Los familiares y vecinos de Jerónimo Angulo organizaron un homenaje póstumo cerca de su casa.
/ Jose Vargas
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En las principales papelerías de Fusagasugá se agotó la cinta blanca. Con ella adornaron cientos de carros y casas del barrio Carlos Lleras, en memoria de Jerónimo Angulo Arcila, el nuevo rostro de la violencia infantil en Colombia. En las avenidas, los vehículos pitan, mientras que en la calle 4 norte con carrera 2, donde vivía el pequeño, hay un profundo silencio. En la puerta de la casa gris con marcos rosados, donde vivió el niño, se exhiben cintas blancas, y en los rostros de los vecinos, desolación.
Por Juan Camilo Parra
Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com