Hablan las víctimas: la absurda ola de violencia y extorsión que padecen conductores de Soacha
Desde enero, el gremio denunció amenazas, a través de audios y panfletos. El tema se agudizó el 29 de febrero con el asesinato del familiar de uno de los amenazados. Hablamos con varios conductores que detallan la zozobra en la que viven.
“Los panfletos empezaron en enero. El primero lo recibió un compañero, que iba a Ciudad Verde. Unos tipos en moto se acercaron a la buseta, en un semáforo y, por la ventana le lanzaron un papel con amenazas. Ahí, varios pensamos que no era serio, pero días después a otros les pasó lo mismo: recibieron panfletos, escritos a mano, con tinta roja, firmados por ‘Los Satanás’. Pedían ‘colaborar con la organización’ o nos mataban”, narra Cristián*, un conductor de transporte público en Soacha, que a diario recorre el sector de Terreros, una de las rutas objeto de amenazas y extorsiones.
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“Los panfletos empezaron en enero. El primero lo recibió un compañero, que iba a Ciudad Verde. Unos tipos en moto se acercaron a la buseta, en un semáforo y, por la ventana le lanzaron un papel con amenazas. Ahí, varios pensamos que no era serio, pero días después a otros les pasó lo mismo: recibieron panfletos, escritos a mano, con tinta roja, firmados por ‘Los Satanás’. Pedían ‘colaborar con la organización’ o nos mataban”, narra Cristián*, un conductor de transporte público en Soacha, que a diario recorre el sector de Terreros, una de las rutas objeto de amenazas y extorsiones.
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Desde entonces, dice, los transportadores trabajan con miedo. “Mire en lo que va: el jueves, a las 8:00 a.m. y frente a un montón de pasajeros, como para reiterar que hablan en serio, mataron a José Luis Sánchez, hermano de un compañero, cuando le entregaba el desayuno. Allí dejaron otro panfleto”, agrega el transportador. Ante la situación, en el parque de Terreros, punto de origen de varias rutas y donde mataron a Sánchez, hoy reina el hermetismo. Si bien las autoridades tomaron cartas en el asunto, el temor es el común denominador entre los conductores que, pese al riesgo, no tienen más opción que trabajar.
A raíz del escalamiento, el gremio realizó un paro el 4 de marzo, para exigir condiciones de seguridad. La respuesta de la administración fue crear una línea, para que tengan comunicación directa con la policía; la instalación de un CAI Móvil, en la zona donde ocurrió el crimen, y operativos con policías de civil. “En cabeza de nuestra Policía, a través de todas sus unidades investigativas, venimos haciendo todo el trabajo, para generar tranquilidad en nuestros conductores”, señaló en alcalde Julián Sánchez Perico.
No obstante, ellos no se conforman. “Como gremio y ciudadanos, que trabajamos y aportamos a la sociedad, necesitamos que esto sea constante. Pero más que un apoyo, necesitamos que den con los pistoleros y quienes dan las órdenes. Y que cuando los cojan, los manden a la cárcel, porque la policía los puede coger, pero por x o y razón, quedan libres. ¿Y quienes pagan?, los de siempre. Los que no podemos dejar de trabajar”, señala Antonio, otro conductor amenzado.
Cronología de la intimidación
“Este es para todas las líneas (de transporte): si no se alinean con nosotros les vamos a hacer derramamiento de sangre. Les aconsejamos que paren el trabajo, porque sus vidas están en peligro. Si no llegan a un diálogo con nosotros, vamos a empezar a matar inocentes”, era el mensaje del primer panfleto, firmado por “Los Satanás (Moisés) y el (P)”. Venía con un número telefónico. ¿Quién es Moisés y o P? Las autoridades aún no lo precisan.
Tras el asesinato de Sánchez, llegó otro mensaje en tinta roja: “estas son las consecuencias por no atender el llamado que se les hizo. Si ustedes no se comunican para llegar a un diálogo con nosotros, entonces no los dejaremos trabajar más. Y si trabajan, seguirán viendo estos acontecimientos”. La seguidilla la complementó un audio, de un tal alias ‘Pedrito’, supuesto cabecilla de la organización. Fue más intimidante: “colaboran con la organización o un conductor o ayudante de ruta será asesinado semanalmente”. Agregó que sabían lo del CAI, pero que eso no era problema.
