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Hildebrando Rivera, un curtido conductor de Guasca (Cundinamarca), trabajaba hace dos años en Ecosiech, una empresa de manejo de basuras. Hilder, como lo llamaban sus conocidos, entró allí por su experiencia como conductor.
Sus familiares lo describen como una persona honesta, querida, humilde, con corazón grande y trabajadora. Las jornadas de Hildebrando comenzaban cerca de las 6 de la mañana y terminaban entrada la noche. Sus días consistían en recolectar basuras en sectores de Funza y luego transportaba los residuos al vertedero de basura Mondoñedo.
De este lugar volvía durante la noche del martes, cuando en la vía Bogotá-Funza tuvo un accidente que momentos después le costaría la vida.
El accidente
Unas semanas antes del siniestro, Erminda Sintua Tunay, una mujer indígena, junto a su hija llevaban varios meses asentadas en el Parque Nacional. Erminda, de 37 años, y su hija de un año y medio se encontraban en malas condiciones de salud por mala alimentación y por esta razón decidieron tomar la oferta del Distrito de moverse a una Unidad de Protección Integral (UPI) en el parque La Florida, al noroccidente de Bogotá, cerca de Funza.
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Sin embargo, según algunos miembros de la comunidad que residen en este sector, las condiciones de vida en la UPI no son mejores que en el Parque Nacional. Además, dicen que las dotaciones de alimentación que ofrece el Distrito no alcanzan para el período en que son entregadas, por lo que las comunidades tienen que salir de la unidad para abastecerse de otros alimentos, como en la noche del 25 de enero.
“La madre salió con un grupo de Castillos cerca de donde venden alimentos. Infortunadamente la ruta por donde ellos están es un lugar con muy baja iluminación y es una vía de flujo rápido”, le aseguró a El Espectador Jairo Montañez, líder indígena de las comunidades emberas en Bogotá.
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Dentro de estas comunidades se tiene la costumbre de no caminar solo, sino hacerlo de manera acompañada. Por lo que la mujer indígena, en estado de embarazo, y su hija salieron junto a un grupo y empezaron a caminar por la vía entre Bogotá y Funza, cerca de la glorieta de Siberia.
Fue allí donde, cerca de las 8:30 p.m., al parecer Hildebrando, al timón de un camión de basura, se salió del carril e invadió el tramo de la vía donde caminaba Erminda y su hija, y las arrolló.
Al presenciar lo ocurrido, los miembros de la comunidad atendieron a las víctimas, mientras que otros detuvieron el vehículo y lo atacaron con palos y objetos contundentes. Entretanto, atrapado en la silla del conductor, Rivera alcanzó a mandar un audio a su familia explicándoles la situación y pidiendo ayuda.
“Fue un audio donde él expresaba su miedo, su angustia y pidiendo ayuda. Lamentablemente él se encontraba en ese sector y nosotros en Guasca, por lo que no tuvimos nada que hacer”, contó Ricardo Rodríguez, cuñado de Hildebrando, a este diario.
El conductor también alcanzó a llamar a su jefe, Mario Calderón, a quien le alcanzó a explicar la situación y avisarle que no podía salir del camión. Calderón, después de la llamada, se contactó con el alcalde de Guasca para que enviara una unidad de la Policía.
Al sitio llegaron varios uniformados de la Policía de Tránsito que intentaron controlar y contener la situación, pero, como quedó registrado en videos de testigos, luego de atacar el vehículo, un grupo de indígenas abrieron la puerta y bajaron al conductor.
Momentos después, tendido en el piso, Hildebrando Rivera, de 60 años, empezó a ser golpeado con palos y objetos contundentes de manera violenta. Y tras ser apartado del lugar por las autoridades, fue trasladado a un centro médico de Engativá, en donde sufrió un paro cardiorrespiratorio y falleció. Por su parte, la mujer indígena y la menor fueron llevadas a un albergue de la UPI, donde también fallecieron momentos después del accidente.
El pedido de justicia
Tanto el accidente como el posterior linchamiento son materia de investigación de las autoridades. Mientras que las causas del accidente aún se desconocen, la golpiza que recibió el conductor por parte de miembros de la comunidad indígena ha sido rechazada por representar un caso de justicia por mano propia.
En ese sentido, las comunidades indígenas aseguran que responderán ante la justicia por este hecho, pero exigirán que se garantice el acceso a la justicia con un enfoque diferencial para los miembros que sean requeridos.
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“Si bien el actor material del hecho es el pueblo indígena, en gran medida la responsabilidad yace y reposa en el Distrito, porque fue esa entidad la que los puso allá con las condiciones que hemos manifestado y que han arrojado como resultado que tengamos el deceso de cuatro personas”, aseguró Montañez sobre la postura de la comunidad frente a las investigaciones.
Por su parte, los familiares de Hildebrando hicieron un llamado a la tolerancia y proteger el derecho a la vida, además exigieron que su muerte no quede impune y que sean juzgados bajo la ley ordinaria.
“Tenemos un dolor inmenso, estamos muy indignados por la forma en que le ocasionaron la muerte y esperamos que no se vuelva a repetir con ningún colombiano, que el Gobierno Nacional tome medidas sobre estas comunidades indígenas que andan por la ciudad y algunos municipios cercanos a Bogotá”, aseguró Ricardo Rodríguez.
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