La ciudadanía no quiere a un policía arrogante: dice la generala Sandra Hernández
La generala Sandra Patricia Hernández será la primera mujer en comandar la Policía de Bogotá. En sus planes está recuperar la confianza y la articulación con la comunidad.
Alexánder Marín Correa
Como madre y esposa, como bogotana, a la brigadier general Sandra Patricia Hernández Garzón le preocupa la seguridad de la capital. Ahora que asumirá como comandante de la Policía Metropolitana tendrá la misión de dejar su impronta en la tarea de devolverles la tranquilidad a los capitalinos. Llega en un momento donde varios delitos están al alza, la percepción de inseguridad es de las más altas de la última década y la confianza en la institución es escasa.
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Como madre y esposa, como bogotana, a la brigadier general Sandra Patricia Hernández Garzón le preocupa la seguridad de la capital. Ahora que asumirá como comandante de la Policía Metropolitana tendrá la misión de dejar su impronta en la tarea de devolverles la tranquilidad a los capitalinos. Llega en un momento donde varios delitos están al alza, la percepción de inseguridad es de las más altas de la última década y la confianza en la institución es escasa.
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Pero ella conoce la ciudad y sus problemas. Ha tenido experiencia en diferentes especialidades: fue jefa de la Policía de Menores, trabajó en investigación criminal, carabineros, turismo, aduanas, comandó la Policía en Manizales y la regional tres. Lleva 35 años en la Policía, donde ha forjado una carrera, con 133 reconocimientos. Tras pasar por el Valle, el Eje Cafetero, Cundinamarca y Bogotá, ahora en su ciudad natal asumirá la estrategia de seguridad.
¿Cómo asume el reto?
Lo primero que hace uno como comandante es velar por la motivación del personal y sus familias, que debe estar aunado a la capacitación y a la profesionalización. Es clave que sea consciente del respeto por el otro, los derechos humanos y los límites en el uso de la fuerza. La ciudadanía no quiere a un policía arrogante, que no lo respete, no lo escuche y que no genere empatía. Como mujer trabajaré esa parte humana. Ese policía, motivado y capacitado, tiene que articularse con la comunidad.
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¿Cómo será esa articulación?
Queremos contacto directo con la gente. Nuestro director quiere cambiar esa imagen de los CAI, de ser claustros fríos y estigmatizados, a ser centros de diálogo. Empezaremos planes piloto en Bogotá con algunos, en zonas complejas, para generar cercanía. Que el ciudadano pueda ir y sienta confianza, porque encontrará a un policía que atenderá su necesidad. Quiero darle a la Policía una imagen más amigable y que genere empatía.
¿Cómo será ese acercamiento?
Debemos conectar a la Policía, al ciudadano y a sus líderes. Lo primero que haré será escucharlos. Me gastaré el tiempo que sea necesario, pero iré a las localidades para articular capacidades y definir acciones que puedan ser evaluables y que generen compromiso. Ese trabajo recaerá en los comandantes de las localidades, que son los responsables de generar bienestar y seguridad en sus zonas.
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Llega a una ciudad con percepción de inseguridad alta, delitos al alza y baja confianza en la Policía, ¿cómo cambiar la balanza?
Ya tuve la fortuna de trabajar acá, de analizar estadísticas, de rodearme de comandantes con trayectoria. Las dinámicas cambian y debemos ir a la vanguardia. Tenemos que prepararnos y entender los entornos, a pesar de ser un tiempo complejo, con nuevas estructuras, más habitantes y criminales que llegan. Pero tenemos ese reto. El general Triana viene adelantando planes contundentes y vamos a seguir con ese talento humano. También llegará un grupo élite, que pronto se dará a conocer, para trabajar en zonas complejas, y nos apoyaremos con policía judicial, la Fiscalía y tecnología. El ciudadano quiere que lo atiendan de manera inmediata, contundente y con presencia del Estado, en general.
¿Cuál será su sello?
Quiero que me reconozcan por ser polivalente, que estoy capacitada para atender cualquier clamor ciudadano. Mi apuesta es que seamos más preventivos que reactivos, pero actuar con contundencia cuando se tenga que actuar. Para esto vamos a generar acercamientos con los empresarios, tenderos y buenos líderes, para que nos ayuden. Que nos articulemos por ambientes más seguros y tranquilos.
