La obra sobre concreto que preocupan en la serranía del Zuque
La construcción de aulas ambientales camino a la serranía de El Zuque ha generado controversia con la comunidad aledaña, que alerta el endurecimiento de una zona de protección de los cerros orientales. La Secretaría de Ambiente responde que obras similares ya se han hecho en la ciudad.
Mónica Rivera Rueda
Bases de concreto que alcanzan hasta los 80 centímetros, tubos de agua bajo la tierra y el uso de acero para las columnas que tendrán las futuras aulas ambientales dentro de una zona de protección, en los cerros orientales en Bogotá, tienen preocupada a la comunidad aledaña a la serranía de El Zuque. Allí aseguran que la obra va en contra de la sentencia del Consejo de Estado, que ordenó proteger la reserva forestal. En medio está una discusión de qué se puede o qué no en zonas previamente afectadas y la pertinencia de una inversión del Distrito, de más de $12.000 millones, para intervenir el espacio.
En la tarde del 19 de mayo de 1994, un fuerte aguacero produjo el desprendimiento de rocas que taponaron la quebrada El Zuque, sobre los cerros orientales de Bogotá. La acumulación de agua hizo que se originara un flujo de lodo, que habría alcanzado hasta cinco metros de altura y que, finalmente, se convirtió en una avalancha que llegó hasta el barrio Altamira, donde hubo cuatro muertos (tres menores de edad), 15 personas desaparecidas y más de 830 damnificados.
A la tragedia se le adjudicaron varias causas, entre ellas la deforestación de esta parte de los cerros orientales, en la localidad de San Cristóbal, y el inadecuado manejo de una cantera, la de El Zuque, en la que por años se extrajeron areniscas duras, muy utilizadas para mezclas asfálticas y el reparcheo y recuperación de las vías, según indica un informe del Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (Fopae) de la época.
Por esto, dos años después, el predio de la cantera se le entregó al Distrito, para su restauración ecológica y uso recreativo. Algunas zonas se convirtieron en depósitos ilegales de escombros y basuras, mientras que otras fueron apropiadas por organizaciones comunitarias, como la Ecoaula Ambiental del Zuque, para velar por la recuperación del espacio y como respuesta al fantasma que aún vive tras casi 30 años de la tragedia.
Durante la última administración de Enrique Peñalosa se volvió a mirar la zona y se hizo un plan para mitigar los riesgos que dejó la cantera y construir estructuras livianas, para la recreación en la zona donde hay un mirador. La CAR, encargada del área protegida, aprobó la intervención, por lo que la actual Alcaldía, tras declarar la zona como parque de montaña, viabilizó $12.037 millones para desarrollar el proyecto.
Se hicieron estudios previos; luego, según la Secretaría de Ambiente, se tuvieron “19 actividades de socialización y participación, entre 2019 y el primer semestre de 2023, en las que participaron 129 representantes de la comunidad, 15 instituciones y siete colectivos”, para explicar el proyecto y se adjudicó el contrato, pero el problema llegó en mayo de este año.
De acuerdo con la comunidad, durante las socializaciones se plantearon las alternativas de lo que se haría en la zona a intervenir y solo este año les dijeron que ya había un contrato. Subieron una retroexcavadora y en el mirador, donde estaba la administración de la cantera, tumbaron la vegetación que había crecido en los últimos años y comenzaron a hacer bases de concreto; abrieron grandes huecos, donde metieron tubos para habilitar el agua en la zona, y pavimentaron parte del camino del sendero. “Nos habían dicho que harían estructuras permeables y livianas, para permitir el paso del agua, porque a pocos metros pasa el nacimiento de una quebrada, pero no fue así. Ni contemplaron la posibilidad de usar las construcciones que estaban desde los tiempos de la cantera”, dice uno de los líderes de la zona.
A esto se suman otros temas que les preocupan a los vecinos: ha avanzado más rápido la construcción de las aulas, que las obras de mitigación del riesgo, pese a que en el diagnóstico el Instituto Distrital de Gestión de. Riesgos y Cambio Climático (Idiger) pidió priorizar esto último. Asimismo, reseñan que no se han visto resultados de trabajos de recuperación ambiental, pues cada vez es más evidente la invasión del retamo espinoso, que ya se ve florecer hasta en las partes más altas de la serranía de El Zuque.
