La otra marcha: los garantes del paro nacional
Grupos de estudiantes y diversas organizaciones han acompañado las manifestaciones desde el primer día. Aunque también han hecho parte de las marchas, su labor ha sido mediar con las autoridades, dar asesorías y brindar primeros auxilios, entre otras.
Mónica Rivera Rueda - Felipe García Altamar / mrivera@elespectador.com - fgarcia@elespectador.com
Masivas marchas se han registrado en los últimos 14 días en el país. En Bogotá han estado acompañadas de plantones y cacerolazos en sectores que ya parecen puntos obligados de congregación: el parque de los Hippies, el parque Nacional, el portal de la calle 80 y la autopista Sur con avenida Villavicencio, entre otros. Pero, más allá de manifestantes y Fuerza Pública, al pie de las masas se ha visto a otros actores que, al margen de la protesta, han cumplido silenciosamente un papel clave: atender a los asistentes sin importar por qué están ahí.
Por su ubicación, es fácil identificarlos: siempre van en grupo al pie de la multitud, con cascos y camisetas blancas, con cruces pintadas en la mitad que nada tienen que ver con la Cruz Roja. Se trata de universitarios prestos a brindar primeros auxilios a los afectados por granadas aturdidoras, gases lacrimógenos o cualquier elemento, en caso de disturbios.
Al tiempo, pero a la cabeza de las marchas, van los gestores de derechos humanos, cuya misión es documentar lo que ocurre en cada movilización y direccionar los grupos. También están los gestores de convivencia del Distrito, que se identifican por sus chaquetas rojas y quienes, al final, se convierten en mediadores entre manifestantes y el Esmad de la Policía.
No están solos. Organizaciones como la Flip están pendientes de que los reporteros tengan garantías para registrar las jornadas, y algunas universidades han creado brigadas, tanto de salud como jurídicas, para apoyar a la gente. Junto a ellos hay personas del común que, en un acto de solidaridad, reparten refrigerios o cuidan a quienes se movilizan. Aunque salen como manifestantes, se han unido para evitar violencia de las partes.
Todos han sido figuras invisibles en medio de las masivas marchas, que no solo han logrado dar una mano a los asistentes, sino ser garantes de que en las manifestaciones, en su mayoría pacíficas, no se violen los derechos humanos.
Gestores de convivencia
Adscritos a la Secretaría de Seguridad, los gestores se encargan de mantener la convivencia sana y pacífica en el espacio público durante la aglomeración de personas, es decir, durante eventos masivos y manifestaciones. En este último caso, son quienes entablan el diálogo entre las partes, antes de que se presenten enfrentamientos. “Cuando hay disturbios, nuestro rol cambia y la prioridad es evacuar a las personas vulnerables, y en caso de que haya heridos brindar los primeros auxilios”, dice Luz Estella Amaya, coordinadora de los gestores. Siempre van de rojo o de blanco, dependiendo de la concentración. Además, tienen gorras con cascos, por si son atacados; gafas y mascarillas M95, para evitar los gases, y un botiquín con guantes, gasas y vendas, entre otras cosas, para ser los primeros en responder.
En los últimos días han sido guías en medio de las manifestaciones: “No solo nos reconocen por la chaqueta, sino por ser amigos y por la confianza que hemos logrado mantener. Somos 150 personas, cada una con un rol especial, por eso también solicitan nuestro acompañamiento”.
Congreso de los pueblos
Están organizados a nivel nacional. En las movilizaciones realizan acompañamientos en triadas, en las que son mediadores con las autoridades. Además, velan por los derechos humanos, civiles y políticos de quienes participan en ellas. “Somos parte de la campaña ‘Defender la libertad es un asunto de todas’, a través de la cual construimos una red distrital de derechos, en la que evaluamos por la mañana los puntos de concentración y los dividimos, según el sitio donde viven, la facilidad de transporte y qué tanto riesgo se corre”, dice Angélica Orjuela, integrante del organismo.
Cada triada está compuesta por una persona que graba, otra que escribe y una que habla con los líderes de la marcha y las autoridades. “Como en los últimos días la Fuerza Pública nos ha agredido, también hay veedores internacionales, para garantizar nuestra seguridad”, agregan.
En medio de las marchas entregan folletos para que los manifestantes sepan qué hacer en caso de ser capturados o agredidos. También tienen abogados para acompañar parte de los procesos judiciales.
