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                                                                                                                                La otra Van der Hammen

                                                                                                                                Mientras en Holanda el consenso permitió consolidar la Reserva Binnenveld, en Bogotá logramos convertir el territorio en una reserva “de mentiritas”, sólo útil para la demagogia electoral.

                                                                                                                                Reserva Thomas Van Der Hammen.
                                                                                                                                Foto: Ministerio de ambiente
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La frustrante experiencia de la Reserva Tomás van der Hammen, asfixiada por los discursos, contrasta con el proceso de construcción colectiva de la Reserva Binnenveld, de sólo 50 hectáreas, pero inmersa en un mosaico de otras áreas “naturales”, que hacen parte de las 2.600 Ha de restauración del cinturón verde de Gelderland, en permanente negociación entre agricultores, urbanistas y autoridades locales y regionales y parte de la estructura ecológica principal nacional y del proyecto europeo Natura 2000.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Imagen de satélite del área de manejo de Binnenveld Fuente: https://gebiedsaanpakhetbinnenveld.nl/
                                                                                                                                Foto: Binnenveld

                                                                                                                                Entre las ciudades de Wageningen y Utrecht, en Holanda, existe una pequeña brecha territorial desde hace siglos, fundamentalmente un pantano excavado por las masas glaciares hace unos cientos de miles de años, que se ha convertido en un territorio especial, si no único, en el planeta. Flanqueado por dos morrenas (las huellas laterales del paso del glaciar: la Utrechtse Heuvelrug y la Veluw, las montañas más altas de los países bajos) el valle está dominado hasta hace pocos años por ganaderías de leche de altísimo rendimiento, productores agrícolas, unos más intensos (e intensivos) que otros, casas rurales y otros tipos de infraestructura. También representa un espacio de conversaciones conflictivas para los pobladores locales, algunos de los cuales han planteado la necesidad de promover un nuevo ciclo de transformación del paisaje, esta vez en favor de la vida silvestre, muy aporreada por las presiones del desarrollo convencional.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los autores hablan de “construir naturaleza” de nuevo, y lo vienen haciendo desde hace unos pocos años en un área poco más grande que nuestra reserva bogotana, con la misma convicción de que hay que proveer de hábitat a las especies silvestres que están desapareciendo, a la vez que un espacio de reflexión profunda acerca de la presencia humana en el planeta, marcada en la superficie por la necesidad de habitar con gentileza el territorio, correr con libertad o tal vez solo caminar por unos senderos que permiten compartir nuestra presencia con la de cientos de especies que ya no tenían a dónde ir. Una expresión ética y compasiva de la necesidad de convivir y del avance de la conciencia ambiental, que también decimos tener acá.

                                                                                                                                El mosaico de áreas verdes en el que se incluye la reserva es un proyecto que vienen desarrollando comunidades agrarias, academia, organizaciones conservacionistas y gobiernos locales para construir un ecosistema silvestre donde las especies nativas tengan una mayor oportunidad de sobrevivir ante las presiones crecientes de la expansión agrícola o urbanística en Holanda, muy similares a las de la Sabana de Bogotá, donde Thomas van der Hammen, ya colombiano, propuso el establecimiento de un cinturón verde para contener expansión desordenada de la ciudad hace más de 20 años, un invento maravilloso que nosotros, los colombianos, logramos rápidamente convertir en un territorio retórico, una reserva “de mentiritas”. Allí, en Wageningen, se estableció mientras, el Fondo para el Paisaje como un mecanismo para incentivar los cambios de uso del suelo…

                                                                                                                                LEA: Reserva Van der Hammen: ¿Por qué importa tanto la decisión de intervención?

