Inseguridad en Bogotá no se resuelve con más policías, sino reasignando sus funciones
Crece la discusión entre la alcaldesa de Bogotá, la Policía y el Gobierno Nacional frente a la seguridad de la capital, la cual registró, entre enero y mayo de este año, 445 homicidios. Si bien a la capital le hacen falta uniformados, el problema, según expertos en seguridad, está en la asignación de tareas con las que deben cumplir la Policía, las cuales provocan que haya ineficiencia, riesgos y poca motivación en los policías.
Sara Caicedo
El eterno debate de la inseguridad en Bogotá sigue vigente no solo por el aumento de homicidios, sino por el nuevo rifirrafe entre la alcaldesa Claudia López, la Policía y el Gobierno Nacional, en especial por la falta de uniformados en la capital, que sigue siendo una de las falencias en la ciudad. Y el reflejo está en los homicidios, que entre enero y mayo de este año aumentaron 9 %, al reportar 445 casos frente a 408 en el mismo período de 2022.
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El eterno debate de la inseguridad en Bogotá sigue vigente no solo por el aumento de homicidios, sino por el nuevo rifirrafe entre la alcaldesa Claudia López, la Policía y el Gobierno Nacional, en especial por la falta de uniformados en la capital, que sigue siendo una de las falencias en la ciudad. Y el reflejo está en los homicidios, que entre enero y mayo de este año aumentaron 9 %, al reportar 445 casos frente a 408 en el mismo período de 2022.
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La situación llevó a López a denunciar que a la capital no solo le han quitado uniformados, al pasar de 18.834 en 2021 a 17.026 en 2023, sino que le incumplieron la promesa de adicionar 1.500 policías, después de que el Distrito pagó por su formación. De ahí su llamado a que honren la palabra de asignar 3.000 policías más a la capital.
“Deben reclutar más, porque esa es la obligación, o nos permiten crear una policía de Bogotá”, dijo la mandataria, quien dejó ver el desacuerdo con el manejo del Gobierno al tema de seguridad y justicia en las ciudades. “El Gobierno le está fallando a Bogotá”, señaló públicamente.
Los señalamientos no se quedaron sin respuesta y el Gobierno dio su versión. La Policía, frente a la formación de 1.500 patrulleros, explicó que ya se asignaron 1.399 a la ciudad y que los 101 restantes no terminaron el proceso.
“En una cláusula quedó que la Policía no podía garantizar que todos aprobaran el proceso, así como no quedó obligada a su reemplazo”. Ante la reducción de personal, agregó que esta se explica en la dinámica institucional donde el retiro de personal ha sido mayor al ingreso”. Por su parte, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, también habló: “No se trató de 3.000 policías. La Policía no ‘engañó’ al Distrito y los compromisos se cumplieron”.
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Más policías para Bogotá
Más allá de la controversia hay una realidad: la necesidad de reforzar la seguridad en la capital. Según Alberto Sánchez, investigador en asuntos de seguridad y defensa, la ciudad cuenta con problemas de una dimensión sin igual en otro lugar, como Transmilenio, crimen organizado, violencia intrafamiliar y drogas. No obstante, cuenta con el número de uniformados suficiente. El problema está en la asignación de tareas.
Sánchez explica que a cada policía le asignan tres tareas y el problema está cuando se necesitan 100 uniformados en alguna estación y solo asignan la mitad o menos. Esto genera ineficiencia, riesgos y poca motivación en los policías.
“Hay ineficiencia, porque no se puede cubrir todo lo que se debería. Hay riesgos, porque las riñas, la violencia intrafamiliar o los atracos con armas pueden tener un desenlace más grave para los ciudadanos, ya que no se llega a tiempo porque no hay uniformados para responder de manera adecuada”.
Asimismo, recalca que “hay situaciones complejas para los policías, que se pueden demorar seis horas en el proceso de judicialización, por ejemplo, de un ladrón. Pero resulta que si esas horas abarcan su tiempo de descanso, a él no se lo reponen. Además, es improbable que un fiscal pida medidas de aseguramiento ante el robo de un celular. Entonces, hay incentivos incluso para no capturar, para no reaccionar, porque pierdes tiempo y dejas desprotegido el punto que tengas que cubrir”, compartió el experto.
Y esta situación no solo pasa en los barrios, sino también en el sistema de transporte y en entornos escolares, entre otros, por eso, para Sánchez, el problema no se resuelve “simplemente diciendo que hay que reclutar más”.
Para él sí hacen falta uniformados, sobre todo para labores de vigilancia y, como lo dice la alcaldesa, de convivencia. “Pero no estoy de acuerdo en que la solución sea pedir a gritos más policías e incluso salir a lavarse las manos diciendo ‘vamos bien en unas cosas, pero mal en otras’”, recalca.
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La inseguridad termina siendo una responsabilidad compartida, “si bien hacen falta policías, también nos falta una discusión más amplia sobre cómo hoy el Código de Seguridad y Convivencia concentra demasiadas tareas en la Policía”, dijo Sánchez, refiriéndose a la propuesta de la alcaldesa de que Bogotá tenga su propia policía.
¿Una policía de Bogotá?
El pasado 7 de junio la alcaldesa informó que radicaría ante el Congreso dos proyectos de ley para que Bogotá y las ciudades con más de un millón de habitantes tengan su policía local. Asimismo, para que funcionarios del Distrito puedan imponer comparendos y multas, con la intención de descongestionar las funciones de la Policía. Sin embargo, para Sánchez, es una propuesta inviable.
“Cuando se tiene un cuerpo de seguridad, sea la Policía u otro, uno no puede dividir las partes del proceso como la incorporación, formación, activación del servicio, ascensos y comandancias. Es decir, tú vas escalando en la organización a partir de un proceso público y ese proceso va desde cómo incorporar gente hasta cómo un uniformado llega a ser un general”, señaló.
Y es importante que los ciudadanos entiendan que esto no solo se logra radicando un decreto. A Bogotá le tocaría “no solo controlar la incorporación, sino asumir los costos de formación, de prestación del servicio y sacar la normativa sobre cómo van a prestar el servicio. La ciudad tendría que asumir como una versión mini de todo el proceso con sus costos”, dijo Sánchez.
Para el investigador, el modelo de Policía Nacional es exitoso “y es viable, porque centraliza algo que es difícil de controlar cuando se descentraliza. Y ahí está el caso de México, donde los policías locales son un desastre, matan gente, violan mujeres, pierden armas, no hay control, no son eficaces, y es porque cuando tú llevas al nivel local a la policía las llevas necesariamente a la discusión de política local”.
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Finalmente, esta propuesta de la alcaldesa para la capital también sería inviable, ya que Colombia cuenta con una “estructura orgánica constitucional que les da funciones a las fuerzas armadas. Es decir, se tendría que cambiar desde la definición de quién puede prestar el servicio hasta los roles misionales de los alcaldes, y eso implica cambiar fuentes de financiación, nuevos riesgos disciplinarios y bajar a la tierra el proceso completo”.
Por lo pronto, los ciudadanos esperan soluciones claras frente a la compleja situación en materia de seguridad que vive la capital, y la alcaldesa continúa luchando, con los pocos meses que le quedan de administración, en los que pretende acabar con la inseguridad no solo con una policía local, sino con más apoyo del Gobierno.
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