La mella en la salud mental que persiste en los bogotanos tras la pandemia
Un estudio de la Secretaría de Salud y Naciones Unidas sobre salud mental, que dedica un capítulo a los efectos de la emergencia sanitaria, indica que la mitad de los bogotanos se sienten recuperados. No obstante, los otros aseguran sentir los efectos.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
En época de pandemia, transitar de la angustia al duelo era cuestión de una llamada. Como le sucedió a Patricia Álvarez, a quien le notificaron la muerte de su madre, de 68 años, apenas 12 horas después de haber ingresado a la unidad de cuidados intensivos del Hospital San Ignacio. Su dolor fue el mismo de miles de colombianos en la emergencia, en la que perder a un familiar no solo provocaba impotencia, sino la frustración de recibir la noticia por teléfono, para luego reclamar las cenizas de su ser querido por una ventanilla.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En época de pandemia, transitar de la angustia al duelo era cuestión de una llamada. Como le sucedió a Patricia Álvarez, a quien le notificaron la muerte de su madre, de 68 años, apenas 12 horas después de haber ingresado a la unidad de cuidados intensivos del Hospital San Ignacio. Su dolor fue el mismo de miles de colombianos en la emergencia, en la que perder a un familiar no solo provocaba impotencia, sino la frustración de recibir la noticia por teléfono, para luego reclamar las cenizas de su ser querido por una ventanilla.
Todo el peso de lo que se vivió en esa época dejó una afectación considerable en la salud mental de los bogotanos, como quedó documentado en un estudio de la Secretaría de Salud, donde, además, brinda el panorama general de esta importante arista de la salud pública. Manuel Alfredo González, subsecretario de Salud, explica que “la mayoría de efectos en la pandemia se asociaron con las situaciones de trabajo en casa, la ansiedad por temor al contagio y las posibles repercusiones laborales”.
De manera que la ciudadanía no solo tuvo que llorar a sus muertos a la distancia, sino en el encierro. El estudio, con base en la encuesta a 15.151 hogares, determinó que el 14,99 %, consideran que la pandemia afectó bastante su salud mental; el 16,3 % piensa que las afectó medianamente. Respecto a las afectaciones concretas, el 61,46 % de las preocupaciones residieron en el contagio de un familiar y el 35,2 % en la pérdida del empleo.
LEA: “El arte pasó de ser un accesorio a producir $17 billones en Bogotá”, director Idartes
Ya en la parte cualitativa del estudio, compuesta con la evidencia recopilada durante la investigación, se conocieron otros síntomas entre los dolientes del covid, como la pérdida de sueño, la ideación suicida, la ansiedad y el consumo de sustancias psicoactivas u embriagantes. “Se observó un aumento en el consumo de alcohol y tabaco. Algunos cuentan que iniciaron su consumo durante la pandemia”.
Como ocurrió con Gabriela Bejarano, de 25 años, quien en 2021 perdió a su padre por coronavirus, tras una batalla de 15 días contra la muerte, en una UCI. En principio, las fases del duelo, en las condiciones propias de una ciudad confinada, recayeron en la tristeza y el deseo de estar sola. Al cabo de unos meses, el canto de sirena del alcohol, que la hacía entrar en inconsciencia, a veces por varios días, fue su vía de escape.
Más información: ICBF confirma el hallazgo de otro niño africano abandonado en Aeropuerto El Dorado
“Comencé a beber después de los dos meses de la muerte de mi papá. Con el pasar de los días, su ausencia me fue doliendo más y en el alcohol encontré una forma de olvidarme, e incluso permanecer dormida por horas en las que no me dolía nada”, narró la joven a este diario. Gracias a la compañía de su mamá, sus abuelos y la psicóloga Daniela Beltrán, logró reconducir su proceso de duelo.
Beltrán, quien atendió varios casos como los de Gabriela, le contó a El Espectador lo difícil de ejercer su profesión en uno de los períodos más convulsionados de la historia. “Atendía hasta ocho pacientes por videollamada, que pagaban paquetes de cinco a seis sesiones por internet para recibir ayuda. Muchos habían perdido a sus padres, su pareja o sus abuelos; pero también había personas que lo perdieron todo. Recuerdo el caso de un paciente que tenía un bar, del que vivía cómodamente y mantenía a su esposa y a su hijo pequeño. Con el cierre perdió todo, le tocó mudarse de casa y su esposa se tuvo que ir con su hijo rumbo a otro país. Perderlo todo, a veces, no implica necesariamente el luto por un fallecimiento”.
Aun con la magnitud del desafío, el trabajo de Daniela y otros profesionales de la salud, y gracias a la resiliencia ciudadana, Bogotá ha logrado consolidar un indicador importante: el 51,06 % de los encuestados manifestaron que se han podido recuperar, de una u otra forma, de los impactos ocasionados por la pandemia. El regreso a la vida, que propiciaron las vacunas y las campañas de salud pública, irá sanando, cada día a la vez, las heridas del covid que todavía duelen.
Más información: Bogotá selló “matrimonio” con Sinovac para construir la primera fábrica de vacunas
Un reto de salud mental
En el estudio se obtuvo un cúmulo de evidencia en cuanto a salud mental que orientará a los tomadores de decisiones. De las encuestas que se efectuaron en la investigación fue posible extraer información epidemiológica sobre el estado y la autopercepción de los capitalinos en su salud mental. La clasificación de los datos y el contenido del estudio permite conocer el estado de los síntomas y afectaciones mentales de la población, según edad, sexo, situación socioeconómica y ubicación geográfica.
“El estudio nos muestra un panorama en el que el Gobierno, la sociedad civil, las universidades y las empresas deben atender, ya que hay unas cifras que necesitan una respuesta más urgente. Llama la atención que en el estudio solo cinco de cada 10 personas consideraron que su salud mental es muy buena. Eso quiere decir que hay otras cinco que no se sienten del todo bien, y eso corresponde al 50 % de la población en Bogotá”.
Le puede interesar: ¡Que no le pase a usted! Los delitos que más ocurren en diciembre y cómo evitarlos
Alejandro Gómez, secretario de Salud, le dijo en una entrevista a El Espectador que uno de los desafíos para la administración entrante es el monitoreo y la prevención de enfermedades no transmisibles, entre ellas las relacionadas con la salud mental. Ahora solo resta guardar coherencia con la información obtenida y ponerla al servicio de Bogotá. El manejo que se le dé a la salud mental de la ciudad más poblada del país puede ser un faro de buenas costumbres que beneficien a la población.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.