Incendios forestales: en 12 años se han perdido 126 mil hectáreas en Cundinamarca
Según cifras de la Corporación Autónoma Regional (CAR), desde 2011 los incendios forestales han afectado un área similar a la isla de Aruba. Expertos y funcionarios ambientales alerta sobre una importante sequía en los próximos años en el centro del país, luego de dos años intensas de lluvias.
Fernan Fortich
En Cundinamarca, las autoridades ambientales se encuentran en máxima alerta. Esto se debe a la llegada de la temporada seca, también conocida como el fenómeno de “El Niño” que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), se prolongará durante tres meses en el centro del país.
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En Cundinamarca, las autoridades ambientales se encuentran en máxima alerta. Esto se debe a la llegada de la temporada seca, también conocida como el fenómeno de “El Niño” que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), se prolongará durante tres meses en el centro del país.
El aumento de las temperaturas ya dio sus primeros avisos. En ese sentido, en la zona de rural de Mosquera (Cundinamarca) los equipos de atención de emergencia llevan cinco días intentando controlar por completo una conflagración, que ha consumido más de 1.000 hectáreas, en una zona de reserva del departamento, siendo uno de los incendios más significativos en los últimos diez años.
En contexto: Incendio forestal en Mosquera, Cundinamarca, ha sido controlado en un 95 %
Así las cosas, la perturbación que provocó la conflagración en el departamento y en la capital del país causó un potente recordatorio de las consecuencias del cambio climático y de la reactivación de los incendios en el centro del país. Según cifras de la Corporación Autónoma Regional (CAR) Cundinamarca, este es el décimo incendio forestal que se atiende en lo corrido del año. En total, desde 2011, se han atendido 930 conflagraciones, es decir, casi 77 incidentes al año.
Aun así, a pesar del carácter habitual de estos fenómenos, esta temporada seca será distinta, debido a que está antecedida por uno de los inviernos más extensos y duros en La Sabana (lo cual explica el descenso, en los últimos tres años, de incendios forestales). No obstante, se espera una fuerte sequía, que pondrá aprueba la respuesta de los equipos de socorro y la cultura de la ciudadanía.
De esta manera, expertos aseguran que, con el fin de la temporada de lluvias, inicia una cuenta regresiva de 15 o 20 días, en los que empiezan los incendios. Es decir, es algo que se sabe qué va a pasar, pero ante lo cual solo queda prepararse.
“Estamos en alerta permanente con nuestras 10 brigadas que prestan el servicio de vigías forestales en la jurisdicción, especialmente en esas zonas históricas, en las que se han presentado incendios forestales. Adicionalmente, estamos prestos a apoyar a los cuerpos operativos cuando los eventos excedea la capacidad operativa de dicho organismo,” indico la CAR, a través de un comunicado.
¿Qué está causando los incendios?
En los últimos 12 años, en Cundinamarca y Bogotá, según cifras oficiales, han resultado afectadas más de 126 mil hectáreas de capa vegetal por incendios en zonas forestales. Cabe señalar que estos datos no incluyen, por ejemplo, daños a zonas de pasto, debido a que se considera que este se recupera de manera rápida y no implica un daño ambiental a mediano plazo.
Estos, de acuerdo con históricos del Ideam, se concentran en los meses de julio, agosto, septiembre y, en ocasiones, en enero y febrero. Así, según Adrián Amaya, director de la gestión del Riesgo de la CAR, las causas de los incendios están relacionadas con ”quemas poco controladas, es decir, aquellas que realiza la gente, para preparar cultivos, pero sin medidas de control. Otro elemento importante son las líneas de energía, cuando los árboles crecen y hace mucho viento, generan chispas que terminan en conflagraciones importantes”
En ese sentido, existen zonas en las que ya se esperan incendios, por sus condiciones particulares, como en el sur del departamento, en particular en zonas cercanas a Girardot, y en el occidente, cerca de los páramos, ubicados cerca al municipio de Villapinzón.
