Habitar la calle bogotana: la superficie de un mar de historias y desafíos

La historia de Chantal y Víctor Manuel, reflejo cotidiano de lo que son las luchas diarias de un habitante de calle en Bogotá. Uno de los retos de la Secretaría de Integración Social es realizar un nuevo censo este año y fortalecer los programas de atención.

Juan Camilo Parra
05 de mayo de 2024 - 12:08 a. m.
Chantal es una mujer habitante de calle que está empezando su proceso de resocialización en el hogar de paso Los Mártires. / José Vargas
Chantal es una mujer habitante de calle que está empezando su proceso de resocialización en el hogar de paso Los Mártires. / José Vargas
Foto: Jose Vargas Esguerra

Sentada en una silla de plástico blanca, en un cuarto donde normalmente se hacen actividades de recreación para los 120 habitantes de calle que pernoctan en el hogar de paso Los Mártires, Chantal, de 32 años, recuerda cada paso que dio para llegar hasta allí. Para ella, han pasado 17 años desde su primera noche en las calles, años de vida durmiendo en rincones fríos o en pagadiarios de cualquier barrio. Quince días atrás, un equipo de la Secretaría de Integración Social la encontró en una esquina de la localidad, con un ataque de epilepsia....

Juan Camilo Parra

Por Juan Camilo Parra

Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com

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Olegario(51538)05 de mayo de 2024 - 02:54 p. m.
Por qué será que en paraíso socialista como Cuba no hay indigentes apostados en cada esquina? Será porque allá no los toleran y los ponen a estudiar y a trabajar de verdad? Y debería ser "habitante de LA calle", con el determinante bien empleado. Aunque habitación implica un espacio cerrado. Los progresistas, reyes del eufemismo.
Sara(d89ha)05 de mayo de 2024 - 12:29 a. m.
Conmovedor, que resiliencia, gracias a quienes tienen ese espiritu humanitario, solidario escuchan a estos ciudadanos. Duele ver como las personas en mejor posición ignora y menosprecia a los habitantea de calle, quienes a veces, les es suficiente una mirada amable, una sonrisa para sentirse que aún les queda humanidad.
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