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                LEA: Continúan roces entre el Distrito y el Gobierno por ampliación de la avenida Boyacá

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Van der Hammen: “a todos nos ha faltado meterle más dientes”: director de la CAR

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Más información: Disputa por la Reserva Thomas Van der Hammen en el norte de Bogotá

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Caminé por Binnenveld hace unos días y arranqué solidaria algunos hipopótamos. Perdón, sauces. Junto con algunos líderes y científicos locales que también se quejaron del gobierno (para eso están los gobiernos), de las empresas constructoras codiciosas, de los productores agropecuarios insensibles, de los visitantes irresponsables. En eso nos parecemos en todo el mundo, los proyectos de restauración o regeneración activos son controversiales, obviamente implican cambios culturales importantes y cambios en la lógica financiera del uso de la tierra. Allá, sin embargo, también hay funcionarios sensatos, urbanizadores y productores sensibles, vecinos dispuestos a conversar, profesores y estudiantes comprometidos con el bien común y no con sus egos. Pero en Colombia preferimos que se acabe el mundo antes que negociar y que pase algo positivo: las señales de autoritarismo ambiental, que pretenden justificarse como respuesta a la corrupción (que también existe en Holanda), no son aceptables. Tanto llamar a la participación y a la paz total para luego tomar decisiones arbitrarias no es democracia, sino semilla de conflicto para el mañana, si es que alcanzamos a llegar a alguno…

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Qué clase de naturaleza queremos en la Sabana de Bogotá? ¿Cómo la produciremos y la habitaremos? ¿Con qué conocimientos, recursos, capacidades? Pregunta para los candidatos a las alcaldías, a la gobernación, a los concejos, asambleístas, a sus votantes, para las universidades, las empresas, las congregaciones religiosas, los deportistas, a mi comunidad LGBTIQ+, a las organizaciones ambientales y sociales. Una ciudad rica y progresista como Bogotá, una Sabana empantanada, pero en el barro de la mezquindad, disfrazada de legalidad, y que no da para construir ninguna Van der Hammen. En memoria del profesor, habría que hacer que pasara algo.

                                                                                                                                Reserva Thomas Van Der Hammen.
                                                                                                                                Foto: Ministerio de ambiente
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La frustrante experiencia de la Reserva Tomás van der Hammen, asfixiada por los discursos, contrasta con el proceso de construcción colectiva de la Reserva Binnenveld, de sólo 50 hectáreas, pero inmersa en un mosaico de otras áreas “naturales”, que hacen parte de las 2.600 Ha de restauración del cinturón verde de Gelderland, en permanente negociación entre agricultores, urbanistas y autoridades locales y regionales y parte de la estructura ecológica principal nacional y del proyecto europeo Natura 2000.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Imagen de satélite del área de manejo de Binnenveld Fuente: https://gebiedsaanpakhetbinnenveld.nl/
                                                                                                                                Foto: Binnenveld

                                                                                                                                Entre las ciudades de Wageningen y Utrecht, en Holanda, existe una pequeña brecha territorial desde hace siglos, fundamentalmente un pantano excavado por las masas glaciares hace unos cientos de miles de años, que se ha convertido en un territorio especial, si no único, en el planeta. Flanqueado por dos morrenas (las huellas laterales del paso del glaciar: la Utrechtse Heuvelrug y la Veluw, las montañas más altas de los países bajos) el valle está dominado hasta hace pocos años por ganaderías de leche de altísimo rendimiento, productores agrícolas, unos más intensos (e intensivos) que otros, casas rurales y otros tipos de infraestructura. También representa un espacio de conversaciones conflictivas para los pobladores locales, algunos de los cuales han planteado la necesidad de promover un nuevo ciclo de transformación del paisaje, esta vez en favor de la vida silvestre, muy aporreada por las presiones del desarrollo convencional.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los autores hablan de “construir naturaleza” de nuevo, y lo vienen haciendo desde hace unos pocos años en un área poco más grande que nuestra reserva bogotana, con la misma convicción de que hay que proveer de hábitat a las especies silvestres que están desapareciendo, a la vez que un espacio de reflexión profunda acerca de la presencia humana en el planeta, marcada en la superficie por la necesidad de habitar con gentileza el territorio, correr con libertad o tal vez solo caminar por unos senderos que permiten compartir nuestra presencia con la de cientos de especies que ya no tenían a dónde ir. Una expresión ética y compasiva de la necesidad de convivir y del avance de la conciencia ambiental, que también decimos tener acá.