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Impactos en la ciudad y en la vida
Más allá de las cifras, los incendios forestales tienen efectos en la fauna y la flora del país, debido a la afectación del hábitat y la perdida de directa de vida durante estos hechos. “Las consecuencias en el ecosistema son diversas. Se produce, para iniciar, una enorme pérdida de fauna y flora; el hábitat se vuelve simple y pobre, debido a la reducción de la diversidad. Los arbustos y la hierba sustituyen a los bosques, lo que puede afectar al crecimiento de las plantas y al comportamiento de los animales. Además, el aumento de las temperaturas afecta a las especies que anidan en cavidades, como aves y pequeños mamíferos”, explica Andrea Garcés, experta en ecología.
En el caso de Cundinamarca, la extensión de los daños en la vida silvestre depende del sitio de su ocurrencia. “Cuando se enciende un páramo, por ejemplo, es una catástrofe, porque son plantas que crecen máximo 3 centímetros al año, por lo que es imposible hacer un programa para asegurar su recuperación”, aseguró el coordinador de Gestión del Riesgo en la CAR Cundinamarca. Por otra parte, vale señalar, que las autoridades ambientales descartan posibles alertas por la calidad del aire, a menos que estos impacten grandes extensiones de tierra.
¿Muestra del cambio climático?
La temperatura en Bogotá y en Cundinamarca está aumentando. Según revelan registros históricos del Ideam, que indican que en promedio se incrementó entre 1 y 2° C desde 1971, gran parte en las últimas dos décadas. De seguir esta variación, producto del calentamiento global, para 2100 habrá aumentado entre 3 y 4° C, particularmente en localidades como el borde oriental de la capital del país.
Cabe señalar que, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), por los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos han aumentado los desastres naturales en los últimos 50 años. El cambio climático, en su base, se reduce a la relación entre la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y el calentamiento atmosférico del planeta.
Según la Secretaría de Ambiente, anualmente en Bogotá se emiten alrededor de 683 toneladas de GEI. Estas emisiones están relacionadas con la contaminación de vehículos, mal estado de las vías y actividades industriales, y conllevan a cambios significativos en el clima, que trae consigo riesgos para la vida en la ciudad.
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El aumento de estas partículas incide en la temperatura y, de paso, en la biodiversidad. “Hoy vemos personas usando camisas de manga corta en Bogotá, cuando hace 20 o 30 años no se veía. Y no es cuestión de moda. Ahora, si la temperatura hace que nosotros cambiemos de atuendo, no es difícil imaginar lo que causa en las plantas”, manifestó Juan Carlos Benavides, experto en ecología y medio ambiente de la Universidad Javeriana.
Se estima que alrededor del 4 %, de la superficie de la tierra (entre 30 y 46 millones de kilómetros cuadrados) se queman cada año. Estas, por su parte, crean un ciclo de incendios forestales, que afectan el clima, y que conllevan a mayores temperaturas, suelos más secos, y por ende, en mayor probabilidad de incendios. Así, en Colombia se estima que cada año 42.000 hectáreas resultan afectadas por este tipo de eventos.
De esta manera, estos incidentes, ponen a prueba, cada vez más, la capacidad de respuesta de los organismos atención de emergencias, que deben hacer frente, en ocasiones, sin el equipo necesario para apagarlo de manera oportuna. “Siempre habrá retos por la naturaleza de nuestra economía. El incendio de Mosquera, que recién estamos terminando de liquidar el día de hoy, por ejemplo, los organismos que empezaron la atención no cuentan con un helicóptero, entonces es un tema de capacidad. Por suerte, tenemos equipos bien entrenados, que nos permiten tener una buena reacción”, aseguró Amaya, director de riesgo de la CAR.
Así las cosas, está por verse la extensión de la próxima temporada seca en el centro del país, y sus efectos en las ciudades. En ese sentido, el papel de la ciudadanía será clave para evitar que un riesgo ya latente, aumente debido a la negligencia ciudadana y los límites de la actuación de las entidades.
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