Inacción del Distrito ante la regularización del bicitaxismo puede salir cara
Bicitaxistas y expertos mencionan que dar espera a la regulación del gremio puede provocar nuevas jornadas de violencia, como la de Patio Bonito. El Distrito dice que espera decisión del Mintransporte.
Sara Caicedo
El futuro del bicitaxismo en Bogotá es un reto que han tenido que enfrentar las últimas administraciones, sobre todo en temas de regulación y seguridad para los usuarios y conductores. Este gremio, hoy, después de cinco años, sigue a la espera de que la Secretaría de Movilidad o el Ministerio de Transporte tomen cartas en el asunto para solucionar los dilemas alrededor de un medio de transporte que se mueve en la informalidad.
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El futuro del bicitaxismo en Bogotá es un reto que han tenido que enfrentar las últimas administraciones, sobre todo en temas de regulación y seguridad para los usuarios y conductores. Este gremio, hoy, después de cinco años, sigue a la espera de que la Secretaría de Movilidad o el Ministerio de Transporte tomen cartas en el asunto para solucionar los dilemas alrededor de un medio de transporte que se mueve en la informalidad.
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El tema volvió a ser noticia, así como su incertidumbre, tras el episodio violento que se vivió el 22 de septiembre, cuando un operativo del Distrito, en el barrio Patio Bonito (Kennedy), terminó en enfrentamientos entre conductores y Policía. Producto del choque hubo varios heridos, como un menor que sufrió mutilación ocular, según denunciaron los concejales Heidy Sánchez (Pacto Histórico) y Diego Cancino (Alianza Verde), y un joven herido por arma de fuego.
Para Jaime González, directivo de Fecotricol, organización que reúne a las asociaciones de bicitaxistas reconocidas en la capital, ellos habían advertido que algo así podría suceder. “La resolución que expidió el Ministerio de Transporte el 3 de agosto de 2018, que prohíbe los bicitaxis de motor, siguen sin hacerla cumplir. Desde entonces solo hay evasivas del Ministerio y la Secretaría de Movilidad”.
Según González, esa prohibición debieron hacerla cumplir cuando los bicitaxis todavía funcionaban con tracción humana. “Hoy la mayoría funcionan con motor, lo que hace complicada la situación. Los que funcionan con motor eléctrico, ante el Mintransporte, no son bicitaxis. Y en Bogotá estos vehículos pasaron de transitar a 5 kilómetros por hora a 60, condición por fuera de los términos pactados”, agregó.
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El líder del gremio, junto con sus compañeros bicitaxistas, siguen a la espera de una respuesta del Ministerio. “Esta entidad quedó en que a finales de septiembre emitirían la norma técnica de los bicitaxis que iban a quedar como oficiales para prestar el servicio. Muchos esperamos que solo admitan vehículos que no solo funcionan a pedal”, añadió González.
En medio de esta situación, pese a que muchas miradas apuntan al Distrito, allí salvan su responsabilidad. La Secretaría de Movilidad señala que la normativa depende exclusivamente del Gobierno Nacional, por lo tanto, en la Alcaldía también están a la espera de la homologación para poder implementarla, pero, según ellos, por el momento no hay autorización.
Para Ómar Oróstegui, director del Laboratorio de Gobierno U. de La Sabana, la administración “ha hecho poco en atender los líos asociados a los bicitaxis, bajo el argumento de la falta de regulación. Esta inacción ha facilitado su crecimiento, el uso indebido del espacio público, el incumplimiento de normas de tránsito y las modificaciones descontroladas a las carrocerías”. A este panorama, agrega Oróstegui, se suma el “surgimiento de mafias que controlan la actividad, incluyendo ‘permisos de operación’ para ciertas zonas”.
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Por su parte, Édder Velandia, profesor de la U. de La Salle y experto en movilidad, señala que se debe reconocer que los bicitaxis aparecen ante esa necesidad de transporte público en puntos específicos, sobre todo en el sur. Y que en partes como Suba, Toberín y cerca del Portal Norte el servicio se viene regulando con tarifas, paraderos y propietarios carnetizados.
“Pero hacia el sur se han identificado problemas respecto a conductores migrantes, quienes en su mayoría están de manera irregular en el país. Esto termina siendo otra problemática que se suma. Por lo tanto, no están carnetizados, ni identificación, ni con licencia de conducción de ningún tipo, lo que genera problemas a los usuarios”, explicó Velandia.
Y recalca que, “aunque los motocarros y mototaxis podrían ser vehículos de última milla, articulados con el sistema de transporte público y la posibilidad de operar vehículos más pequeños y con menos costos, esto tampoco se ha concretado, pues desde el Mintransporte se ha establecido que los triciclos no pueden tener motor de combustión. Sin embargo, las administraciones distritales no han tenido en cuenta estas normas, y con su omisión los dejan operar”, añadió.
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Precisamente la falta de atención del Distrito a la formalización de los bicitaxis, la ausencia de autoridad ante la llegada de vehículos con motores y la presencia de conductores migrantes no regulados vienen formando una “bola de nieve”, que hoy tiene en vilo a los bicitaxistas, que en Bogotá ya suman alrededor de 6.000.
Esto, sumado a la espera de una acción concreta de la Secretaría de Movilidad y de una respuesta del Ministerio de Transporte, podría derivar en futuras jornadas de violencia, como las del pasado 22 de septiembre, cuando tomen la decisión de actuar. Y no solo en el sur de la ciudad, sino en Suba y Usaquén. Por lo pronto, a quienes derivan su sustento de esta actividad y a sus usuarios no les queda más que esperar.
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