                                                                                                                                El mosaico de áreas verdes en el que se incluye la reserva es un proyecto que vienen desarrollando comunidades agrarias, academia, organizaciones conservacionistas y gobiernos locales para construir un ecosistema silvestre donde las especies nativas tengan una mayor oportunidad de sobrevivir ante las presiones crecientes de la expansión agrícola o urbanística en Holanda, muy similares a las de la Sabana de Bogotá, donde Thomas van der Hammen, ya colombiano, propuso el establecimiento de un cinturón verde para contener expansión desordenada de la ciudad hace más de 20 años, un invento maravilloso que nosotros, los colombianos, logramos rápidamente convertir en un territorio retórico, una reserva “de mentiritas”. Allí, en Wageningen, se estableció mientras, el Fondo para el Paisaje como un mecanismo para incentivar los cambios de uso del suelo…

                                                                                                                                LEA: Reserva Van der Hammen: ¿Por qué importa tanto la decisión de intervención?

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                LEA: Continúan roces entre el Distrito y el Gobierno por ampliación de la avenida Boyacá

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En ambos territorios se habla de miles de años de ocupación y transformación del paisaje, pero no más complejas que los de las civilizaciones premuiscas, que hicieron exactamente lo mismo que los dutchlanders pre-europeos: construir canales, diques, hacer terraplenes y sembrar en ellos, vivir sobre palafitos o en las zonas menos inundadas, construir historias sobre su gesta creativa para que las siguientes generaciones valoraran el esfuerzo y vivieran mejor. Recordemos además que todas las casas reales se enfrentaron por controlar los Paises Bajos durante siglos (España también reinó allá, como acá, durante el siglo 16) dada su riqueza agrícola y pesquera y su posición estratégica como puerto: el Rhin desemboca cerca, en Rotterdam, y aún ve entrar el carbón que necesitan los alemanes aguas arriba para no congelarse en invierno.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Van der Hammen: “a todos nos ha faltado meterle más dientes”: director de la CAR

