La lucha estudiantil y su triunfo por los derechos de las personas diversas
El 54,6 % de los estudiantes diversos se sienten inseguros en la escuela, por comentarios homofóbicos de compañeros o profesores. El panorama cambiaría gracias a una norma de ciudad impulsada por un estudiante de secundaria. Aquí la historia.
María Angélica García Puerto
Juan Pablo Otero Salazar, de 18 años, pasa inadvertido, como un joven bogotano del común. Lo que pocos saben es que él, con apoyo de varios compañeros, es uno de los autores de un acuerdo de ciudad, que marcó un hito para los estudiantes LGBTI+ de la ciudad. Gracias a una lucha de tres años, cargados de frustraciones, dilaciones y trasnochos, logró que el Concejo de Bogotá aprobara, con 28 votos a favor y 12 en contra, una política que ordena a la Alcaldía a garantizar entornos escolares seguros, inclusivos, respetuosos y libres de violencia y discriminación, sin importar la identidad de género u orientación sexual. Hoy su determinación e insistencia marca un antes y un después para los menores de la comunidad, que alguna vez tuvieron que autoinvisibilizarse.
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Juan Pablo Otero Salazar, de 18 años, pasa inadvertido, como un joven bogotano del común. Lo que pocos saben es que él, con apoyo de varios compañeros, es uno de los autores de un acuerdo de ciudad, que marcó un hito para los estudiantes LGBTI+ de la ciudad. Gracias a una lucha de tres años, cargados de frustraciones, dilaciones y trasnochos, logró que el Concejo de Bogotá aprobara, con 28 votos a favor y 12 en contra, una política que ordena a la Alcaldía a garantizar entornos escolares seguros, inclusivos, respetuosos y libres de violencia y discriminación, sin importar la identidad de género u orientación sexual. Hoy su determinación e insistencia marca un antes y un después para los menores de la comunidad, que alguna vez tuvieron que autoinvisibilizarse.
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¿Quién es Juan Pablo Otero?
Soy un chico bastante inquieto. Me gusta hacer deporte, por salud mental, y leer bastante literatura o filosofía. Nací de una pareja linda y de su época. De la cultura reducida en excluir lo que no sea heteronormativo, pero, sin lugar a dudas, unos grandes papás.
¿De quién heredaste ese interés por defender los derechos de las personas?
Nadie de mi familia maneja estos temas, pero han sido sensibles. Mi mamá, por ejemplo, trabaja por defender los derechos de los niños, niñas y adolescentes especialmente de los que han sido abusados sexualmente, entonces quizá esa sensibilidad proviene de ella. Pero como tal, el único loco en los temas sociales -lo pongo en ese término irreverente porque es frustrante-, fui yo.
¿De dónde surge la necesidad de escribir este proyecto de acuerdo?
El Concejo de Bogotá tiene una norma de ciudad que les permite a estudiantes de colegios públicos y privados ir a la corporación y presentar, con la firma de un concejal, un proyecto de acuerdo o hacer debates de control social. En ese contexto, con varios compañeros y compañeras, vimos que hay colegios que desde su manual de convivencia -contrario a lo que ha dicho la Corte Constitucional en un sinnúmero de sentencias de tutela- se viola el derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad.
Fue ahí cuando hablamos de plantear un acuerdo de ciudad, que hiciera que los colegios respetaran eso de ponerse aretes, de pintarse el pelo o las uñas. Pero cuando estábamos escribiéndolo llegamos a la parte del análisis jurídico de la iniciativa y leyendo la jurisprudencia nos topamos con la sentencia de Sergio Urrego. Para ese momento no conocíamos nada del movimiento LGBTIQ+ colombiano.
Entonces, ¿fue ahí cuando cambió el enfoque?
Sí. En esa sentencia, si bien trata el derecho a la libre personalidad, también toca el tema de las orientaciones sexuales e identidades de género diversas en los colegios y lo problemático que es. Entonces eso, sumado a lo que sacó en su momento la prensa sobre Urrego, nos conmovió tanto que dijimos: “Tenemos que ampliar este proyecto, porque no se reduce solo a poder usar aretes, sino a una cultura homofóbica y transfóbica que genera suicidios, como el caso de Sergio, o mató a 159 personas el año pasado por simplemente tener una orientación sexual o identidad de género diversa.
¿Quiénes son estos compañeros con los que construiste este Acuerdo?
Estuvo Mauren Dávila, una mujer muy inteligente que estudia derecho. César Rincón, Juan Diego Sánchez, David Barbosa, Sebastián Roa Mosquera y Venus Silva. Fue un grupo bastante nutrido y diverso de distintos colegios que aportó a partir del contexto de cada uno.
¿Cómo fue combinar el estudio con la construcción de ese texto?
Fueron muchas peleas con mi familia. Estaba en noveno y vengo de un colegio católico privado donde, de hecho, quería ser fraile dominico. Mi institución nunca me apoyó y es una herida que sigue abierta porque le guardo mucho cariño.
Volviendo a tu pregunta, yo llegaba a las 4 de la tarde a mi casa. Descansaba. Hacía las tareas y me daban las 8 de la noche. Luego tomaba tinto y escriba el Proyecto de Acuerdo que es bastante robusto y riguroso, porque eso sí, fuimos muy juiciosos en ese sentido para decirles a los concejales, esta es la situación que nosotros vivimos y necesitamos solucionarla de esta forma y proponemos lo siguiente.
Precisamente en estos tres años el cabildo fue escenario de tropiezos para su discusión y aprobación. ¿Cómo lo vivió?