¿Qué representa asumir la seguridad de su ciudad?
Es un sueño que tuve en mi carrera. Tuve buenos mentores, buenos comandantes, que me inspiraron a hacer bien las cosas y a servir. Me honra ser la representante en el tema policial para Bogotá, donde nací y crecí, donde formé una familia, donde me siento orgullosa. Trabajé en otras ciudades, pero Bogotá es mi cuidad y tiene que competir con ciudades donde hay cultura ciudadana, donde quieren al policía. Sabemos que podemos generar entornos más seguros. Será un propósito en el que gastaré mis energías.
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Es la primera mujer al frente de la Policía en Bogotá, ¿cómo marcará diferencia con sus antecesores?
Las mujeres somos muy comprometidas. Como esposa, como madre y como general soy comprometida. Conozco las necesidades de la ciudad y las mujeres. He sido formada entre hombres por más de 30 años, y eso me ha servido para formar un carácter. Vengo de un hogar que me crió en valores y principios. Tenemos todas las capacidades para asumir estos retos. Seguramente no podré solucionar todos los problemas, pero tengo la convicción de que voy a dar lo mejor de mí, para escuchar la ciudadanía. Estaré muy visible donde me requieran y sé que no voy a estar sola, porque voy a estar rodeada con la ciudadanía y las buenas sinergias con las autoridades.
El Esmad es un punto álgido en la relación con la comunidad, ¿cómo será ese manejo?
En el Esmad se estrena una mujer como comandante, con una nueva visión. Se trata de la coronel Patricia Lancheros, que está en curso para general. Tendremos que trabajar de la mano, pero como mujeres sé que será una nueva imagen, de más confianza y cercanía con la gente. Esa es una unidad que se ha venido preparando, para generar más diálogo, pero que actuará cuando tenga que actuar, dentro de los parámetros que tenemos. Lo que menos queremos es atacar a la ciudadanía, queremos es acercarnos y generar confianza.
¿Ya habló con la alcaldesa?
Me llamó y expresó su complacencia por mi designación. Siento que vamos a trabajar bien, con buenos canales de comunicación, muy articuladas por la seguridad de Bogotá. Ya después no sentaremos a conversar en una agenda oficial.
¿Trabajó con el secretario de Seguridad, el general Óscar Gómez?
Sí, lo conozco desde que era subteniente, en policía judicial. Lo admiro y lo aprecio, porque es un excelente general y está haciendo un gran trabajo. Genera cercanía y un canal muy positivo para sacar adelante el trabajo por Bogotá.
Los que pasan por la Policía de Bogotá se perfilan para la Dirección General. ¿Lo ve en el horizonte?
Cualquiera de los 18 generales, entre ellos tres mujeres, tiene todas las capacidades. Para cualquiera sería un honor, un orgullo, después de una carrera de más de 30 años de servicio. Todos hemos construido, trabajado y aprendido. El tiempo lo dirá. Primero tenemos que cumplir la tarea, que es trabajar por la seguridad de Bogotá.
Perfil personal de la generala Sandra Patricia Hernández
La brigadier general Sandra Patricia Hernández nació en Bogotá el 7 de diciembre de 1969, creció en un barrio estrato tres, como La Asunción, en Puente Aranda, y estudió en el colegio público Liceo Nacional Agustín Nieto Caballero, ubicado en Plaza España (Los Mártires). De allí se graduó en 1988 y con 18 años ingresó a la Escuela General Santander, de donde se graduó como subteniente, a los 23.
Casada hace 26 años con el teniente coronel (r) Álvaro Uribe Corredor, quien al haber comandado la Policía en Bosa y Chapinero, seguro servirá de asesor. Es madre de tres hijos: la médica María Fernanda (1995), Álvaro David (1999), que está terminando estudios de relaciones internacionales y ciencias políticas, y Nicole Estefanía (2002), quien adelanta ingeniería industrial. Se califica como una mamá que se preocupa en extremo por sus hijos y una hija que admira a sus padres: a su madre, de 80 años, la describe como su mentora, y a su padre, quien ya falleció, como el guía en su camino.