La visión de la Secretaría de Ambiente es diferente. Primero señalan que reducirán el área endurecida en el mirador de 580 m2 de base construida a 340 m2, así como el sendero será de adoquín ecológico permeable. “Al inicio de la obra existían 11 edificaciones de más de 50 años de antigüedad, obsoletas y agrietadas, con cubiertas de asbesto y sin especificaciones de sismorresistencia. Estas sumaban 580 m2 de base construida, las cuales ya fueron demolidas en su totalidad”, indicó la entidad, aunque este medio visitó la zona y evidenció que tres siguen en pie.
Sumado a esto, la Secretaría reconoce que la información detallada de los cimientos no fue discutida con la comunidad, “por lo que pueden haberse llevado la idea de que solamente se construía sobre la superficie. Las condiciones morfológicas, climáticas y sísmicas, sin embargo, nos obligan a construir cimientos que puedan soportar los embates del clima, particularmente el viento y la lluvia, y posibles temblores”.
Recientemente, la Corporación Autónoma de Cundinamarca, impuso medidas preventivas al considerar que se extendieron los metros cuadrados autorizados para el endurecimiento. De igual forma, en un auto del pasado 14 de agosto, le dio un mes de plazo a la Secretaria Distrital de Ambiente y a la empresa Ingeniería Strycom S.A.S, encargada de la obra, para cumplir con seis puntos relacionados al Plan Estratégico en la Serranía El Zuque.
La obra tiene un avance del 42 % y se espera que sea entregada a finales de este año, antes de que termine esta administración, por lo que la comunidad considera que para el Distrito prima mostrar resultados. En el aire queda la pregunta sobre qué tipo de intervenciones se deberían realizar en los cerros orientales, para garantizar la restauración y la recreación pasiva. Para el Distrito, las obras en El Zuque son similares a las que se han hecho en Soratama y el mirador de Los Nevados. Para la comunidad en San Cristóbal en definitiva no deberían hacer nada que incluya la construcción de estructuras pesadas.
Bases de concreto que alcanzan hasta los 80 centímetros, tubos de agua bajo la tierra y el uso de acero para las columnas que tendrán las futuras aulas ambientales dentro de una zona de protección, en los cerros orientales en Bogotá, tienen preocupada a la comunidad aledaña a la serranía de El Zuque. Allí aseguran que la obra va en contra de la sentencia del Consejo de Estado, que ordenó proteger la reserva forestal. En medio está una discusión de qué se puede o qué no en zonas previamente afectadas y la pertinencia de una inversión del Distrito, de más de $12.000 millones, para intervenir el espacio.
En la tarde del 19 de mayo de 1994, un fuerte aguacero produjo el desprendimiento de rocas que taponaron la quebrada El Zuque, sobre los cerros orientales de Bogotá. La acumulación de agua hizo que se originara un flujo de lodo, que habría alcanzado hasta cinco metros de altura y que, finalmente, se convirtió en una avalancha que llegó hasta el barrio Altamira, donde hubo cuatro muertos (tres menores de edad), 15 personas desaparecidas y más de 830 damnificados.
A la tragedia se le adjudicaron varias causas, entre ellas la deforestación de esta parte de los cerros orientales, en la localidad de San Cristóbal, y el inadecuado manejo de una cantera, la de El Zuque, en la que por años se extrajeron areniscas duras, muy utilizadas para mezclas asfálticas y el reparcheo y recuperación de las vías, según indica un informe del Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (Fopae) de la época.
Por esto, dos años después, el predio de la cantera se le entregó al Distrito, para su restauración ecológica y uso recreativo. Algunas zonas se convirtieron en depósitos ilegales de escombros y basuras, mientras que otras fueron apropiadas por organizaciones comunitarias, como la Ecoaula Ambiental del Zuque, para velar por la recuperación del espacio y como respuesta al fantasma que aún vive tras casi 30 años de la tragedia.