“En este momento nos sentimos a la deriva y, la verdad, en cualquier momento puedo ser yo o cualquier compañero la nueva víctima. Difícil, pero así está la cosa. Muy difícil trabajar por el sustento diario en esas condiciones y, además, tener que darles tajada a los delincuentes, para que no nos maten”, indica Jorge, conductor que se declaró “sitiado por los hampones”.
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Cristian lleva 10 años manejando buses y dice que, si bien las extorsiones no son tema nuevo, sí es inédita la forma cómo están actuando ahora. “He trabajado en Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Suba, Engativá y, siempre alguna banda cobraba vacunas. Si no se pagaba, atracaban los buses, rompían los vidrios, se robaban el producido, etc. Pero que estén matando a la gente, inocente, nunca se había visto”, indica.
Esto ha cambiado el panorama. Esta semana, en el parque de Terreros, era evidente la disminución de la flota. “Entre todas las empresas son unos 25 buses los que siempre estamos saliendo y entrando en esta zona. Hoy no hay más de 12. La gente no está viniendo a trabajar, porque ya no es una amenaza, es una realidad que nos están tirando a matar”, resalta Jorge*, mientras esperaba su turno para iniciar la ruta.
¿Es real la presencia de Satanás en Soacha?
Una cosa es lo que sienten los conductores y otra la que dicen las autoridades. La Policía y la Alcaldía de Soacha, por ejemplo, coinciden que en, por ahora, no hay indicio formal sobre la presencia de esta banda criminal organizada en su jurisdicción. No obstante, tampoco la descartan y, por eso, desplegaron labores de inteligencia y robustecieron la presencia de policía en zonas clave de los recorridos, que transitan los conductores amenazados.
“Los operativos siguen sin descanso, para que ningún transportador vuelva a ser objeto de amenazas y que el servicio se preste con normalidad. Al momento, están todas las garantías dadas para que ellos retomen sus actividades sin temor”, señala la alcaldía.
Pero la percepción ciudadana es otra. Los conductores con los que habló El Espectador sienten que a diario arriesgan su vida y que la presencia de ‘Satanás’ en el municipio es real. “No podemos esperar a que esta gente siga enlutando a nuestras familias. Necesitamos acciones concretas. No solo los conductores, sino la ciudadanía soachuna, que se siente insegura en la calle y en los buses. Recibimos los anuncios de la Policía y la Alcaldía con ánimo, pero esperamos que no sea una medida cortoplacista”, agrega Jorge.
Lo que falta por mejorar
Pese a las iniciativas de la Policía, llama la atención que casi la mitad de las cámaras de vigilancia del municipio no funcionan. Así lo denuncia la representante a la Cámara, Alexandra Vásquez, quien, a través de un derecho de petición, encontró que, de 463 equipos instalados, 221 están fuera de servicio. La comuna con más cámaras es la Centro, con 109; seguida de León XIII, con 91; Compartir, 71; San Mateo, 64; Cazuca, 50, y Chicó, 49.
Las cámaras instaladas están divididas mediante convenios y dispositivos de la alcaldía. La Vigía Municipal tiene a su cargo 190 equipos, de las cuales 40 no funcionan, mientras que de las 144 asociadas al convenio SIES 2011 (No. 015-2011), solo operan 34. Ante la situación, la representante Vásquez pide un consejo de seguridad, para analizar el contexto en el municipio. Recordó que uno de los compromisos del alcalde Julián Sánchez ‘Perico’, es “modernizar las herramientas tecnológicas para la seguridad, a través de adquisición de drones y cámaras para el reconocimiento facial”. Según la congresista, es hora de ver acciones.
Por lo pronto, las campañas de preventivas con un componente antiextorsión, ideadas por la Policía, continúan e instruyen a conductores y a pasajeros para detectar actividades sospechosas relacionadas con ese delito. Además, se están ampliando los canales de denuncia. “Trabajar acá, ahora mismo, es una ruleta. En cualquier momento nos puede tocar a nosotros, a los que no podemos dejar de trabajar, porque tenemos familia. Yo tengo una hija y una esposa y sé que arriesgo demasiado, pero ¿qué hago? No me puedo dar el lujo de dejar de trabajar”, contó otro conductor, antes de arrancar con su recorrido.
En esa disyuntiva transcurren los días de conductores, sus familias y las de sus ayudantes, quienes no tienen una noche tranquila desde que las amenazas aparecieron. Solo esperan prontos resultados, para recuperar la paz.
*Los nombres fueron cambiados por solicitud expresa de los entrevistados.
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