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Acordaron retirar con maquinaria naranja, muy holandesa (porque no es amarilla) al menos medio metro de suelos muy fértiles, creados por el uso de fertilizantes durante décadas: las especies raras y únicas no necesitan tanto nitrógeno ni fósforo, que está caro y escaso, mientras los vecinos si, de manera que los gestores del área protegida extraen y entregan un metro cuadrado de suelo productivo a los vecinos cultivadores, a cambio de uno de tierra menos apta para el maíz, más para las flores silvestres (no son lobos lo que esperan reintroducir). Se trata de negocios ecosistémicos que para algunos fundamentalistas son inconcebibles, porque en su imaginario las libélulas requerirían licencia de Aerocivil y los curíes, pase y asistencia técnica para encontrar su camino en el paisaje: a la van de Hammen de Bogotá le cortan 2 hectáreas periféricas para una vía que habilita un gigantesco proyecto urbanístico con nuevos estándares de habitabilidad y convivencia con la biodiversidad a cambio de entregar 60 hectáreas para la conservación, y se rasgan las vestiduras.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Wageningen, hace tres años comenzaron a regresar los patos y hay, por primera vez en décadas, hay una primera colonia viable de cigüeñas, que se había mantenido en cautiverio gracias a un “odioso” zoológico y sus científicos violadores de los derechos de las “personas animales”. También, claro, hay decenas de especies invasoras, como el ganso del Nilo. No se ha sacrificado ninguna carretera en el proceso de “rewilding” que sigue los estándares de la comunidad europea, y ya hay ciclovías por todas partes. Y gente divertida, bañándose y pescando. Pobres peces, también, dirán, reconstruyeron su hábitat, los salvaron de la extinción y ahora no los dejan en paz, los pescan y se los comen.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En Bogotá, mientras tanto, los puristas exigen rutas de conectividad que según ellos (y ellas) son las únicas posibles para garantizar el paso entre la montaña y el río, que casualmente se encuentran en manos de sus contradictores ideológicos. Cosechan votos, eso sí, se dan casi silvestres, pero no se acuerdan que la Sabana era un gigantesco lago donde no había bosques, que los árboles nativos que hoy se siembran con amor están destinados a ser un mosaico caótico que nunca existió, porque los bosques que caracterizó y están creciendo bajo la mirada franciscana de Thomas n el otro mundo están en el piedemonte de Suba, Usaquén, Tenjo, Cajicá o Chía y crecían y se destruían con regularidad según la dinámica de las inundaciones del río Bogotá, que aún nos aturden.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Habría que preguntarles si su modelo de reserva es el parque Simón Bolívar, una invención paisajística muy grata de la ciudad, que existe gracias al gobierno japonés, pero que a duras penas es un refugio de aves que usan sus árboles como percha, lo mismo que en el famoso “Bosque de Bavaria”, un semidesierto de eucaliptos que algunos concejales usan para atraer vecinos nostálgicos, asustados o indignados, en vez de ponerse a trabajar con la ciudad y los constructores para diseñar una ciudad nueva. Una conversación que podría desarrollarse de no ser porque lo que menos parece gustar a los “representantes del pueblo” es encontrar soluciones, porque viven de crear y parasitar problemas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La construcción del nuevo parque neerlandés, que está en proceso desde 2013, es equivalente a producir un Chiribiquete en su territorio, considerando las escalas, sus efectos, sus alcances. Acá, Chiribiquete es parte de una narrativa de mercadeo, porque lo asedian los deforestadores. Y si exagero, entonces volvamos a la van der Hammen, a sus 1400 ha abandonadas hace más de 20 años por las instituciones, afectuosamente recordada por actores, ciudadanos cariñosos, familiares y algunos vecinos, pero donde ni la Car ni la ciudad hace nada ni deja hacer, así se hayan firmado compromisos con algunos propietarios. Los empresarios de las flores mantienen demandada la ciudad por daños patrimoniales, los vecinos arriendan los potreros a escuelas deportivas, los agricultores se fueron hace tiempo. Mientras tanto, crece la frustración y las pérdidas económicas se acumulan, porque ni siquiera se producen esos servicios ecosistémicos que la ciudadanía reclama. Habría que volver a bloquear alguna vía. Ah, es verdad, no hay, casi que no se puede llegar, mucho menos disfrutar.

                                                                                                                                Más información: Disputa por la Reserva Thomas Van der Hammen en el norte de Bogotá

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Caminé por Binnenveld hace unos días y arranqué solidaria algunos hipopótamos. Perdón, sauces. Junto con algunos líderes y científicos locales que también se quejaron del gobierno (para eso están los gobiernos), de las empresas constructoras codiciosas, de los productores agropecuarios insensibles, de los visitantes irresponsables. En eso nos parecemos en todo el mundo, los proyectos de restauración o regeneración activos son controversiales, obviamente implican cambios culturales importantes y cambios en la lógica financiera del uso de la tierra. Allá, sin embargo, también hay funcionarios sensatos, urbanizadores y productores sensibles, vecinos dispuestos a conversar, profesores y estudiantes comprometidos con el bien común y no con sus egos. Pero en Colombia preferimos que se acabe el mundo antes que negociar y que pase algo positivo: las señales de autoritarismo ambiental, que pretenden justificarse como respuesta a la corrupción (que también existe en Holanda), no son aceptables. Tanto llamar a la participación y a la paz total para luego tomar decisiones arbitrarias no es democracia, sino semilla de conflicto para el mañana, si es que alcanzamos a llegar a alguno…

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Qué clase de naturaleza queremos en la Sabana de Bogotá? ¿Cómo la produciremos y la habitaremos? ¿Con qué conocimientos, recursos, capacidades? Pregunta para los candidatos a las alcaldías, a la gobernación, a los concejos, asambleístas, a sus votantes, para las universidades, las empresas, las congregaciones religiosas, los deportistas, a mi comunidad LGBTIQ+, a las organizaciones ambientales y sociales. Una ciudad rica y progresista como Bogotá, una Sabana empantanada, pero en el barro de la mezquindad, disfrazada de legalidad, y que no da para construir ninguna Van der Hammen. En memoria del profesor, habría que hacer que pasara algo.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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