Durante la última administración de Enrique Peñalosa se volvió a mirar la zona y se hizo un plan para mitigar los riesgos que dejó la cantera y construir estructuras livianas, para la recreación en la zona donde hay un mirador. La CAR, encargada del área protegida, aprobó la intervención, por lo que la actual Alcaldía, tras declarar la zona como parque de montaña, viabilizó $12.037 millones para desarrollar el proyecto.
Se hicieron estudios previos; luego, según la Secretaría de Ambiente, se tuvieron “19 actividades de socialización y participación, entre 2019 y el primer semestre de 2023, en las que participaron 129 representantes de la comunidad, 15 instituciones y siete colectivos”, para explicar el proyecto y se adjudicó el contrato, pero el problema llegó en mayo de este año.
De acuerdo con la comunidad, durante las socializaciones se plantearon las alternativas de lo que se haría en la zona a intervenir y solo este año les dijeron que ya había un contrato. Subieron una retroexcavadora y en el mirador, donde estaba la administración de la cantera, tumbaron la vegetación que había crecido en los últimos años y comenzaron a hacer bases de concreto; abrieron grandes huecos, donde metieron tubos para habilitar el agua en la zona, y pavimentaron parte del camino del sendero. “Nos habían dicho que harían estructuras permeables y livianas, para permitir el paso del agua, porque a pocos metros pasa el nacimiento de una quebrada, pero no fue así. Ni contemplaron la posibilidad de usar las construcciones que estaban desde los tiempos de la cantera”, dice uno de los líderes de la zona.
A esto se suman otros temas que les preocupan a los vecinos: ha avanzado más rápido la construcción de las aulas, que las obras de mitigación del riesgo, pese a que en el diagnóstico el Instituto Distrital de Gestión de. Riesgos y Cambio Climático (Idiger) pidió priorizar esto último. Asimismo, reseñan que no se han visto resultados de trabajos de recuperación ambiental, pues cada vez es más evidente la invasión del retamo espinoso, que ya se ve florecer hasta en las partes más altas de la serranía de El Zuque.
La visión de la Secretaría de Ambiente es diferente. Primero señalan que reducirán el área endurecida en el mirador de 580 m2 de base construida a 340 m2, así como el sendero será de adoquín ecológico permeable. “Al inicio de la obra existían 11 edificaciones de más de 50 años de antigüedad, obsoletas y agrietadas, con cubiertas de asbesto y sin especificaciones de sismorresistencia. Estas sumaban 580 m2 de base construida, las cuales ya fueron demolidas en su totalidad”, indicó la entidad, aunque este medio visitó la zona y evidenció que tres siguen en pie.
Sumado a esto, la Secretaría reconoce que la información detallada de los cimientos no fue discutida con la comunidad, “por lo que pueden haberse llevado la idea de que solamente se construía sobre la superficie. Las condiciones morfológicas, climáticas y sísmicas, sin embargo, nos obligan a construir cimientos que puedan soportar los embates del clima, particularmente el viento y la lluvia, y posibles temblores”.
Recientemente, la Corporación Autónoma de Cundinamarca, impuso medidas preventivas al considerar que se extendieron los metros cuadrados autorizados para el endurecimiento. De igual forma, en un auto del pasado 14 de agosto, le dio un mes de plazo a la Secretaria Distrital de Ambiente y a la empresa Ingeniería Strycom S.A.S, encargada de la obra, para cumplir con seis puntos relacionados al Plan Estratégico en la Serranía El Zuque.
La obra tiene un avance del 42 % y se espera que sea entregada a finales de este año, antes de que termine esta administración, por lo que la comunidad considera que para el Distrito prima mostrar resultados. En el aire queda la pregunta sobre qué tipo de intervenciones se deberían realizar en los cerros orientales, para garantizar la restauración y la recreación pasiva. Para el Distrito, las obras en El Zuque son similares a las que se han hecho en Soratama y el mirador de Los Nevados. Para la comunidad en San Cristóbal en definitiva no deberían hacer nada que incluya la construcción de estructuras pesadas.