La escombrera que incomoda a una vereda en La Calera
Habitantes de La Aurora Alta están preocupados porque la abrirán cerca de los colegios. Aunque una resolución los ampara, esperan acuerdos para evitar más daños en la zona.
Mónica Rivera Rueda / @Yomonriver
Desde siempre los habitantes del sector de la vereda La Aurora, en La Calera, han luchado por alejar a quienes ilegalmente han llegado a dejar residuos de construcción. Ahora, con el anuncio de que se construirá una nueva escombrera, esta sí legal, están contrariados. Por un lado, porque quedará en medio de los cerros orientales (aunque fuera de la zona de protección) y, por el otro, por los riesgos ambientales y de seguridad.
La decisión la conocieron a mediados de este año, cuando la empresa Minersa S. A. S. instaló una valla en la que se informa que un predio de la vereda se usaría como sitio de disposición final de residuos de construcción y demolición (RCD). Esto amparado en una resolución del Ministerio de Medio Ambiente, que señala que deben ser los municipios los que determinen los sitios de disposición, de acuerdo con unos criterios particulares.
El pasado 4 de agosto, la empresa dedicada a temas de construcción hizo una socialización, en la que presentó los criterios que fueron tenidos en cuenta y que están incluidos en la resolución del Ministerio, entre ellos la oferta ambiental, la degradación del suelo, la disponibilidad de la vía, entre otros factores asociados con su entrada en operación.
Asimismo, días después se hizo otra reunión en el casco urbano de La Calera, a la que también citaron a representantes de los barrios de Bogotá que podrían verse afectados por la nueva escombrera, pues en la zona donde operará, por cuenta de la conurbación, es difuso dónde comienza el municipio o termina la ciudad.
De hecho, la vereda está en medio de los cerros orientales, pero en un área urbana de La Calera. Allí no solo viven campesinos y población vulnerable, sino que es fácil encontrar en los alrededores colegios públicos, como las escuelas de La Aurora Alta y Baja o reconocidos colegios privados a los que asisten niños que viven en Bogotá, como los Alpes o el Cambridge.
Ellos se han unido, y aunque han luchado por borrar los rastros de los daños ambientales que en el pasado causaron la minería y la disposición ilegal de escombros, es justo ese antecedente en el que hoy se apoyan la empresa y el municipio para explicar por qué se escogió este sitio. Según ellos, cumple el principal determinante, que consiste en que el suelo es compatible con este tipo de uso. Además, más allá de un plan de manejo, no requiere licencia ambiental.
De acuerdo con la concejal de La Calera Luisa Fernanda Camacho (Alianza Verde), las principales preocupaciones de la gente tienen que ver con las afectaciones que pueda generar el material particulado en los estudiantes de los colegios cercanos al predio. Además, las afectaciones en la seguridad, por la llegada de escombros, y el tráfico, pues pese a que Minersa señaló que cuenta con tres vías de acceso a la zona, los vecinos creen que estas no son aptas para el paso de volquetas.
Eso mismo cree Jimy Fonseca, integrante de la Mesa de los Cerros, que participó en la socialización que se hizo en La Calera, en la que les señalaron los lugares de Bogotá por donde ingresarían los vehículos. “El Codito se vería afectado. Paradójicamente, mientras dicen que el barrio no tiene vías para que transite un SITP, según el proyecto sí las tiene para el paso de escombros”.
Bogotá, el beneficiado
Con el nuevo sitio de disposición final de residuos de construcción y demolición (RCD), tal vez uno de los más beneficiados será Bogotá, que ha sufrido por décadas, al no contar en la ciudad con un sitio apto para dejar este tipo de residuos. Y ahora mucho más, teniendo en cuenta las grandes obras que se proyectan en los próximos años. Las únicas escombreras habilitadas, que hasta la fecha le han prestado el servicio a la capital, están en Soacha (2), Girardot y Mosquera.
Aunque en alguna oportunidad intentaron habilitar un sitio en el relleno sanitario Doña Juana para residuos mixtos (basura con escombros), la propuesta fue rechazada por las autoridades ambientales. Por esta razón es que no los recogen los tradicionales carros de basura, y la gente, en vez de pagar a los operadores de aseo para disponer de los residuos de construcción de manera adecuada (en las escombreras autorizadas), muchas veces prefiere abandonarlos en la calle o pagarle a un tercero para que se deshaga de ellos, sin importar en dónde.
De ahí que sea normal encontrar en calles cerradas, terrenos baldíos o caños el arrume de escombros, a pesar de que esto implica apenas una multa de $786.898. El problema es más visible en localidades como Suba, Ciudad Bolívar, Engativá, Puente Aranda, Usaquén, Barrios Unidos y Kennedy. Es por esto que la nueva escombrera, pese a que algunos la rechazan por el impacto, otros la ven como un alivio.
Alivio que no solo se siente en Bogotá, sino entre otros vecinos de la zona, que ven la llegada de la escombrera como una oportunidad para recuperar el sector, pues dentro de los compromisos que adquirió la empresa está la reconformación morfológica del territorio, afectado en el pasado por la minería ilegal. Estas nuevas acciones darían pie para recuperar y reverdecer la vereda.
Por lo pronto, mientras unos celebran, los vecinos que se resisten esperan que los diálogos con Minersa rinda frutos y que antes de la puesta en marcha de su proyecto dé a conocer las matrices de riesgo de la instalación de la escombrera. No obstante, también son conscientes de que a pesar de sus años de lucha también se deben preparar, pues en caso de que se concrete el proyecto, tendrán que vivir con el inconformismo de aceptar los escombros de Bogotá.
