Revitalizar y construir una ciudad con vivienda digna
La apuesta por los planes parciales de renovación urbana tienen el potencial de generar vivienda digna, pero no son la resolución inmediata al problema habitacional de Bogotá.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
A la actual crisis habitacional en Bogotá se aborda por distintos frentes. Por un lado, las constructoras, que no logran el punto de equilibrio en algunos de sus proyectos, dialogan caso a caso con sus clientes, para salvar los negocios en marcha. Por el otro, desde lo público, con todo y los peros al Plan de ordenamiento Territorial (POT), se trabaja en habilitar más suelo para viviendas nuevas.
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A la actual crisis habitacional en Bogotá se aborda por distintos frentes. Por un lado, las constructoras, que no logran el punto de equilibrio en algunos de sus proyectos, dialogan caso a caso con sus clientes, para salvar los negocios en marcha. Por el otro, desde lo público, con todo y los peros al Plan de ordenamiento Territorial (POT), se trabaja en habilitar más suelo para viviendas nuevas.
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Y en esta tarea, el Distrito hoy rompe cifras históricas en la adopción de planes parciales (PP): con los últimos tres (El Edén, Rafael Uribe 70 y El Consuelo), no solo llega a 21 PP habilitados en la capital, sino que hay suelo para 108.092 unidades, en su mayoría tipo VIS. Con una particularidad: hay una gran apuesta por a la renovación urbana.
Al menos, es lo que muestran los datos, pues de los planes aprobados, 10 corresponden a proyectos que buscarán cambiarle la cara a algunos sectores de la capital, en sectores más centrales, lo cual es novedad, si se tiene en cuenta que en las pasadas administraciones la expansión se llevaba la mayor parte de la torta.
Bajo este tipo de instrumento, explica a El Espectador el secretario de planeación, Felipe Jiménez, la ciudad intenta aprovechar el espacio construido, para llevar a cabo planes parciales que produzcan nuevas unidades residenciales. El funcionario destaca el ejemplo de Bavaria Fábrica, en el que se aprovecharán las 74,34 hectáreas de lo que antes era la central cervecera, en Kennedy, para construir 12.338 viviendas, zonas de recreo y un bosque urbano.
A través de la renovación urbana, se “logra revitalizar la ciudad y construir sobre la ciudad que ya está construida”. Asimismo, el secretario expone la ventaja de este tipo de PP —en los que no excluye los de desarrollo— radica en el espacio público que los privados le dejarán a la ciudad. “En Bogotá se busca la construcción de una ciudad incluyente, en la que no solo se levanten edificios porque sí, sino que los ciudadanos que residan allí puedan disfrutar de equipamiento y espacio público y, por ende, de vivienda digna”.
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Un viraje a la renovación
Ante el cuestionamiento de que si esta apuesta por la renovación le apunta a la densificación de Bogotá, Jiménez opta por el equilibrio. “El POT de Bogotá tiene un poco de las dos visiones. Por un lado, encontramos buenas áreas, sobre todo en el norte y en el sur de la ciudad, que es suelo de desarrollo. Pero también el POT le apuesta a construir nueva vivienda en la ciudad ya construida”. Añade en los lugares periféricos, como por ejemplo Lagos de Torca, se proyectan planes de desarrollo, por el potencial que suelen tener este tipo de terrenos.
Frente al debate entre densificación y expansión, el arquitecto Daniel Aldana, experto en planificación urbana, opina que ambos generan reparos. “En un periodo en el que el urbanismo busca el respeto por la sostenibilidad demográfica, estructural y ambiental, un modelo de expansión no es viable. La población crece, a la par que la demanda de servicios públicos, que ya no pueden ser llevados a todas las periferia, sin generar impactos ambientales”.
En cuanto a la densificación, Aldana cree que ya estaría teniendo efectos negativos en Bogotá. “La construcción desmedida en sectores como el centro, con una densidad demográfica superior a los 20.000 habitantes por kilómetro cuadrado, ha dejado bodrios urbanísticos (edificios) que le quitan espacio público a la ciudad”. Y agrega: la densificación trae consigo incremento en el precio de la vivienda, lo cual es crítico “en una ciudad donde los propietarios son pocos y el arriendo es uno de los factores que más jalona la inflación”.
No solo se vive de renovación
Pese a que el incremento de PP de renovación urbana ha fungido como una balanza para equilibrar la planeación urbana, según el secretario de planeación y los expertos, no es, ni mucho menos, una solución definitiva. Tarde o temprano, dadas las limitaciones geográficas de la ciudad para llevar a cabo los planes parciales, tanto de desarrollo como de renovación, habrá que buscar otras vías para superar el déficit habitacional y producir unidades de vivienda digna.
Además de la región metropolitana y el impacto que tendría en los habitantes de la Sabana centro y occidente, hay que vigilar de cerca las ejecuciones de los PP por los privados interesados. “Yo concuerdo con el secretario en que los nuevos proyectos de vivienda deben estar equipados con vías de acceso y espacios públicos de interés, pero esto no se cumple en algunos casos. Luego tenemos edificios en medio de la nada, en los que la inseguridad, los malos olores, y el escaso acceso al comercio terminan por depreciar los inmuebles”, sentenció Aldana.
Aunado a lo anterior, se debe ahondar en la discusión sobre la incidencia que el nuevo POT ha tenido en la edificación de vivienda. Mientras que, por el lado del Distrito, se sostiene que nunca en la historia de Bogotá se había habilitado tanto suelo para construir, desde Camacol opinan lo contrario. Edwin Chiriví, gerente del gremio para Bogotá, dice que, “en muchos elementos, el nuevo POT genera un menor ritmo en el licenciamiento de nuevos proyectos. En particular, por el mayor volumen de cargas urbanísticas y la aplicación de todo un nuevo marco reglamentario”.
En este caso, los PP que esta administración dejará en consideración del mandato entrante, deben seguir la lógica de no construir por el simple hecho de hacer negocios, sino inclinarse por el bienestar de la ciudadanía a la que cada vez le queda más difícil soñar con una vivienda digna y ajustada a sus posibilidades.
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