¿Hasta que el derrumbe desaloje? Lluvias agudizan riesgo de vivir en invasiones
Pese a las alertas, nada pudo contener ayer el derrumbe en San Cristóbal. Sus habitantes ahora buscan un nuevo hogar y salvar lo poco que les queda, y perseverar con las ayudas humanitarias. Otras zonas del borde oriental están en alerta máxima por deslizamiento y las lluvias siguen.
Juan Camilo Parra
“Pasar de tener poquito a levantarnos y no tener nada es un completo calvario”, dijo un habitante de Las Malvinas, invasión ubicada en el barrio San Martín de Loba, en San Cristóbal, la segunda localidad (después de Usaquén) que registró la mayor cantidad de lluvias en la última semana en Bogotá. Y antes de que este constructor, de poco más de 30 años, pronunciara esa contundente frase sobre lo que se vive en la zona, el Distrito señaló que había emitido semanas atrás las alertas tempranas y las órdenes de desalojo. Pese a ello, en la noche del jueves un deslizamiento destruyó seis casas y dejó en riesgo otras 36, afectando a 139 personas (55 niños). Ante la afirmación de la administración, la comunidad respondió: “¿Y a dónde se supone que íbamos a ir?”.
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“Pasar de tener poquito a levantarnos y no tener nada es un completo calvario”, dijo un habitante de Las Malvinas, invasión ubicada en el barrio San Martín de Loba, en San Cristóbal, la segunda localidad (después de Usaquén) que registró la mayor cantidad de lluvias en la última semana en Bogotá. Y antes de que este constructor, de poco más de 30 años, pronunciara esa contundente frase sobre lo que se vive en la zona, el Distrito señaló que había emitido semanas atrás las alertas tempranas y las órdenes de desalojo. Pese a ello, en la noche del jueves un deslizamiento destruyó seis casas y dejó en riesgo otras 36, afectando a 139 personas (55 niños). Ante la afirmación de la administración, la comunidad respondió: “¿Y a dónde se supone que íbamos a ir?”.
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La emergencia empezó el jueves en horas de la mañana cuando cayó un poste de luz, ubicado al frente de la casa de doña Maristel Daza, de 65 años, cuya perra Luna quedó atrapada en la casa, la cual quedó en un borde peligroso. Durante la atención de la emergencia, decenas de animales fueron atendidos mejor que las mismas personas afectadas. En horas de la noche, sobre 11:30, cuando la lluvia había mermado, hubo una remoción de tierra que ocasionó todo el desastre, “afectando viviendas ubicadas hacia la corona de un talud inspeccionado previamente y el cual ya había sido visitado por los organismos de Gestión del Riesgo, quienes emitieron orden de evacuación”, dice el comunicado del Idiger tras la evaluación de los daños. Toda la noche evacuaron familias y muchas permanecieron en el territorio “a la deriva”, dijeron, porque a pesar de la presencia de algunas pocas entidades del Distrito, “¿Quién nos socorre?”, preguntan.
Mauricio Pira es un adulto mayor de 65 años, es quizá uno de los habitantes más antiguos de esta zona de invasión. Una de sus dos habitaciones quedó sucumbida bajo una piedra y el resto de la casa en riesgo de colapso. Sentado sobre una escalera desde la cual se observa una imponente vista de la localidad con ríos de casas de ladrillo, caer sobre las montañas, desde lo alto del barrio Las Malvinas, contó que hace 30 años compro un “lotesito” en la parte alta del barrio. Misma casa que se ha mantenido con alertas como la que hace poco emitió el Idiger al revisar la casa de Mauricio, quien es de los pocos que dice haber recibido esta alerta.
“Mi casa la revisaron hace poco y un ingeniero se alarmó porque está construida sobre una piedra. Entré a un proceso de reubicación, el cual no pasé y por eso me quedé, porque no tengo a dónde ir”, dice Mauricio, sentado junto a su compañera Olga Pérez, de 70 años. Ambos pasaron la noche despiertos junto a los otros vecinos que se quedaron al lado de los electrodomésticos, camas y demás cosas que quedaron sepultadas. Dicen que es la primera vez que sucede una remoción así en la parte alta de la invasión, sorprendidos por las lluvias de este año. “Nos dijeron que darán una ayuda de 1′400.000 para arriendo temporal”, es lo que repiten en la invasión sobre la única esperanza que resta y que viene de la atención de la secretaría de Integración Social, que toda la comunidad ansía.
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San Cristóbal esta semana encabeza la lista de estaciones con más lluvias. De 11 estaciones que el Idiger registra como mayor lluvia acumulada, 4 están en esta localidad. Es la segunda localidad con mayor cantidad de zonas en riesgo de deslizamiento, seguida de Ciudad Bolívar. De los 273 sectores de la ciudad que se monitorean por estos días constantemente por su propensión a deslizamientos, San Cristóbal concentra 54 puntos (el 19 % del total), entre ellos, la zona de Las Malvinas. Le sigue Rafael Uribe Uribe (34), Usme (25) y Usaquén (22), Chapinero (13) y Suba (9).
El Idiger enfatiza en que “este evento ya había sido atendido el 14 de noviembre de 2024 por un fenómeno similar, cuando se emitieron 11 actas de evacuación, las viviendas afectadas se encuentran en una zona clasificada como de alto riesgo no mitigable, lo que las hace inhabitables. Se solicita a los habitantes de la zona que acaten las recomendaciones de evacuación para garantizar su seguridad. Recordamos que estas medidas son preventivas y buscan evitar pérdidas humanas y materiales”, señaló la entidad.
Para Maristel Daza y su sobrina esperan una luz al final del derrumbe. La perra Luna fue rescatada hasta el medio día del viernes por un joven que no aguantó el suplicio de la perra y se aventuró a rescatarla. Un grupo de la Alcaldía la atendió en medio de las miradas de los afectados. “Evacúe, nos dicen, pero sin alternativa, ¿a son de qué?”.
Según el reporte de noviembre, aparte de San Cristóbal, las zonas de riesgo de derrumbes en la capital están en barrios del borde oriental como en Usme, La Candelaria, Santa Fe, Chapinero, Rafael Uribe Uribe y Usaquén.
Lo preocupante es que la mañana de atención de emergencia en Las Malvinas, el Idiger atendió en total 14 eventos de emergencias relacionadas con lluvias, en 11 localidades de Bogotá. “Las principales afectaciones se han presentado por arbolado y remoción en masa”. Mientras tanto, las lluvias siguen y los riesgos en los bordes de la ciudad son claros. Lo que no es claro, es cómo resolver el viejo problema de vivir en invasiones cuando el clima cada año se pone más agresivo. La comunidad no da espera y al final otra sentencia resuena: “Que se derrumbe todo y volveremos a invadir”.
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