hará un monitoreo del consumo de agua, con el fin de que cada 15 días se evalúe si la medida debe flexibilizarse o, por el contrario, endurecerse. Asimismo, no descartan posibles sanciones a quienes despilfarren agua.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.