¿Aumentó la percepción de inseguridad en Bogotá tras el atentado del Andino?
Expertos afirman que la exposición de los capitalinos a este hecho ocurrido en 2017 pudo dejar secuelas en su salud mental y su sensación de seguridad.
Cristian Camilo Perico Mariño
El 17 de junio del 2017 es una fecha que quedará marcada en la historia de Bogotá y de Colombia tras el atentado que ocurrió ese mismo día al norte de la ciudad, muy cerca de la llamada zona T, sector de compras, restaurantes y discotecas exclusivas en la capital.
Lea también: “Las cicatrices del alma siguen golpeando fuerte”, víctimas del atentado en Andino.
En la tarde de aquel sábado, un artefacto explotó en el baño del segundo piso del Centro Comercial Andino, dejando un total de tres personas muertas y ocho heridas. Sin embargo, este hecho caló en todos los capitalinos, despertando la zozobra y el temor de si una situación similar se podría presentar en los siguientes días.
Muchos hasta evocaron la oleada de atentados y actos terroristas que tuvieron que afrontar en todo el país en 1989, año en el que el narcotráfico marcó un doloroso precedente histórico al enfrentarse abiertamente con el Estado cometiendo 259 atentados y cobrando la vida de 218 personas, luego de que el presidente Virgilio Barco les declarara la guerra de manera directa.
En 2022 se conmemoran cinco años del atentado en el Andino. Hecho que, sin duda, aumentó la percepción de inseguridad en la ciudad, tal como lo expresa el director de Seguridad Urbana de la fundación privada ProBogotá Región, César Andrés Restrepo Florez:
“Hay un aspecto del que no se habla con frecuencia y es la seguridad psicológica, que es el resultado de los estímulos que reciben los ciudadanos. Este atentado no solo afectó a quienes estaban en el lugar, sino que modificó el comportamiento de quienes fueron testigos o se enteraron luego y, por supuesto, aumentó su idea de sentirse inseguro en las calles o en cualquier lugar de Bogotá”, afirma el experto.
Sentimiento que al parecer sigue latente, teniendo en cuenta los resultados de la encuesta realizada por Invamer, publicados en la primera semana del 2022, y en los cuales el 82 % de las 400 personas encuestadas manifestó sentir que las cosas están empeorando en la ciudad.
Cifra que se suma al panorama presentado por la Cámara de Comercio de Bogotá en la Encuesta de Percepción y Victimización, en cuyos resultados se afirmó que la percepción de inseguridad en la capital es del 88 %, uno de los porcentajes más altos de los últimos años, siendo tan solo el 30 % de las personas encuestadas quienes consideran que el barrio en el que viven es seguro.
Le puede interesar: Más oscuros que claros: cinco años después del atentado en el Andino.
Situación que se acumula, según Karol Vásquez Rodríguez, decana de la Facultad de Terapias Psicosociales de la Universidad Antonio Nariño; al impacto multidimensional que se tuvo en la salud mental de los capitalinos:
“La violencia en todas sus dimensiones representa un instrumento catastrófico y un problema de alta complejidad, porque rompe con la armonía y tranquilidad del sistema. Esto genera diversas secuelas que afectan la salud mental y el comportamiento, asimilando que el trasfondo de este tipo de acciones es enviar un mensaje de terror y pánico a la sociedad en general”, explica la terapeuta.
Punto de vista en el que coincide Restrepo, quien asevera que es natural que frente a hechos desproporcionados de violencia como el atentado del Andino, el comportamiento de los ciudadanos se modifique debido a la tendencia de protección y seguridad propia de la humanidad.
En esa misma línea, el psicólogo especialista en Psicología Clínica y experto en traumas, José Fernando Vélez, menciona que no solo las víctimas directas (quienes estaban en el Centro Comercial Andino) pudieron desarrollar estrés postraumático, sino que incluso se puede hablar de víctimas colaterales a partir del hecho y la exposición mediática que se le dio en el ámbito noticioso:
“Un acto de estas proporciones puede empezar a desarrollar un trastorno de personalidad paranoica en quienes ya tenían afectaciones mentales. Estar expuestos a una situación como la ocurrida en el 2017 puede dejar secuelas en el aparato psíquico y anímico en la comunidad bogotana, pues las repercusiones refuerzan las sensaciones de incomodidad e inseguridad en la ciudad”, comparte el especialista.
El llamado de atención que comparten desde ProBogotá es que tanto el Distrito como el Gobierno Nacional deben agudizar los procedimientos que permitan la detección temprana de amenazas antes de que se materialicen en afectaciones a la vida e infraestructura de la capital.
En adición a lo anterior, Vásquez afirma que es indispensable, desde el enfoque psicosocial, trabajar las afectaciones psicológicas desde los colectivos, bien sean familias, espacios de trabajo y sociedad en general, tal como se ha planteado en la Ley 1616 que estipula el Derecho a la Salud Mental de los colombianos y colombianas.