Ministerio Público y Defensoría del Pueblo
Una de las labores más complejas la realizan las “ías”. El Ministerio Público (Procuraduría y Personería) y la Defensoría del Pueblo se propusieron acompañar tanto a los manifestantes como a la Fuerza Pública y ser un puente entre ambos. Estar pendientes de todos los involucrados en las movilizaciones les ha significado que desde ambas orillas los tachen de “infiltrados”, cuenta Esmeralda Caro, líder del grupo de acompañamiento de la Personería. “El Esmad nos veía como enemigos, por ser el Ministerio Público que los vigila, y los manifestantes nos tenían en mal concepto, porque nos creían enviados del Estado. En realidad, nuestro ejercicio es mediar por la no violencia, por lo que intervenimos para intentar apaciguar los conflictos”.
Entre sus labores está verificar que el Esmad opere con los elementos adecuados, evitar bloqueos y destrozos en TM, pero sobre todo impedir el uso desproporcionado de la fuerza de lado y lado. Según dicen, el reto más grande que han tenido es construir confianza y aumentar su capacidad de interlocución.
Comida para los que marchan
A lo largo de las manifestaciones, diferentes expresiones de apoyo se han visto en las calles. Algunos se han solidarizado con los uniformados del Esmad, como el 22 de noviembre, en Ciudad Bolívar, donde los habitantes de un conjunto entregaron comida a los uniformados que llevaban toda la mañana enfrentándose a los estudiantes de la Distrital. Otros, como la Diosa Café, han llevado todas las noches comida a quienes se congregan en puntos como el Parque de los Hippies. La más reciente expresión se dio en el barrio Santa Librada, donde se han dado grandes enfrentamientos entre la Fuerza Pública y los manifestantes. Allí, los habitantes del barrio en el sur de Bogotá junto con el Escuadrón Móvil, organizaron una chocolatada en la que, además de la bebida, compartieron una mañana con el fin de dejar a un lado las hostilidades, pues este ha sido uno de los sectores más afectados por los disturbios.
Asesorías jurídicas
Desde el paro agrario de 2013, el CSPP (Comité de Solidaridad de Presos Políticos) empezó un acompañamiento en diferentes movilizaciones en el país. En resumen, su labor es registrar irregularidades de la Fuerza Pública. De forma puntual, en la protesta que se adelanta en Bogotá, el CSPP se ocupa de acompañar a los manifestantes y observar el actuar del Esmad. Al Comité se sumaron voluntarios, con lo que fue posible crear una red que trabaja en las calles en grupos de tres. “El colectivo se amplió con otras organizaciones de DD. HH., trabajadores de la U. de los Andes y universidades públicas. Tenemos triadas, en las que una persona se enlaza con las autoridades, otra persona hace registro fotográfico y otra hace bitácoras”, explica uno de los abogados. Las quejas más comunes son por lesiones a manifestantes, excesos del Esmad y detenciones arbitrarias. Sin embargo, la información es sistematizada y corroborada. Después se interpondrán las denuncias.
Asistencia en salud
Los instantes más preocupantes durante las marchas son cuando hay heridos y no hay cerca una persona que pueda dar los primeros auxilios, mientras llegan las ambulancias o profesionales de salud. Para evitar que los heridos pasen varios minutos sin ninguna atención, la Cruz Roja y algunos voluntarios crearon brigadas de salud para hacer la atención inicial de una emergencia. Esta labor empezó antes de las marchas, cuando la Cruz Roja evaluó las posibles situaciones durante el paro y cómo podían actuar. “Analizamos los riesgos que podían tener los participantes de nuestra misión. Hicimos un plan de contingencia, que se articula con el plan de emergencias del Distrito, y que dispone recursos y personas para saber qué podemos usar en caso de heridos”, dice Andrés Sarmiento, vocero de la Cruz Roja, entidad que dispuso 402 personas para recibir información de los manifestantes, evaluar los puntos de mayor aglomeración y evaluar riesgos tanto de manifestantes como de voluntarios.
Acompañamiento internacional
Tanto Human Rights Watch (HRW) como la Misión de la ONU en Colombia expresaron su preocupación por los excesos de violencia durante los primeros días del paro en Bogotá. Por eso, mientras Naciones Unidas pidió un diálogo diligente entre el Gobierno y las cabezas del paro, HRW solicitó al presidente Iván Duque y al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, que envíen un mensaje contundente a las fuerzas antidisturbios para que por ningún motivo hagan uso excesivo de la fuerza durante las manifestaciones. Por su parte, Amnistía Internacional denunció, con videos y fotografías, por lo menos cinco violaciones de derechos humanos por parte de la Policía, sobre todo durante los primeros dos días de movilización.
