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A Hollman Morris y a Jorge Rojas, más allá de Gustavo Petro, los une una consigna: reversar el actual proyecto del metro elevado e insistir en hacerlo subterráneo, tal como lo proyectó la pasada administración a la que ambos sirvieron. Su postura es firme y lo consideran un inamovible.
Pero no solo eso los aproxima. Tanto Morris (actual concejal) como Rojas (exsecretario de Integración Social) coinciden en aspectos fundamentales, como un enfoque social y humano en la administración de la capital y una clara orientación por la movilidad eléctrica y tranvías, todo anclado en el metro subterráneo, para darle un respiro a una ciudad que no deja de padecer la mala calidad del aire.
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Si bien son más las semejanzas y afinidades, hay un punto que los tiene en disputa: el guiño que ambos esperan del exalcalde y ahora senador Gustavo Petro, quien debe definir en las próximas semanas al abanderado de la llamada Colombia Humana, en la puja por la Alcaldía de Bogotá.
Aunque pareciera que —por los coqueteos al exministro de Salud Alejandro Gaviria, ciertamente opuesto a su corriente política— aún Petro está indeciso y estaría contemplando nombres de candidatos con más pergaminos, tanto Morris como Rojas se sienten buenos representantes y siguen a la espera de su respaldo, para llegar fortalecidos a una eventual consulta interpartidista.
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Estas son sus propuestas, su visión de ciudad y su análisis del panorama político a seis meses de las elecciones regionales.
Que frenen el metro hasta elecciones: Jorge Rojas
¿Por qué no continuar con un metro elevado e insistir en uno subterráneo?Hace 20 años nos vendieron la idea de que el Transmilenio era lo mismo que un metro, y eso fracasó. Ahora nos dicen que el metro elevado es la solución, y también fracasará. Hay estudios del subterráneo que están vigentes y avalados por el Banco Mundial y las universidades Nacional y de los Andes. Ese sistema puede comenzar a hacerse desde el 1° de enero de 2020.
¿Pero eso no sería retrasar una obra que la ciudad espera desde hace tanto?
Sería más tiempo si esperamos a que acaben los estudios del elevado. ¿Cuánto vale el metro elevado? Peñalosa habla de $13,8 billones, entonces que muestren los estudios de ingeniería avanzada. Un informe dice que el subterráneo cuesta $15 billones y con 27 estaciones, no con 16. Por otro lado, ¿es válido abrir una licitación para entregarle a una empresa el diseño, la construcción y la operación del metro, cuando la ley dice que hay que separarlos para evitar corrupción? Me preocupa eso. Por eso le pedí a la Procuraduría que vigile el proceso y, si es el caso, haya una medida que lo suspenda hasta elecciones.
¿En qué se centrará su campaña?
Le apostaré a una “Bogotá Viva”, con tres componentes: el ser humano, en sus derechos y en su dignidad; la naturaleza, el agua, el aire y la tierra, y, finalmente, la democracia, para que sea participativa y la gente cogobierne. Es un plan ecocéntrico no antropocéntrico. Si tengo la vida como centro de la política pública, el aire es clave y no puedo traer más buses contaminantes. Hay que empezar el proceso para electrificar el transporte público y de carga. No voy a urbanizar una reserva forestal, ni los cerros orientales, ni a construir sobre humedales.
¿Continuaría algún programa de Peñalosa?
Bogotá tiene obras que deben seguir su marcha en materia vial, pero necesita troncales pensadas en un modelo de eje estructural de metro subterráneo. Por la Boyacá y la 68 están licitando troncales, aunque nosotros hubiéramos querido tranvía, que es más económico, menos contaminante y transporta la misma o más cantidad de pasajeros. Peñalosa aceptó el metro, porque ya no había opción, pero su metro no es la solución. Él sigue pensando en Transmilenio. Hay que apostarle a un sistema multimodal y que ponga en juego todos los medios de transporte, en especial los trenes. Hay que promover políticas para la vida, porque el aire contaminado es el mismo para el estrato seis que para el uno.
A diferencia de Morris, le apostó a firmas, ¿cómo va?
Es difícil sin plata, pero tenemos 50.000 firmas. La gente es abanderada de la Colombia Humana y hay mucha indignación con Peñalosa. Eso genera entusiasmo por este movimiento. Eso sí, denuncio que hay empresas que piden $400 millones para conseguir firmas en un mes. Una de ellas la contrató Peñalosa hace cuatro años.