Manténgase informado sobre las últimas noticias que suceden en Colombia y el Mundo, el más completo cubrimiento noticioso todos los días con el periódico El Espectador.
Desde siempre los habitantes del sector de la vereda La Aurora, en La Calera, han luchado por alejar a quienes ilegalmente han llegado a dejar residuos de construcción. Ahora, con el anuncio de que se construirá una nueva escombrera, esta sí legal, están contrariados. Por un lado, porque quedará en medio de los cerros orientales (aunque fuera de la zona de protección) y, por el otro, por los riesgos ambientales y de seguridad.
La decisión la conocieron a mediados de este año, cuando la empresa Minersa S. A. S. instaló una valla en la que se informa que un predio de la vereda se usaría como sitio de disposición final de residuos de construcción y demolición (RCD). Esto amparado en una resolución del Ministerio de Medio Ambiente, que señala que deben ser los municipios los que determinen los sitios de disposición, de acuerdo con unos criterios particulares.
El pasado 4 de agosto, la empresa dedicada a temas de construcción hizo una socialización, en la que presentó los criterios que fueron tenidos en cuenta y que están incluidos en la resolución del Ministerio, entre ellos la oferta ambiental, la degradación del suelo, la disponibilidad de la vía, entre otros factores asociados con su entrada en operación.
Asimismo, días después se hizo otra reunión en el casco urbano de La Calera, a la que también citaron a representantes de los barrios de Bogotá que podrían verse afectados por la nueva escombrera, pues en la zona donde operará, por cuenta de la conurbación, es difuso dónde comienza el municipio o termina la ciudad.
De hecho, la vereda está en medio de los cerros orientales, pero en un área urbana de La Calera. Allí no solo viven campesinos y población vulnerable, sino que es fácil encontrar en los alrededores colegios públicos, como las escuelas de La Aurora Alta y Baja o reconocidos colegios privados a los que asisten niños que viven en Bogotá, como los Alpes o el Cambridge.
Ellos se han unido, y aunque han luchado por borrar los rastros de los daños ambientales que en el pasado causaron la minería y la disposición ilegal de escombros, es justo ese antecedente en el que hoy se apoyan la empresa y el municipio para explicar por qué se escogió este sitio. Según ellos, cumple el principal determinante, que consiste en que el suelo es compatible con este tipo de uso. Además, más allá de un plan de manejo, no requiere licencia ambiental.
De acuerdo con la concejal de La Calera Luisa Fernanda Camacho (Alianza Verde), las principales preocupaciones de la gente tienen que ver con las afectaciones que pueda generar el material particulado en los estudiantes de los colegios cercanos al predio. Además, las afectaciones en la seguridad, por la llegada de escombros, y el tráfico, pues pese a que Minersa señaló que cuenta con tres vías de acceso a la zona, los vecinos creen que estas no son aptas para el paso de volquetas.
Eso mismo cree Jimy Fonseca, integrante de la Mesa de los Cerros, que participó en la socialización que se hizo en La Calera, en la que les señalaron los lugares de Bogotá por donde ingresarían los vehículos. “El Codito se vería afectado. Paradójicamente, mientras dicen que el barrio no tiene vías para que transite un SITP, según el proyecto sí las tiene para el paso de escombros”.
Bogotá, el beneficiado
Con el nuevo sitio de disposición final de residuos de construcción y demolición (RCD), tal vez uno de los más beneficiados será Bogotá, que ha sufrido por décadas, al no contar en la ciudad con un sitio apto para dejar este tipo de residuos. Y ahora mucho más, teniendo en cuenta las grandes obras que se proyectan en los próximos años. Las únicas escombreras habilitadas, que hasta la fecha le han prestado el servicio a la capital, están en Soacha (2), Girardot y Mosquera.
Aunque en alguna oportunidad intentaron habilitar un sitio en el relleno sanitario Doña Juana para residuos mixtos (basura con escombros), la propuesta fue rechazada por las autoridades ambientales. Por esta razón es que no los recogen los tradicionales carros de basura, y la gente, en vez de pagar a los operadores de aseo para disponer de los residuos de construcción de manera adecuada (en las escombreras autorizadas), muchas veces prefiere abandonarlos en la calle o pagarle a un tercero para que se deshaga de ellos, sin importar en dónde.
De ahí que sea normal encontrar en calles cerradas, terrenos baldíos o caños el arrume de escombros, a pesar de que esto implica apenas una multa de $786.898. El problema es más visible en localidades como Suba, Ciudad Bolívar, Engativá, Puente Aranda, Usaquén, Barrios Unidos y Kennedy. Es por esto que la nueva escombrera, pese a que algunos la rechazan por el impacto, otros la ven como un alivio.
Alivio que no solo se siente en Bogotá, sino entre otros vecinos de la zona, que ven la llegada de la escombrera como una oportunidad para recuperar el sector, pues dentro de los compromisos que adquirió la empresa está la reconformación morfológica del territorio, afectado en el pasado por la minería ilegal. Estas nuevas acciones darían pie para recuperar y reverdecer la vereda.
Por lo pronto, mientras unos celebran, los vecinos que se resisten esperan que los diálogos con Minersa rinda frutos y que antes de la puesta en marcha de su proyecto dé a conocer las matrices de riesgo de la instalación de la escombrera. No obstante, también son conscientes de que a pesar de sus años de lucha también se deben preparar, pues en caso de que se concrete el proyecto, tendrán que vivir con el inconformismo de aceptar los escombros de Bogotá.
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