Refugios para manifestantes y no marchantes
Los indígenas en Bogotá y líderes en algunas localidades se organizaron para crear zonas de recepción de personas que no alcanzaron a llegar a sus casas durante el toque de queda, en la noche del pasado 22 de noviembre, en Bogotá. Para ello habilitaron espacios para que las personas que no consiguieron transporte pudieran dormir en casas en diferentes partes de la ciudad. Asimismo, universidades como los Andes y la Javeriana, en el centro de la ciudad, habilitaron salones y las bibliotecas para que estudiantes pudieran quedarse durante la noche, con la seguridad de tener comida y cobija. Además, adelantan planes de recepción de manifestantes que en la noche no logren conseguir transporte en los puntos de llegada de las protestas.
Defensa de periodistas
La Fundación para la Libertad de Prensa documenta las agresiones a periodistas. Según Jonathan Bock, su director encargado, estas han sido las protestas en las que mayor número de denuncias han recibido, por lo que tuvieron que redoblar el equipo que recibe información. La obtienen de dos formas: por denuncia directa del comunicador o por redes sociales. Luego de conocer el caso, hablan con el periodista y buscan al agresor para generar una incidencia, ya sea buscando su liberación o justicia. Posteriormente, se hace la visibilización: “Sacamos alertas en redes, o un comunicado cuando es bastante grave”. Después viene la segunda fase: el seguimiento a los hostigamientos de la Fuerza Pública y las correspondientes alertas al Gobierno Nacional. “Además se envía información a la Relatoría de la Libertad de Prensa, para que vea qué está pasando y tome acciones”.
En los casos en que quienes protestan son los que agreden a los reporteros, se hace el reporte, pero es más difícil buscar acciones de fondo.
Vendedores informales
Si bien es indudable el impacto del paro en las dinámicas de diversos sectores económicos, hay muchos comerciantes que se las ingeniaron para llevar sus productos hasta las manifestaciones y plantones. Así, los vendedores de comidas rápidas, bebidas, pañoletas, pitos, vuvuzelas, sombrillas y capas para la lluvia, entre otros productos, son otros de los acompañantes permanentes de las movilizaciones. Por lo general están mezclados con los manifestantes, por lo que cuando se han lanzado gases lacrimógenos y bombas aturdidoras son los más afectados, pues mientras todos corren ellos deben moverse con los carros en los que ofrecen sus productos. Eso les ha costado que en más de una ocasión pierdan sus productos por el afán de correr o, en el peor de los casos, se los roben algunos desadaptados.
Masivas marchas se han registrado en los últimos 14 días en el país. En Bogotá han estado acompañadas de plantones y cacerolazos en sectores que ya parecen puntos obligados de congregación: el parque de los Hippies, el parque Nacional, el portal de la calle 80 y la autopista Sur con avenida Villavicencio, entre otros. Pero, más allá de manifestantes y Fuerza Pública, al pie de las masas se ha visto a otros actores que, al margen de la protesta, han cumplido silenciosamente un papel clave: atender a los asistentes sin importar por qué están ahí.
Por su ubicación, es fácil identificarlos: siempre van en grupo al pie de la multitud, con cascos y camisetas blancas, con cruces pintadas en la mitad que nada tienen que ver con la Cruz Roja. Se trata de universitarios prestos a brindar primeros auxilios a los afectados por granadas aturdidoras, gases lacrimógenos o cualquier elemento, en caso de disturbios.
Al tiempo, pero a la cabeza de las marchas, van los gestores de derechos humanos, cuya misión es documentar lo que ocurre en cada movilización y direccionar los grupos. También están los gestores de convivencia del Distrito, que se identifican por sus chaquetas rojas y quienes, al final, se convierten en mediadores entre manifestantes y el Esmad de la Policía.
No están solos. Organizaciones como la Flip están pendientes de que los reporteros tengan garantías para registrar las jornadas, y algunas universidades han creado brigadas, tanto de salud como jurídicas, para apoyar a la gente. Junto a ellos hay personas del común que, en un acto de solidaridad, reparten refrigerios o cuidan a quienes se movilizan. Aunque salen como manifestantes, se han unido para evitar violencia de las partes.
Todos han sido figuras invisibles en medio de las masivas marchas, que no solo han logrado dar una mano a los asistentes, sino ser garantes de que en las manifestaciones, en su mayoría pacíficas, no se violen los derechos humanos.