Y, ¿un impulso de Petro no le ayudaría?
Yo sé y lo estamos haciendo. El 80 % de líderes y coordinadores que le hicieron campaña en la segunda vuelta en Bogotá están en mi campaña.
¿Por qué no unió esfuerzos con Morris?
Tenemos que aprender a juntarnos. Por suerte, se acordó que la Alianza Verde, el Polo, el Mais, la Unión Patriótica y dos grupos de ciudadanos iremos en convergencia, aceptando una consulta interpartidista, de la que saldrá un solo candidato. Quien gane será el próximo alcalde. En el caso de Hollman, le mandé una carta afectuosa el 24 de diciembre, le propuse que hiciéramos una consulta interna. Lamentablemente no me respondió esa carta.
¿Y eso no lo resuelve Petro?
Durante muchos años los partidos políticos se han definido por la disciplina y no por la democracia, por el líder natural y no por lo colectivo. Colombia Humana no es así, tiene diversas expresiones, entiende que esta sociedad no es homogénea y que la esencia misma de la democracia es reconocer la diversidad y respetar las diferencias. Petro es un líder político, pero él forma parte de un colectivo, y prefiero que todo se resuelva en democracia.
¿Cómo se ve frente a sus contendores?
Antonio Navarro tiene experiencia de gobernar en Pasto, Nariño, pero ese presupuesto no es ni la tercera parte de lo que manejamos en la Secretaría de Integración Social, que eran $2,5 billones. Dos meses duró él trabajando con nosotros (como secretario de Gobierno) y se fue. Yo duré los cuatro años. Hay candidatos que tienen más recorrido y reconocimiento, pero creo que poco a poco se va asentando esta candidatura que representa lo que significa la Colombia Humana para la capital del país.
“El metro subterráneo está más vivo que nunca”: Hollman Morris
¿Por qué echar al traste el metro elevado?Porque es fraudulento, ilegal y corrupto. El proyecto del subterráneo está más adelantado y tiene estudios de factibilidad, de ingeniería básica avanzada, estructuración financiera y solo basta la licitación. Del elevado ni siquiera han terminado estudios de factibilidad ni se saben costos de inversión (capex) y operación (opex). El elevado ha avanzado en titulares, pero no en hechos.
Denuncié penalmente al alcalde Peñalosa y al presidente de la Financiera de Desarrollo Nacional, Clemente del Valle, por decir que ya habían terminado los estudios de factibilidad. Sin embargo, por ese caso no se ha movido una sola hoja en seis meses. A esta administración no le importa el metro, le interesa dejar unos contratos amarrados.
¿Cómo hacerlo realidad?
A partir del 25 de octubre, como alcalde, me reúno con los entes de control y pido agilizar esas denuncias. Esa obra, de seguir adelante, acabará con las finanzas y el futuro de Bogotá. Por si fuera poco, está desfinanciada porque el Concejo aprobó en 2017 vigencias futuras ordinarias por $7 billones, que caducaron en diciembre de ese año, ya que la ley dice que su ejecución debe arrancar en la misma vigencia y no se hizo.
¿Cuándo estaría listo el subterráneo?
Se estructura la licitación, se adjudica en el segundo semestre de 2020 e inician obras en 2021. En tres años estaría listo y costaría $17 billones. El subterráneo está más vivo que nunca.
¿Qué más haría para mejorar la movilidad?
Apostaría por trenes de cercanías (como el Regiotram) en el norte, en el sur y en el occidente. Los financiaría mediante una alianza público-privada, haciéndolo un gran negocio para inversionistas privados. A ello se suma el cable aéreo de San Cristóbal y tranvías en las avenidas 68 y Boyacá. Revisaría además el Transmilenio por la séptima y no descarto detenerlo. Ese proyecto tiene sombras, por no decir ilegalidades.
Necesitaría apoyo de muchos sectores, ¿cree que le caminarían a sus proyectos?
Depende del liderazgo del gobernador de Cundinamarca, del presidente y del alcalde. Los trenes en el mundo no son de izquierda o de derecha. No quiero pensar que sea difícil. A nosotros (los de izquierda) nos eligen para hacer transformaciones sociales, no para ir a cenas con los dueños del país.
