La población LGTBIQ+ cuenta con más herramientas y atención
El Espectador habló con la subdirectora de Asuntos LGBTIQ+, Elizabeth Castillo, para conocer cómo se ejecutará la política pública de la ciudad, enfocada en las necesidades de esta población.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Tras un gobierno distrital, en el que la población LGTBIQ+ tuvo con Claudia López a una de sus mayores representantes en el palacio Liévano, la pregunta es si la política pública para esta población en Bogotá evolucionará. En medio de la conmemoración del Mes de la Diversidad hablamos con la subdirección de asuntos LGBTIQ+, Elizabeth Castillo, adscrita a la Secretaría de Integración Social, para conocer el rumbo y los retos en este aspecto.
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Tras un gobierno distrital, en el que la población LGTBIQ+ tuvo con Claudia López a una de sus mayores representantes en el palacio Liévano, la pregunta es si la política pública para esta población en Bogotá evolucionará. En medio de la conmemoración del Mes de la Diversidad hablamos con la subdirección de asuntos LGBTIQ+, Elizabeth Castillo, adscrita a la Secretaría de Integración Social, para conocer el rumbo y los retos en este aspecto.
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¿Cómo trabaja la Subsecretaría por la comunidad LGBTIQ+ en Bogotá?
Tal y como quedó en el Plan de Desarrollo, ejecutaremos tres estrategias. La primera consiste en adecuar los servicios, que ya ofrece la Secretaría de Integración a la comunidad LGBTIQ+. En segundo lugar, estamos hablando con el Ministerio de Justicia para la garantía de las personas privadas de la libertad mientras están recluidas en un centro penitencial. Y el tercero, el “Chu Chu de las Cédulas”, un proceso que, de hecho, lidera Bogotá y ha sido referente en el país.
¿En qué consiste el Chu Chu?
Llamamos el “Chu Chu de las Cédulas” a un proyecto que nació en el barrio Santa Fe y que apoya a las personas trans que desean cambiar su nombre. Conseguimos en el Plan de Desarrollo asegurar la atención de las personas no binarias. Este proyecto ha suscitado el interés de la Registraduría Nacional para tomar de ahí lecciones y facilitar el acceso de personas trans en los procesos electorales de 2025.
¿Cómo es el acompañamiento?
Es interdisciplinario y tratamos de entregarles el documento en tres o cuatro meses. Eso sí, si no hay dificultades.
La atención en salud para las personas trans ha sido objeto de constantes críticas. ¿Qué hace falta?
El sector salud está en mora de implementar los protocolos para atender adecuadamente a las personas trans, empezando por obligarlas a usar el nombre legal y no identitario. Además, el sistema sigue siendo extremadamente incapaz de atender a esta población de manera proyectiva. La tarea es alta. Nosotros estamos a disposición de acompañar a quienes lo necesiten.
¿Qué puede hacer la Subsecretaría?
Con la Secretaría de Salud estamos trabajando en conjunto para afrontar varias de las problemáticas. Cabe resaltar que en Chapinero hay una clínica de género, un programa nuevo para afiliados a Capital Salud. El sueño sería que esto se hiciera en todas las localidades.
¿Hay alguna ruta para hechos de violencia contra esta población?
Tenemos la Unidad contra la Discriminación. Lo que hacemos es acompañar la denuncia que realizan personas de la población LGTBIQ+ que manifiestan ser víctimas de discriminación.
¿Hay algún ejemplo?
El año pasado tuvimos el caso con un joven trans que quería ser reconocido con su nombre identitario en su colegio y la institución se negó reiteradamente a nuestras solicitudes. Finalmente, con una tutela, no pudieron negarse a llamarlo por su nombre identitario. Además, obligó al colegio a modificar procesos que impiden el reconocimiento identitario de los jóvenes del colegio e instó al personal a recibir capacitación para atender a esta población.
Otra brecha en esta población es la laboral, ¿qué acciones hay?
Tenemos el equipo de trabajo con mayor representación de personas trans en una entidad del Distrito. El 20 % es trans, con niveles educativos desde bachilleres, tecnólogas y profesionales. El Distrito tiene estrategias desde la Secretaría de Desarrollo, entidad con la que tenemos sinergias y estamos creando rutas para reconocer emprendimientos de esta población.
Hace poco se reabrió la Casa LGBTI Sebastián Romero, ¿qué pasará allí?
Entre 2006 y 2007 abrimos esa casa en Chapinero. Fue el primer centro comunitario LGBTI de América Latina, y lo puso Bogotá. Lleva 18 años funcionando, lo que cambia es que con el tiempo hemos pasado de espacios de 95 m2 a 500, y este nuevo que vamos a relanzar tiene 1.200 m2, destinados a la atención de las personas homosexuales, lesbianas, trans, quien lo necesite. Tenemos otras en Suba, Los Mártires, Kennedy y Rafael Uribe Uribe.Desde 2006 que empezó un enfoque diverso en el Distrito,
¿Siente que ha disminuido la discriminación?
No se puede afirmar que la discriminación ha disminuido, pero podemos reconocer que cada vez hay más servicios que ayudan a las personas que necesitan orientación en las cinco casas LGBTI que tenemos, donde encontrarán algún servicio que es parte de las políticas públicas de un sistema que, aunque reciente, empieza a ofrecer mayor cantidad de servicios para esta población.
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