Los concejales siempre han sido bastante hostiles con nosotros. Si no nos instrumentalizaban para publicar en sus redes sociales, no nos tomaban en serio o nos infantilizaban. En un inicio les dijimos a algunos concejales que nos ayudaran con una firma, pero no lo hacían con voluntad política. Otros no querían ni debatirlo y nos tocaba, entre otras cosas, mandar derechos de petición pidiendo que agendaran el proyecto, pero no nos contestaban. Así que les comenté a mis compañeros que tocaba poner una tutela contra el entonces presidente de la Comisión de Gobierno, Emel Rojas.
¿Y qué decidió el juez?
Falló a favor de nosotros y le ordenó responder al derecho de petición. Cuando recibí eso me sorprendí, me puse contento y dije: “Voy a estudiar derecho, porque hice el escrito de tutela como cuando uno pelea con la pareja y se desahoga por Whatsapp”. Pero a pesar de eso, Rojas no respondió en el término e interpuse un incidente de desacato y a los 10 minutos llegó una respuesta que fue bastante hostil, con argucias y por la tangente. Pero dejé así, porque a este señor le quedaban solo dos meses.
¿Qué destaca de este proyecto de acuerdo?
El proyecto es respetuoso del ordenamiento jurídico. Tiene viabilidad técnica, económica y jurídica. Y en el marco de la autonomía escolar de cada institución, los va a acompañar para que actualicen su manual de convivencia, de manera que queden en función de los mandatos constitucionales. Uno de esos, es el libre desarrollo de la personalidad. Un segundo elemento es en el marco de la corresponsabilidad entre el colegio y la familia, para que puedan capacitarlas y amplíen sus competencias en temas de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Otro es que, bajo un sentido pedagógico, se puede orientar a los chicos y a las chicas para que manejen todo el tema del respeto hacia las diversidades. También grupos de apoyo para quienes están siendo discriminados. Y en ese sentido, también se visibilizan y refuerzan las rutas de atención, entre otros.
¿Qué significa Sergio Urrego para usted?
Sergio fue la persona que marcó un antes y un después en mi vida. Fue un muchacho rebelde que leía y es el primer requisito para serlo. Y en el contexto hostil que él vivía frente a su sexualidad, que lo llevó a suicidarse, dejó un testimonio fundamental donde soñaba que todos, todas y todes vivieran en paz. Que pueda salir de la mano con mi pareja a la calle y no me vayan a matar, como alguna vez me pasó.
¿Cuál es esa sociedad que se merece la comunidad LGBTI+?
Mi sueño es una Colombia donde no se siga matando a esas 159 personas LGBTI+ por año. Que puedan darse un beso en la calle. Que puedan ir a un restaurante sin que los saquen. Son historias reales. Sí, seguimos en un mundo complejo, pero en un mundo que quizá valga la pena vivirlo.
¿Seguirás en ese activismo? ¿Cómo ves tu futuro?
Yo voy a estudiar derecho porque es la manera más precisa de ayudar a las personas que de alguna manera les vulneraron lo que es justo. Mi mamá guarda cierto celo con esto porque se pregunta ‘¿en qué momento le pasa algo a Juan Pablo?’.
¿Qué mensaje llevarles a esas infancias LGBTI+ que están pasando por un momento de discriminación y violencia en sus colegios?
La verdad, no me siento la persona más ideal para darles un mensaje a aquellas que están sufriendo, porque me siento impotente, sin autoridad moral, porque no sé por lo que están atravesando. Pero un inicio, es acompañarlas. Quisiera que encontraran a alguien que les dé fuerza. Desearles que esto no va a seguir siendo así. Que va a cambiar. Quiero pensarlo y tener la esperanza puesta.
¿Y a los políticos?
Esto definitivamente es un aprendizaje para el Concejo, porque fueron muchísimas las trabas, metiendo proposiciones para que se corriera el día o tumbarnos el quórum. Un mensaje para los políticos es que no se sigan llenando de argucias para negar derechos a la diversidad. Y un mensaje para mis compañeros y compañeras, porque este es un triunfo del movimiento estudiantil, porque estoy convencido de que nosotros vamos a ser quienes ocupemos esas curules y comenzaremos a emitir normas que estén en concordancia con los derechos de las personas. A las infancias y las adolescencias LGBTIQ+ un abrazo grandote.
*
Según la Organización Sentiido, con corte al 2022, el 54,6 % de los estudiantes respondieron sentirse inseguros en la escuela por su identidad de género, y más de un tercio reportó haber perdido al menos un día de colegio en los últimos 30 días debido a la sensación de inseguridad en el ambiente escolar. En gran medida, detallaron, esto se desprende del hecho de que la mayoría de los estudiantes LGBTIQ (92 %) escucharon comentarios homofóbicos o transfóbicos en su colegio; más de la mitad (52,9 %) reportó que esto era cotidiano, y el 65,5 % respondió que la discriminación vino de profesores o personal administrativo.
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Por ello, para expertos como Enrique Chaux, investigador en competencias ciudadanas y prevención de la intimidación escolar, el bullying LGBTIQ+ es más fuerte que el matoneo general. “A las víctimas las afecta más, porque las están molestando por un aspecto central de su identidad. Y por eso hay que despertar en los estudiantes, que no son víctimas y que tampoco lideran el matoneo, la sensibilidad o empatía para que puedan decir: ‘Si yo veo que están tratando mal a otro estudiante tengo que actuar’. Y hacerlo, además, de manera colectiva”.
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