¿Cómo califica la administración Peñalosa?
Con el Concejo de su parte, con los medios y los gremios a su favor, Peñalosa —el gran ingeniero, el gran urbanista—, no fue capaz de construir un solo kilómetro de Transmilenio en cuatro años. Dijeron que Petro era un mal gerente y se necesitaba a Peñalosa, pero eso solo fue un titular y no una realidad. Peñalosa hubiese podido ser uno de los más firmes aspirantes a ser presidente si hubiera seguido con el metro subterráneo. Le pasaron el balón para que hiciera el gol y no quiso.
A propósito de Petro, ¿cómo va con el guiño?
Tengo el aval del Mais y con eso me voy a defender. Llegué al Concejo sin el guiño de Petro y frente a Jorge Rojas, una encuesta que tengo me da una ventaja del 5 %. No me da miedo a quién le dé el guiño Petro. He defendido un modelo de ciudad llamado Bogotá Humana. Defiendo y quiero a Petro, pero no voy a esperar su guiño.
Igual hay que esperar con quién nos mediremos, porque Claudia López es una cosa y Antonio Navarro, otra. Bogotá, que cuenta con un electorado de opinión, necesita una consulta interpartidista en la que todos los candidatos alternativos nos midamos y salga uno que reúna todo el consenso de esas fuerzas. Lo importante es llegar a un acuerdo programático que debe girar en torno a sacar adelante el metro subterráneo, fortalecer las empresas públicas y defender la reserva Thomas van der Hammen.
Pero López y Navarro dicen que seguirían con el metro elevado. ¿Si no los convence, sería la primera factura de esa coalición?
Es una conversación pendiente. He estudiado el tema y les puedo demostrar lo que estoy diciendo, para no seguir cometiendo errores. La gente va a terminar odiando al alcalde que ponga en ejecución el proyecto elevado. Le doy el beneficio de la duda a Claudia y Antonio, no están lo suficientemente informados sobre la obra. Yo la vengo estudiando hace cuatro años. El subterráneo es casi un inamovible para mí.
¿Qué propone en seguridad?
La mejor acción es una buena política social. Mi propuesta se basa en la seguridad humana y la seguridad técnica. La primera es promover programas como Jóvenes en Paz, que permitió recoger 10.000 muchachos que estaban en las calles, presos de bandas delincuenciales. En seguridad técnica propongo 10 Casas de Justicia, para facilitar la denuncia. Allí deben hacer presencia la Fiscalía, Medicina Legal (para atender casos de maltrato y riñas callejeras) y la Defensoría del Pueblo (para casos de desplazamiento y ayuda humanitaria a venezolanos). También implementaría cámaras en cada una de las estaciones de TM, pero estarían conectadas por fibra óptica (eso pasa por el fortalecimiento de la ETB) y serían de tecnología 4K, para identificar el rostro de la persona. Todo esto sería monitoreado desde la plataforma 123, que debe reducir el tiempo de reacción entre la llamada y la atención.
¿Qué hacer en medioambiente?
Para mejorar no solo la movilidad, sino la calidad del aire apostaría por un pico y placa que funcionaría no por la placa, sino por modelo de los automóviles. No obstante, lo más ambicioso sería hacer de la reserva Van der Hammen el bosque urbano más grande de América Latina. De la mano de estudiantes, sembraría allí dos millones de árboles para que se convierta en un sumidero de carbono. Queremos que el gran símbolo de Bogotá en Latinoamérica no sea TM, sino la lucha contra el cambio climático.
¿En qué consistirá su política social?
Quiero que Bogotá sea la ciudad de los signos de pertenencia. Además de levantar un parque en honor a Jorge Eliécer Gaitán, haría en el metro subterráneo un gran túnel pedagógico de la memoria. Las estaciones tendrían nombres como Jaime Garzón, Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez o Víctimas de El Nogal, de tal manera que cuando un extranjero pregunte a un bogotano le explique por qué se llaman así. También voy a construir la gran ciudadela universitaria de Bogotá. Cada año 50.000 jóvenes de sectores populares se quedan sin acceder a la universidad. Esta ciudadela será la solución y estará ubicada en el eje occidental, es decir, Fontibón y Engativá.
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