Nota relacionada: Atentado al Centro Comercial Andino: cinco años con cicatrices.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
El 17 de junio del 2017 es una fecha que quedará marcada en la historia de Bogotá y de Colombia tras el atentado que ocurrió ese mismo día al norte de la ciudad, muy cerca de la llamada zona T, sector de compras, restaurantes y discotecas exclusivas en la capital.
Lea también: “Las cicatrices del alma siguen golpeando fuerte”, víctimas del atentado en Andino.
En la tarde de aquel sábado, un artefacto explotó en el baño del segundo piso del Centro Comercial Andino, dejando un total de tres personas muertas y ocho heridas. Sin embargo, este hecho caló en todos los capitalinos, despertando la zozobra y el temor de si una situación similar se podría presentar en los siguientes días.
Muchos hasta evocaron la oleada de atentados y actos terroristas que tuvieron que afrontar en todo el país en 1989, año en el que el narcotráfico marcó un doloroso precedente histórico al enfrentarse abiertamente con el Estado cometiendo 259 atentados y cobrando la vida de 218 personas, luego de que el presidente Virgilio Barco les declarara la guerra de manera directa.
En 2022 se conmemoran cinco años del atentado en el Andino. Hecho que, sin duda, aumentó la percepción de inseguridad en la ciudad, tal como lo expresa el director de Seguridad Urbana de la fundación privada ProBogotá Región, César Andrés Restrepo Florez:
“Hay un aspecto del que no se habla con frecuencia y es la seguridad psicológica, que es el resultado de los estímulos que reciben los ciudadanos. Este atentado no solo afectó a quienes estaban en el lugar, sino que modificó el comportamiento de quienes fueron testigos o se enteraron luego y, por supuesto, aumentó su idea de sentirse inseguro en las calles o en cualquier lugar de Bogotá”, afirma el experto.
Sentimiento que al parecer sigue latente, teniendo en cuenta los resultados de la encuesta realizada por Invamer, publicados en la primera semana del 2022, y en los cuales el 82 % de las 400 personas encuestadas manifestó sentir que las cosas están empeorando en la ciudad.
Cifra que se suma al panorama presentado por la Cámara de Comercio de Bogotá en la Encuesta de Percepción y Victimización, en cuyos resultados se afirmó que la percepción de inseguridad en la capital es del 88 %, uno de los porcentajes más altos de los últimos años, siendo tan solo el 30 % de las personas encuestadas quienes consideran que el barrio en el que viven es seguro.
Le puede interesar: Más oscuros que claros: cinco años después del atentado en el Andino.
Situación que se acumula, según Karol Vásquez Rodríguez, decana de la Facultad de Terapias Psicosociales de la Universidad Antonio Nariño; al impacto multidimensional que se tuvo en la salud mental de los capitalinos:
“La violencia en todas sus dimensiones representa un instrumento catastrófico y un problema de alta complejidad, porque rompe con la armonía y tranquilidad del sistema. Esto genera diversas secuelas que afectan la salud mental y el comportamiento, asimilando que el trasfondo de este tipo de acciones es enviar un mensaje de terror y pánico a la sociedad en general”, explica la terapeuta.
Punto de vista en el que coincide Restrepo, quien asevera que es natural que frente a hechos desproporcionados de violencia como el atentado del Andino, el comportamiento de los ciudadanos se modifique debido a la tendencia de protección y seguridad propia de la humanidad.
En esa misma línea, el psicólogo especialista en Psicología Clínica y experto en traumas, José Fernando Vélez, menciona que no solo las víctimas directas (quienes estaban en el Centro Comercial Andino) pudieron desarrollar estrés postraumático, sino que incluso se puede hablar de víctimas colaterales a partir del hecho y la exposición mediática que se le dio en el ámbito noticioso:
“Un acto de estas proporciones puede empezar a desarrollar un trastorno de personalidad paranoica en quienes ya tenían afectaciones mentales. Estar expuestos a una situación como la ocurrida en el 2017 puede dejar secuelas en el aparato psíquico y anímico en la comunidad bogotana, pues las repercusiones refuerzan las sensaciones de incomodidad e inseguridad en la ciudad”, comparte el especialista.
El llamado de atención que comparten desde ProBogotá es que tanto el Distrito como el Gobierno Nacional deben agudizar los procedimientos que permitan la detección temprana de amenazas antes de que se materialicen en afectaciones a la vida e infraestructura de la capital.
En adición a lo anterior, Vásquez afirma que es indispensable, desde el enfoque psicosocial, trabajar las afectaciones psicológicas desde los colectivos, bien sean familias, espacios de trabajo y sociedad en general, tal como se ha planteado en la Ley 1616 que estipula el Derecho a la Salud Mental de los colombianos y colombianas.
Nota relacionada: Atentado al Centro Comercial Andino: cinco años con cicatrices.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.