Gestores de convivencia
Adscritos a la Secretaría de Seguridad, los gestores se encargan de mantener la convivencia sana y pacífica en el espacio público durante la aglomeración de personas, es decir, durante eventos masivos y manifestaciones. En este último caso, son quienes entablan el diálogo entre las partes, antes de que se presenten enfrentamientos. “Cuando hay disturbios, nuestro rol cambia y la prioridad es evacuar a las personas vulnerables, y en caso de que haya heridos brindar los primeros auxilios”, dice Luz Estella Amaya, coordinadora de los gestores. Siempre van de rojo o de blanco, dependiendo de la concentración. Además, tienen gorras con cascos, por si son atacados; gafas y mascarillas M95, para evitar los gases, y un botiquín con guantes, gasas y vendas, entre otras cosas, para ser los primeros en responder.
En los últimos días han sido guías en medio de las manifestaciones: “No solo nos reconocen por la chaqueta, sino por ser amigos y por la confianza que hemos logrado mantener. Somos 150 personas, cada una con un rol especial, por eso también solicitan nuestro acompañamiento”.
Congreso de los pueblos
Están organizados a nivel nacional. En las movilizaciones realizan acompañamientos en triadas, en las que son mediadores con las autoridades. Además, velan por los derechos humanos, civiles y políticos de quienes participan en ellas. “Somos parte de la campaña ‘Defender la libertad es un asunto de todas’, a través de la cual construimos una red distrital de derechos, en la que evaluamos por la mañana los puntos de concentración y los dividimos, según el sitio donde viven, la facilidad de transporte y qué tanto riesgo se corre”, dice Angélica Orjuela, integrante del organismo.
Cada triada está compuesta por una persona que graba, otra que escribe y una que habla con los líderes de la marcha y las autoridades. “Como en los últimos días la Fuerza Pública nos ha agredido, también hay veedores internacionales, para garantizar nuestra seguridad”, agregan.
En medio de las marchas entregan folletos para que los manifestantes sepan qué hacer en caso de ser capturados o agredidos. También tienen abogados para acompañar parte de los procesos judiciales.
Ministerio Público y Defensoría del Pueblo
Una de las labores más complejas la realizan las “ías”. El Ministerio Público (Procuraduría y Personería) y la Defensoría del Pueblo se propusieron acompañar tanto a los manifestantes como a la Fuerza Pública y ser un puente entre ambos. Estar pendientes de todos los involucrados en las movilizaciones les ha significado que desde ambas orillas los tachen de “infiltrados”, cuenta Esmeralda Caro, líder del grupo de acompañamiento de la Personería. “El Esmad nos veía como enemigos, por ser el Ministerio Público que los vigila, y los manifestantes nos tenían en mal concepto, porque nos creían enviados del Estado. En realidad, nuestro ejercicio es mediar por la no violencia, por lo que intervenimos para intentar apaciguar los conflictos”.
Entre sus labores está verificar que el Esmad opere con los elementos adecuados, evitar bloqueos y destrozos en TM, pero sobre todo impedir el uso desproporcionado de la fuerza de lado y lado. Según dicen, el reto más grande que han tenido es construir confianza y aumentar su capacidad de interlocución.
Comida para los que marchan
A lo largo de las manifestaciones, diferentes expresiones de apoyo se han visto en las calles. Algunos se han solidarizado con los uniformados del Esmad, como el 22 de noviembre, en Ciudad Bolívar, donde los habitantes de un conjunto entregaron comida a los uniformados que llevaban toda la mañana enfrentándose a los estudiantes de la Distrital. Otros, como la Diosa Café, han llevado todas las noches comida a quienes se congregan en puntos como el Parque de los Hippies. La más reciente expresión se dio en el barrio Santa Librada, donde se han dado grandes enfrentamientos entre la Fuerza Pública y los manifestantes. Allí, los habitantes del barrio en el sur de Bogotá junto con el Escuadrón Móvil, organizaron una chocolatada en la que, además de la bebida, compartieron una mañana con el fin de dejar a un lado las hostilidades, pues este ha sido uno de los sectores más afectados por los disturbios.
Asesorías jurídicas
Desde el paro agrario de 2013, el CSPP (Comité de Solidaridad de Presos Políticos) empezó un acompañamiento en diferentes movilizaciones en el país. En resumen, su labor es registrar irregularidades de la Fuerza Pública. De forma puntual, en la protesta que se adelanta en Bogotá, el CSPP se ocupa de acompañar a los manifestantes y observar el actuar del Esmad. Al Comité se sumaron voluntarios, con lo que fue posible crear una red que trabaja en las calles en grupos de tres. “El colectivo se amplió con otras organizaciones de DD. HH., trabajadores de la U. de los Andes y universidades públicas. Tenemos triadas, en las que una persona se enlaza con las autoridades, otra persona hace registro fotográfico y otra hace bitácoras”, explica uno de los abogados. Las quejas más comunes son por lesiones a manifestantes, excesos del Esmad y detenciones arbitrarias. Sin embargo, la información es sistematizada y corroborada. Después se interpondrán las denuncias.
