Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Qué hace a un sitio, un lugar histórico? ¿Son los años que tienen sus cimientos, o sus muros recargados de historia? Quizá sea algo no cuantificable, algo especial, o quizá sea algo que defina y explique el desarrollo de una ciudad caótica, diversa e hibrida como la ciudad de Bogotá.
Entre los miles de sitios históricos que tiene la capital del país, en Semana Santa, las iglesias se convierten en monumentos y templos de una fe que marcó la historia de los bogotanos creyentes, como a aquellos con otras fes, o sin ninguna en particular.
Recordar las iglesias, o templos católicos, en un país latinoamericano como Colombia es sin duda retrasar una historia parcial. En ese sentido, sea dicho brevemente, según lo describe el historiador Carl Langebaek, si la historia de Colombia se pudiese representar por el número de horas en un día, el poblamiento indígena, antes de la Conquista, equivaldría a las primeras 23 horas, y solo la última corresponde al tiempo posterior a la llegada de los españoles, y la mera existencia de Colombia, sería tan solo media hora.
Lea también: “Cada vez que muero”: una aproximación al relato trans en Colombia
Así, durante esta media hora en que las iglesias han estado en este territorio, estas han marcado la vida de los bogotanos y aquellos que pasaban por ellas de paso.
Las primeras iglesias
Como suele ocurrir con los recuentos históricos, existen disputas sobre cuál fue la primera iglesia, o parroquia, en la capital.
Sea dicho de paso, que durante los primeros días de la naciente Santa Fe de Bogotá, se erigieron un número considerable de templos transitorio donde se ofició misa, pero que el paso del tiempo y las decisiones humanes se encargaron de hacer desaparecer.
Uno de esos templos fugaces, pero determinantes, en el tiempo fue una pequeña ermita con paredes de bahareque y cubierta de paja, que fue utilizada el 6 de agosto de 1538 para auspiciar la llamada misa la “conquista”. Esta fue realizada en un mercado indígena, ubicado en el hoy denominado popular barrio de Las Nieves.
Este templo que desencadeno en la fundación de lo que hoy es la capital del país, llego a ser conocida como la capilla del Humilladero, que fue reedificado en dos ocasiones, pero que fue demolida en 1877, varios años después de la independencia de Colombia.
Iglesia de San Francisco
La Iglesia de Francisco, hoy en día en pleno corazón del centro y del aire vibrante del “séptimazo”, es considerado como el templo católico más antiguo de la ciudad, con su construcción datando de hace más de 425 años.
Conocida como él “Covento Máximo” o de la “Purificación”, fue fundado en 1550 cuando llegaron religiosos de la Orden Franciscana, en ese entonces del Nuevo Reino de Granada.
Como Monumento Nacional, como fue declarado en 1975, este templo sufrió varios obstáculos para mantenerse en pie. Luego de los terremotos de 1743 y 1785, que afectó la estructura de iglesia fue reconstruida por fray Domingo Petrès.
Sin embargo, esto no detuvo a través de los años se trabajará en su decoración que sorprendió a más de un viajero de la época. “La primera vez que visité esta iglesia fue el día del santo patrono. Nunca había visto una decoración más elaborada y suntuosa; las paredes están cubiertas de madera tallada y prácticamente todo el interior tiene dorados de puro oro antiguo, pesado y cobrizo.”, aseguró el viajero Isaac Farewell, en su obra, La Nueva Granada: Veinte meses en los Andes.
Tal cual se puede encontrar hoy en la Avenida Jiménez con Carrera Séptima, que rodeada de un ambiente moderno y en el frenético movimiento de la ciudad, el templo adyacente a la iglesia de la Veracruz y al Templo de la Orden Tercera.
Iglesia de Santa Bárbara
Don Lupe de Céspedes y su mujer, doña Ana de Vázquez, en 1565 tenían su “estancia de pan”, según relata el cronista Pedro María Ibáñez en su libro Crónicas de Santa Fe. La vida de la pareja pasaba en relativa tranquilidad hasta que el 27 de agosto de ese año se desató una tormenta, y un rayó cayó en el techo de la casa.
Al ser, al parecer el primer rayó que caía sobre la ciudad, Don Lope decidió construir una capital en lugar su casa, y la dedicó a la virgen Santa Bárbara, protectora contra los rayos en la fe católica.
Así nació, lo que es hoy la Iglesia de Santa Bárbara, hoy en día ubicada en la carrera 7 con calle 5, en la localidad de la Candelaria. Fue tal el impacto de la parroquia, y la devoción de los santafereños a la santa, que años después se declaró el 4 de diciembre como el día de su fiesta, donde autoridades religiosas y seculares visitaban la parroquia ubicada en una calle empinada, al pie de los cerros.
Pronto esta parroquia se volvió uno de las más apreciadas en una ciudad constantemente afligida por las lluvias, las tormentas, y los subsecuentes rayos, por lo que durante la existencia del Nuevo Reino de Granada su decoración embellecida con cuadros de pintores de renombre, y con esculturas de santos como San Roque, patrono de las pestes, y de los santos Cosme y Damian patronos de los médicos.
Catedral Primada de Bogotá y la Capilla del Sagrario
Imponente, siglos después de su fundación, resulta poco difícil imaginar la presencia destacada que tenía en la ciudad en el momento de su construcción en 1572, donde en su entorno había viviendas sencillas, y cuyo único contraste visible era los cerros orientales en el fondo de fachada.
Podría interesarle: Tras dos años a puerta cerrada, Semana Santa vuelve a ser presencial
Elevada, según recuentos históricos en el mismo sitio donde se dio la primera misa de la ciudad, presidida por el Fray Domingo de las Casas, en la capilla extinga del Humilladero. Con piedras traídas de las canteras de la ciudad, se construyó con autorización real una primera versión de la Catedral, que se desplomó un día antes de su fundación.
Años después fue construida finalmente, con apoyo de la corona real y la Iglesia Católica, que tuvieron que asumir un tal precio que la Iglesia la designo como catedral durante doscientos años, y como sepultura de personajes notables.
En ese sentido, la construcción cuenta con capillas, altares y tres naves en donde reposan las tumbas de personajes históricos como Antonio Nariño y Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
Parroquia de Santa Clara
Construida inicialmente como un convento en 1629 por el arzobispo de Bogotá, Hernando Arias de Ugarte, fue convertida en una iglesia ostentosa, y hasta hoy en día guarda varios secretos. Consistente en una nave, uno de los elementos que destacan son sus cuadros y sus decoraciones únicas.
Ubicada al frente de la Casa de Nariño, y por ende custodiada fuertemente por miembros de la Fuerza Pública este sitio mantiene el secretismo y misterio que invocaba en su época, debido a que era el lugar de reposo final de personajes notables de la ciudad, antes de que se pensará en la construcción de un cementerio en la ciudad.
Con púlpitos que cuelgan de los lados de la nave, este fue uno de los sitios donde se mantuvieron numerosos oficios religiosos, y en donde, como señalan estudiosos, se formaban la opinión pública de la época.
Si está interesado, en visitar algunas de estas iglesias tenga en cuenta que algunas se encuentran en remodelación, mientras que otras cuentan con horarios predeterminados. Le recomendamos revisé la programación de cada iglesia, que durante semana santa tendrán eventos religiosos y culturales.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.