El legado de los lustrabotas bogotanos atraviesa los acontecimientos más representativos de la historia del país. Un oficio que se resiste a morir.
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
Francisco Londoño llega a las 8:00 de la mañana a la esquina del edificio Murillo Toro, a una cuadra del Palacio Liévano, en el centro de Bogotá. Sus otros dos hermanos trabajan en el Colpatria, y otro a pocos metros de él.
Se prepara para trabajar junto a su caja de madera de lustrar, la cual lo ha acompañado por más de 30 años a él y también a su hermano mayor, que en paz descanse.
Por Juan Camilo Parra
Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com
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