Asistencia en salud
Los instantes más preocupantes durante las marchas son cuando hay heridos y no hay cerca una persona que pueda dar los primeros auxilios, mientras llegan las ambulancias o profesionales de salud. Para evitar que los heridos pasen varios minutos sin ninguna atención, la Cruz Roja y algunos voluntarios crearon brigadas de salud para hacer la atención inicial de una emergencia. Esta labor empezó antes de las marchas, cuando la Cruz Roja evaluó las posibles situaciones durante el paro y cómo podían actuar. “Analizamos los riesgos que podían tener los participantes de nuestra misión. Hicimos un plan de contingencia, que se articula con el plan de emergencias del Distrito, y que dispone recursos y personas para saber qué podemos usar en caso de heridos”, dice Andrés Sarmiento, vocero de la Cruz Roja, entidad que dispuso 402 personas para recibir información de los manifestantes, evaluar los puntos de mayor aglomeración y evaluar riesgos tanto de manifestantes como de voluntarios.
Acompañamiento internacional
Tanto Human Rights Watch (HRW) como la Misión de la ONU en Colombia expresaron su preocupación por los excesos de violencia durante los primeros días del paro en Bogotá. Por eso, mientras Naciones Unidas pidió un diálogo diligente entre el Gobierno y las cabezas del paro, HRW solicitó al presidente Iván Duque y al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, que envíen un mensaje contundente a las fuerzas antidisturbios para que por ningún motivo hagan uso excesivo de la fuerza durante las manifestaciones. Por su parte, Amnistía Internacional denunció, con videos y fotografías, por lo menos cinco violaciones de derechos humanos por parte de la Policía, sobre todo durante los primeros dos días de movilización.
Refugios para manifestantes y no marchantes
Los indígenas en Bogotá y líderes en algunas localidades se organizaron para crear zonas de recepción de personas que no alcanzaron a llegar a sus casas durante el toque de queda, en la noche del pasado 22 de noviembre, en Bogotá. Para ello habilitaron espacios para que las personas que no consiguieron transporte pudieran dormir en casas en diferentes partes de la ciudad. Asimismo, universidades como los Andes y la Javeriana, en el centro de la ciudad, habilitaron salones y las bibliotecas para que estudiantes pudieran quedarse durante la noche, con la seguridad de tener comida y cobija. Además, adelantan planes de recepción de manifestantes que en la noche no logren conseguir transporte en los puntos de llegada de las protestas.
Defensa de periodistas
La Fundación para la Libertad de Prensa documenta las agresiones a periodistas. Según Jonathan Bock, su director encargado, estas han sido las protestas en las que mayor número de denuncias han recibido, por lo que tuvieron que redoblar el equipo que recibe información. La obtienen de dos formas: por denuncia directa del comunicador o por redes sociales. Luego de conocer el caso, hablan con el periodista y buscan al agresor para generar una incidencia, ya sea buscando su liberación o justicia. Posteriormente, se hace la visibilización: “Sacamos alertas en redes, o un comunicado cuando es bastante grave”. Después viene la segunda fase: el seguimiento a los hostigamientos de la Fuerza Pública y las correspondientes alertas al Gobierno Nacional. “Además se envía información a la Relatoría de la Libertad de Prensa, para que vea qué está pasando y tome acciones”.
En los casos en que quienes protestan son los que agreden a los reporteros, se hace el reporte, pero es más difícil buscar acciones de fondo.
Vendedores informales
Si bien es indudable el impacto del paro en las dinámicas de diversos sectores económicos, hay muchos comerciantes que se las ingeniaron para llevar sus productos hasta las manifestaciones y plantones. Así, los vendedores de comidas rápidas, bebidas, pañoletas, pitos, vuvuzelas, sombrillas y capas para la lluvia, entre otros productos, son otros de los acompañantes permanentes de las movilizaciones. Por lo general están mezclados con los manifestantes, por lo que cuando se han lanzado gases lacrimógenos y bombas aturdidoras son los más afectados, pues mientras todos corren ellos deben moverse con los carros en los que ofrecen sus productos. Eso les ha costado que en más de una ocasión pierdan sus productos por el afán de correr o, en el peor de los casos, se los roben algunos desadaptados.