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En los terrenos donde nace el sueño del metro de Bogotá, también nace una familia de gavilanes maromeros. Hace unas semanas los trabajadores del lugar descubrieron un nido en la copa de uno de los árboles del predio, así que acudieron al personal de cuidado ambiental que tiene el concesionario Metro Línea 1 para indagar.
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Con la ayuda de una pértiga (que es un palo extenso que incorpora una cámara en una de sus puntas) se logró ver que aquel nido era de un gavilán maromero, el cual alzando sus alas se mostraba desafiante y dispuesto a proteger a sus tres huevos de aquel extraño aparato que invadía su hogar.
Los días pasaron y se logró determinar que tan solo uno de estos huevos logró eclosionar. Inmediatamente el adulto se hizo cargo de su cría, cuidándolo no solo del frío de la noche, sino también del hambre, al llevarle presas desmembradas de los ratones que cazaba en el lugar.
Más adelante se logró ver cómo de a pocos el plumaje del juvenil comenzaba a aparecer y a tupir su lampiño cuerpo. El requisito para emprender sus primeros vuelos.
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Al comienzo mostraba su temor e inexperiencia volando torpemente entre un árbol y otro. Pero la práctica y la guía del adulto le hicieron tomar destreza en unos cuantos días. Ya se le veía emprendiendo vuelos más largos, cruzando incluso la ronda del río Bogotá y posándose en árboles más lejanos.
Incluso se le vio llevando a cabo hazañas como, en pleno vuelo, recibir con su pico la presa que previamente había cazado el adulto, dar un par de vueltas en el aire y virar hacia el nido, donde la despresa e ingiere.
Aunque no se le ha visto cazar por sí solo, no le queda mucho para que logre ese gran paso en su proceso de crecimiento, pues se ha mostrado saludable y ávido para aprender todas las cosas que necesita para desarrollar plenamente una vida como adulto.
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Pero la estancia de estos animales en el predio del patio taller es temporal, pues para el avance de las obras es necesario talar los árboles en los que hoy tienen su morada. El equipo de cuidado ambiental del consorcio ha hecho una permanente observación de los gavilanes, para garantizar su bienestar, pues aún con un proyecto de tales proporciones, su casa no se puede derribar hasta que ellos mismos la abandonen y migren a un nuevo lugar.
De momento, y de forma indirecta, han demostrado ser una ayuda para el proyecto, pues se han convertido en un control natural de plagas, principalmente de los ratones que por estos días de lluvia salen de sus madrigueras en busca de terrenos secos.
Así como estos halcones, en el lugar se han encontrado otras especies, como serpientes sabaneras y búhos. Los antiguos habitantes del sector donde ahora se construye el sueño de movilidad de toda una ciudad.