Entre los accesorios de los llaveros de protección hay alarmas, gas pimienta, taser y rompevidrios.
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
“En mi último año de bachillerato usaba transporte público, porque las rutas de mi colegio no llegaban a donde vivía. Era la misma rutina: de lunes a viernes, a las 6:00 p.m. salía de clases, esperaba el alimentador y, como siempre era lo mismo, había caras que reconocía en el bus. Casi siempre iba de pie y una tarde, que iba en la puerta delantera del alimentador, una mujer estaba a mi izquierda y un hombre detrás de mí. Todo parecía normal, pero el sujeto empezó a arrimar sus genitales...”.
Por Cristian Camilo Perico Mariño
Comunicador social y periodista egresado de la Universidad de Manizales. Interesado en género y diversidad.@cristian_pericocperico@elespectador.com
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